6

358 52 13
                                    

El casino era asombroso. Justo como pensó que sería un lugar del que Gabriel fuese dueño. Nunca había pisado uno de esos lugares antes, no hasta el día anterior, en donde apenas había visto el subsuelo de éste. Los ruidos de las elegantes máquinas eran casi como música para sus oídos. Saludaba a los mozos que daban vueltas por el lugar, quienes miraban sus manos entrelazadas con las cejas fruncidas. Renato sonreía, arrogante, orgulloso de causar asombro por ser la compañía de Gabriel Gallicchio.

—¿La gente de acá sabe tu nombre?— susurró, pegándose a su costado. Llevaba un tapado animal print de Gucci que siempre había guardado para ocasiones especiales.

—Sólo mis socios saben mi nombre real. Los empleados se dirigen a mí como Alejandro, el cual, de hecho, es mi segundo nombre. Nadie acá sabe a lo que estoy vinculado, pero no voy a correr riesgos de que mi nombre se divulgue en los lugares equivocados.

—Presentame como Dolh, entonces.

—¿Ya querés que te presente, amor?— dijo, una vez habían llegado al segundo piso, en donde había un lujoso bar con música de los'80, con butacas de cuero rojo, contrastando con las mesas de madera negra y la luz tenue que le daba un clima algo misterioso.

El ambiente era tranquilo, lejos de los constantes ruidos de las máquinas. La mano de Gabriel se soltó de la suya, guiándolo con la palma sobre su espalda baja hasta una mesa contra una de las paredes repleta de cuadros que variaban entre fotografías de artistas a paisajes de la ciudad.

—Sería lo adecuado, creo yo— aseguró, quitándose con delicadeza el cabello de la frente, observando la sonrisa amplia que se abría en el rostro de Gabriel quien ya estaba sentado frente a él —A no ser que hayas traído a muchas personas antes, si es así, no quiero que  me presentes.

—¿Es una escena de celos esto?— preguntó, arqueando las cejas con diversión, tuvo que morderse el labio para no reírse de sí mismo.

—No. Sólo es mi orgullo y dignidad intentando mantenerse intactos. No voy a rebajarme al nivel de los demás, lindo— clamó, sacudiendo la cabeza en la última palabra, haciendo énfasis en su burla.

—Nunca traje a nadie, Dolh— contestó, moviendo la cabeza de la misma manera que él —Tu orgullo y dignidad pueden estar tranquilos.

—¿Creés que debería ponerme un apodo?— interrogó, una vez que el mozo ya se había acercado a ellos para pedir sus bebidas —Ya sabés...

—La gente lo hará con el tiempo. ¿Ya tenés otra cita?

—No, no lo hago— dijo, mordiéndose el labio inferior interiormente para no demostrar demasiado su nerviosismo —Vos no sabías que iba a salvarme, ¿no? Sólo lo hiciste para llevarme a la cama— afirmó, sin siquiera un deje de enojo. Había caído en la cuenta apenas su mente se sintió algo lúcida, pero jamás podría culparlo después de tenerlo sobre él en la cama.

—No, no lo sabía. Pero no podía pensar en otra cosa— respondió, acariciándole la palma de la mano por sobre la mesa —Yo tengo una cita la semana que viene. ¿Querés acompañarme?

—Sí, por supuesto. Tengo un contacto que Agus me consiguió-

—No vamos a usar los contactos de Agustín. Si querés, yo puedo conseguirte una cita, Tato. Aunque preferiría que simplemente me acompañaras.

—Necesito juntar plata, Gabi. Además, si los contactos de Agus me llevaron a vos, ¿no son los mismos?

—No. Confío en mis contactos, hay gente que se aprovecha. No dejaré que te pase eso por ser novato— bramó, acariciando la palma de su mano sobre la mesa, Renato tuvo que ocultar el temblor de su cuerpo —Y con respecto al dinero, podemos dividirlo si me acompañás. Puedo ayudarte, no sé cuánto necesitás pero creo que notás que me sobra la plata.

Saturno. [Quallicchio]Where stories live. Discover now