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Tiró el maletín sobre una pequeña mesa de vidrio al costado de la puerta, empujándolo contra ésta una vez estuvo cerrada. Gabriel se sobresaltó por unos pocos segundos antes de esconder su sorpresa con una sonrisa, mientras Renato mordía y succionaba sobre la línea de su mandíbula, saboreando el sabor salado de su piel. Enredó una de sus manos en el nudo de su corbata, desatándolo para darle un look menos frígido, dejando que la otra se deslizara a lo largo de su torso hasta llegar al borde de sus pantalones de vestir, desabrochándolos como si estuviese acostumbrado a ello.

Bueno, Renato estaba acostumbrado a ello. Su época en la universidad se había basado en saltar de en cama en cama, lo cual lo llevó a desaprobar casi todas las materias (menos un par, en las que había conseguido acostarse con sus profesores), lo cual lo llevó a abandonar su carrera, lo cual lo llevó a conseguir trabajo en un bar nocturno, lo cual lo llevó a más camas de desconocidos. Era de las pocas cosas de las que no se arrepentía, sabía que era bueno en la cama gracias a la constante práctica que había ganado, y tendría la oportunidad de demostrárselo al hombre más sexy (y multimillonario) que había conocido.

Tiró de los pantalones junto al bóxer hacia abajo, apretando su culo prominente con fuerza, cortando de golpe su respiración. Se sostuvo de la corbata mientras se ponía en cuclillas frente al latente miembro, miró a Gabriel con una sonrisa ladeada mientras una de sus manos jugaba con su próstata por fuera. Un fuerte gemido hizo eco,en el silencio del amplio living. Sonrió, deslizando las yemas un poco más arriba, acariciando con suavidad hasta llegar a la base dela erección, desparramando el presemen a lo largo de la punta.

La envolvió entre sus labios, sin dejar de mirar las expresiones faciales de Gabriel quien parecía estar a punto de desmoronarse bajo su boca. Se llenó de orgullo mientras bajaba cada vez más, feliz consigo mismo de poder hacerle eso a una persona que parecía tan difícil de corromper. Sus movimientos se volvieron más rápidos después de eso, dejando que la punta del miembro tocase el fondo de su garganta, acariciando la gruesa vena que lo recorría con la punta de su lengua.

Lo soltó con un sonido de pop exagerado que resonó sobre los gemidos de Gabriel, quien lo miró desorientado ante la falta de tacto. Llevó sus hinchados y sensibles labios de costado, envolviendo la vena que recorría el costado del miembro, moviéndose con suavidad a través de ella. Los ojos del hombre estaban fijos en él, como si no pudiese creer lo que estaba viendo. Quería sonreír, lo estaba tocando justo en su punto más débil, haciéndole sentirse arrogante y poderoso.

Fue dejando besos cortos hasta llegar a sus partes más sensibles, envolviendo una en sus labios, succionando con delicadeza, mientras su mano se movía a lo largo de su erección con euforia, sacándole quejidos entrecortados. Se concentró en su trabajo, dispuesto a llevarlo al climax lo más pronto posible, sabiendo que no le tomaría mucho más por la manera en la que sus piernas temblaban y sus ojos se encontraban cerrados con fuerza.

Acabó sobre su cabello con un gemido gutural. Quería sonreír satisfecho al fin, pero sus labios seguían pegados a las partes ya sensibles de Gabriel, sacando lo mejor de su orgasmo. Tomó con su pulgar lo que quedaba de semen en la punta, dándole una lamida tanto a su miembro ya semi-flácido sobre su mano, antes de llevar el dedo hacia su boca, dando una lamida exagerada ante la mirada del hombre.

Sus rodillas rechinaron apenas cuando se levantó debido a la posición. Gabriel seguía con la boca entreabierta y la respiración entrecortada, como si hubiese perdido la capacidad de reaccionar.

—¿Tu cuarto?— preguntó, tirándolo de la corbata, desabrochando un par de botones, dejando que la palma de sus manos se deslizaran por su pecho.

—Me vas a matar.

—No rompas mi ilusión, Gabriel. Es excitante creer que sos inmortal.

—Segundo piso, pasillo izquierdo, la última puerta al fondo.

Saturno. [Quallicchio]Where stories live. Discover now