Capítulo 30

3.7K 372 187
                                    


El portalón del garaje se abrió con gran estrépito. El humo cálido y negruzco procedente del interior del coche revoloteó debido a las corrientes de aire gélido que entraron desde el exterior.

Recortada contra la oscuridad de la noche, la figura de Shiloh avanzó, daga en mano, hasta ser iluminado por las velas de cera amarillenta. Tosió cubriéndose la boca con el antebrazo y entrecerró los ojos para poder ver más allá de las partículas que bailaban a su alrededor.

El muchacho había estado haciendo guardia por los bosques cercanos y al parecer el estruendo había sido tal que incluso él lo había escuchado.

Las entrañas se me contorsionaron enérgicamente y sentí sudor frío bajándome por la nuca. ¿Nos había visto? ¿Había encontrado a Peter con la cara descubierta?

El rugido del viejo motor cesó de golpe y eso despejó mis sentidos aletargados. De reojo vi que Zay, oculto de nuevo bajo sus mantos habituales, había hecho callar a la bestia de metal deshaciendo el lío de cables que había bajo el volante.

– ¿Qué..? – Shiloh parecía conmocionado. Retiró la mano enguantada de su cara lentamente. Avanzó un par de pasos, cuidadoso.

– Lizzé ha hecho que funcione. – Mintió el otro chico, pero evidentemente ¿quién sino yo iba a repararlo?

Shiloh frunció el ceño y paseó las pupilas desde el vehículo hasta mí en varias ocasiones.

Permanecí en silencio, aguardando el más mínimo detalle que señalara que nos había descubierto, pero la señal no llegó. Respiré hondo algo más aliviada, aunque sin librarme del todo del nudo de mi pecho.

– ¿Se supone que ese ruido del demonio es normal? – Indagó, no muy convencido.

– Creo que sí, la verdad es que no estoy segura. – Conseguí articular las palabras muy despacio, todavía con cierto miedo culebreando en el interior. Me miró perplejo, pero supuse había atribuido mi consternación a aquel milagro de la mecánica.

– Si lo que queremos es llamar la atención...– Se rascó la incipiente barba negra, aparentemente todavía algo dubitativo. – Bien hecho. – Dijo, mientras en su rostro comenzaba a formarse una sonrisa. Le palmeó la espalda a Zay, y por la manera en la que este entrecerró los ojos por encima del paño, intuí que le respondía con una risa sincera. Luego se acercó a mí, me abrazó y me acarició las costillas. Cuando se separó la ansiedad se me había disparado. – No estaba muy convencido pero parece que esto empieza a tomar forma.

– Lo siento chicos, pero tengo que irme. – Murmuré, sintiéndome mareada por el temporal de emociones que me azotaba el cuerpo. Haciendo acopio de fuerzas me encaminé hacia la puerta tratando de ignorar la mirada de Zay sobre mí.

– ¿Te encuentras bien? – Shiloh se giró hacia mí con cara de preocupación.

– Estoy agotada. – Antes de que pudiera ofrecerse a acompañarme de vuelta a la comunidad, cerré el garaje detrás de mí y desaparecí en la noche invernal.

***

El cuerpo todavía me temblaba mientras caminaba de un lado a otro en el espacio reducido de mi habitación fría y en penumbra. Las ratas correteaban entre los espacios de las paredes, mordisqueando todo lo que encontraban a su paso, chillando y peleándose.

Una nueva oleada de imágenes me recorrió la mente, y a pesar de la soledad del cuarto, me sentí turbada por los pensamientos intrusos. Me froté los ojos como si de ese modo pudiera borrar los recuerdos y emociones.

La piel todavía me ardía allí donde Peter me había tocado, sentía los labios sensibles y mi boca aún guardaba el sabor de la suya.

La angustia de haber estado a punto de ser descubiertos por Shiloh continuaba mordisqueándome el estómago.

Mainland.Kde žijí příběhy. Začni objevovat