Capítulo 19

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Capítulo 19

_ Abuelo, lo estaba buscando..._ expresé al encontrarlo sentado en un viejo tronco cerca de las escaleras. Observando detalladamente el mar en aquel atardecer.
_ Sí...
_ Es una hermoso atardecer, ¿No lo cree?_ dije al sentarme a lado de él.
_ Sí, es muy hermoso... cuando tu abuela Clara vivía era lo que más le encantaba ver.
_ ¿La amó mucho, verdad?
_ Más que a mi propia vida, aunque suene cursi... Ella lo era todo para mí._ me miró algo pensativo_. ¡Todo!... A veces cuando te veo a ti, creo verla a ella. Eres tan parecida físicamente a ella, que creo estarla viendo cuando te veo a ti._ una lágrima apareció en su mirada. En su mirada.



    Un silencio enmudeció mis labios. Entendiendo en parte su nostalgia en aquel instante.



_ A veces cuando somos jóvenes no comprendemos la magnitud de las cosas que hacemos. ¿Puedes creer que una vez estuve a punto de perderla para siempre?_ prosiguió mi abuelo al romper aquel silencio.
_ No lo sabía...
_ Casi la pierdo por estúpido..._ miró al horizonte_. Dejé que mi cabeza se confundiera cuando conocí a alguien más, cuando tu abuela se marchó de vacaciones a New Jersey, a visitar a unas amigas que vivían allí. En aquel instante, solo éramos novios y aún no le había pedido que se casara conmigo... Y casi arruino todo.
_ ¿Y qué hiciste para remediar lo que habías hecho?
_ Abrirle mi corazón... Serle sincero. Aun cuando la verdad la hirió..._ respiró hondo_. Tuve que ingeniármela para que ella me perdonara. La había engañado con alguien más en su ausencia... Y no imaginas cuanto lamente el haberla hecho llorar.
_ Sin embargo, ella te perdonó.
_ Sí, me perdonó... Me dio una oportunidad sin yo merecerlo. Y desde entonces hasta su muerte, me dediqué a hacerla feliz. Me dediqué a agradecerle por todo lo que había hecho por mí. Junto a ella fui el hombre más feliz del mundo... Y siempre por eso la amare._ buscó mi mirada, una vez más_. A veces los seres humanos cometemos errores que no queremos cometer. Y vivimos con la tristeza y la nostalgia que nos hemos puesto a sí mismo.
_ ¿Porqué me dice eso abuelo?_ pregunté con curiosidad. Sin quererme admitir a mí misma que sabía a lo que se refería.
_ Si tu abuela no me hubiese dejado hablarle, imagínate lo que hubiese sido de mi vida en este instante. ¡No sería nada!_ sonrió al tocar mi mano derecha, al instante en que se levantaba al escuchar a mi madre llamarlo. Le tocaba una de sus medicinas. 


    Después de la partida de Dylan, mi abuelo fue descayendo en ánimo. No solía sonreír ni bromear como lo hacía antes. En su mirada solo se podía observar su tristeza.



   Aun cuando intentara no percatarse de aquello, en mi interior entendía el motivo de todo. Su silencio y su ausencia me lo gritaban, aun cuando mi abuelo no me lo dijera con palabras. Sus ojos tristes y el semblante de su rostro me decía mucho. Extrañaba a Dylan, y algo más... aquel anhelo que seguía en su corazón.



   Una tarde, después de regresar de mi práctica, lo encontré observando aquel atardecer sentado en las escaleras de la entrada. Sus ojos miraban hacia el horizonte, contemplando aquel atardecer, mientras sus pensamientos le hablaban.



_ Hola abuelo, nuevamente observando el atardecer..._ dije, después de besar una de sus mejillas.
_ Es algo que no puedo evitar... ¿Has visto acaso una puerta de sol tan hermosa?
_ Mmm... Creo que no._ me senté a lado de él_. ¿No tienes algo de frío?_ agregue al abrazarlo.
_ Solo un poco... pero no lo siento tan importante.
_ Debería entrar... Sabe que no le hace bien.
_ Lo sé... aún así, no soy un niño... Solo quiero ver como se oculta el sol. Uno nunca sabe si será el último que se contemple._ agregó con tristeza. Sabía cuan enfermó estaba y que no tenía tanto tiempo, aun cuando lo deseara con toda su alma.
_ Abuelo, no me gusta que hable así..._ dije algo molesta y triste, intentando detener una lágrima. Pero no pude.
_ Lo siento, no quería ponerte triste..._ dije al mirarme y al levantarse junto conmigo_. Entremos Tatiana.



   El remordimiento corrió por mis venas como si fuese una especie de tormenta. Jamás había visto tan triste a mi abuelo, y eso me hería más que la traición de Dylan.


   Dejé a un lado el orgullo y el resentimiento que sentía por Dylan y decidí hacer algo que no estaba en mis pensamientos. Dos días después d aquel día, decidí levantar el auricular del teléfono y marcar el número telefónico de Dylan. Si ver a Dylan y estar con su compañía le devolvía a mi abuelo un poco de felicidad. Estaba decidida a sacrificar la mía.



_ Hola... Soy yo, necesitaba hablar contigo sin que me hagas ninguna pregunta.
_ ¿Tatiana?_ expresó sorprendido_. Hola, está bien.
_ Hay algo que te quiero pedir... Y espero que puedas aceptar teniendo en cuenta el amor que una vez me tuviste._ respire hondo, evitando llorar_. Necesito que regreses... Y estoy dispuesta a suplicártelo si lo deseas. Mi abuelo ha decaído desde que te fuiste y tengo miedo de que eso empeore su estado de salud. Entenderás y comprenderás que no puedo verlo así, tan ausente de él, que estoy dispuesta a aceptar a que tú regreses... Si su último deseo es tener tu compañía, lo aceptare por su bien. Por favor, Dylan...
_ No te preocupes, mañana tomaré el primer vuelo que encuentre a Los Ángeles y estaré en tu casa lo más rápido que pueda. No necesitas suplicármelo..._ expresó al percatarse de que me sentía muy triste_. Juntos haremos que tu abuelo se animé.
_ Te lo agradeceré con toda mi alma, Dylan...
_ No será necesario...



   Después de colgar, al fin lloré, desahogando mi alma. No obstante, no tenía otra alternativa. Aquella era la única.

Si Sólo Pudieras Ver... Todo lo que SoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora