Parte II

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Como cada sábado, su madre lo llevaba con Anne, su psicóloga de infancia, no porque su mutismo se tratase de uno provocado a voluntad inconsciente como hace años se suponía, no, exámenes médicos demostraron un daño en sus cuerdas vocales desde el nacimiento. Estaba en ese lugar por otras razones.

Él ya lo había superado, incluso cree que su hermano y su padre también, o por lo menos le hacían creer eso, pero su madre, era muy distinta, ella vive el día a día preocupada por tener que volver a ver como su hijo se había provocado otro intento de suicidio.

Sinceramente, Yoongi estaba avergonzado de aquellas acciones, estaba arrepentido, nunca pensó en el daño que podía estar causándoles a sus seres queridos por actos tan banales como querer suicidarse por no ser comprendido, por sentirse poca cosa en comparación a los demás, o como en su último intento, querer dejar de ser una carga, sus padres se desvivían por él, y su hermano lo visitaba regularmente desde Seúl, descuidando la universidad.

¿Sinceramente estaba bien que ellos dejaran a un lado su vida por atenderlo a él? Se preguntaba seriamente, que si hubiera sido como los demás, y pudiera hablar, ¿Todo en su familia hubiera sido normal?

— Y cuéntame, ¿Qué tal con el piano? — Pregunto Anne, Yoongi ladeo una comisura en respuesta —...Eso está bien, — apunto algo en la libreta de su escritorio, como siempre — ¿Como vas con esos amigos? ¿Haz hecho alguno? — Y como era de costumbre, Yoongi negó — ¿Has reconsiderado aprender el lenguaje de señas? Te ayudaría mucho.

Y ahí va de nuevo.

¡Que no quería! Que flojera.

Él podía comunicarse fácilmente con su música, en su defecto lo hacía con gestos, ¿De qué serbia aprender un lenguaje de señas que el 90% de la humanidad desconoce? O sea, ¿Realmente lo ayudaría en algo? Como en una pelea por ejemplo, por supuesto que no. Y que no saque el tema de "Así podrás comunicarte con otros mudos"

Eso sería más una pelea de Jutsus que una conversación.

— Ok... — Dijo al no tener respuestas — pero reconsidéralo, ¿Sí? — el menor se encogió de hombros.

La terapia se extendió por una larga hora, luego de cada sesión, Anne y su madre se reunían a solas para discutir el progreso del pelinegro, ellas no querían entender que él ya estaba bien, al menos su madre, porque lo que respecta su psicóloga, él estaba muchísimo mejor que hace seis meses.

El fin de semana fue tranquilo, y divertido la tarde del domingo cuando su hermano llego con nuevos videojuegos para la consola de Yoongi, esa que utilizaban solo cuando estaban ellos dos, al menor no le interesaba mucho los juegos si no estaba acompañado de alguien que le añadiera emoción y comentarios estúpidos lanzados a sus personajes.

Lunes otra vez, y eso significaba ser atormentado dos horas seguidas por matemáticas, odiaba matemáticas, no las entendía, lo aburrían de sobremanera.

luego de sus exhaustivas clases arrastro con pesadez los dedos por las teclas, animándose cuando las escucho cantar hasta desvanecerse en el viento que golpeo su rostro.

Movía sus brazos con ímpetu, sus ojos cerrados y su ceño ligeramente fruncido mientras en su imaginación era el caballero de armadura plateada en una interminable guerra en contra del clan Matemáticas, el tono grave de las teclas anunciaban el momento culminante y él azoto sus dos espadas eliminando a las multiplicaciones, salto y giro en el aire, esquivando Ceros que explotaban, para luego blandir su espada y erradicar a las sumas, y junto a ellas, las restas. A lo lejos podía ver como el comandante Uno reagrupaba a sus demás números, él corrió, frunció aun más el ceño, la melodía entro en notas suspensivas, y grito:

Palabras MudasWhere stories live. Discover now