Capítulo 30: El Chico de los Libros

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Caminé hacia el edificio con decisión y seguridad en mí mismo. Enfrentarme con las serpientes comenzaba a hacérseme familiar. De todas formas, Erikson representaba un miedo para mí que no lograba explicar. Él era como una serpiente, era majestuoso en sus movimientos, pero a la hora de cazar se volvía el asesino más cruel.

Mientras caminaba hacia el edificio miraba a mis alrededores. Era tarde y nadie paseaba en las calles. Me sentía muy en paz, como si en realidad hubiese salido a dar un paseo. Ese fue el momento más silencioso que viví en toda la noche. Esa paz sólo duró hasta que me topé con el edificio 15 de la calle Baker. Entonces sentí que una ola de frío recorrió mi cuerpo. Entré por la puerta y me encontré con un hall vacío. No parecía que mucha gente habitara este edificio ¿Aquí vivirá Erikson? O tal vez este edificio sea de su propiedad, al igual que la importadora. Luego se me ocurrió que si Erikson le daba trabajo a su gente con la importadora, tal vez también les de vivienda. Un edificio lleno de serpientes, sólo eso me faltaba.

Mi vista se cruzó con el elevador. Volví a mirar otra vez hacia todas partes y, al ver que nadie aparecía, me subí al elevador. Apreté el botón del último piso, tal como lo hice en el restaurante, me temblaban las manos. Cuando el elevador se detuvo y la puerta se abrió, me encontré con un pasillo oscuro y silencioso con puertas a los costados. No se escuchaba nada ni nadie detrás de las puertas—tal vez porque eran las dos de la mañana—así que se me ocurrió que en vez de departamentos podrían ser consultorios u oficinas. Caminé hasta el final del pasillo aferrándome con fuerza al bolso. Nunca me gustaron los lugares estrechos, razón por la que siempre les tuve pavor a los elevadores. Con el paso de los años se me fue yendo el miedo, pero aún así usaba las escaleras siempre que se podía. Al llegar al final del pasillo me encontré con unas escaleras que terminaban en una puerta con el cartel de salida arriba. Cuando abrí la puerta me encontré con Renner y Drake apuntándome con sus armas y Erikson apoyado en un balcón mirando la ciudad tranquilamente. Este lugar se parecía a la azotea que había en la Academia donde yo siempre iba a despejarme un poco del resto del mundo. Renner se acercó a mí y me arrebató con brutalidad el bolso de las manos. Luego lo abrieron para comprobar que el dinero y el pasaporte se encontraban allí. Moví mi cabeza hacia todas partes en busca de Tim.

—Ya te di lo que pedías ¿Dónde está Tim?—le pregunté a Erikson. Él volteó hacia mí y sus dedos jugaron con la punta del bastón.

—¿El niño? Se nota que está muy influenciado por ti—respondió Erikson con una nota de crueldad en su voz. Luego comenzó a dar vueltas por el balcón—Si hubieses aceptado trabajar con nosotros, nada de esto estaría pasando.

—Jamás trabajaría con alguien como tú—dije entre dientes. Erikson comenzó a reír irónicamente.

—Recuerdo muy bien que dijiste que éramos unos criminales. Pero sin embargo no dejaste que la policía se llevase a los padres de Drake ¿Por qué?—me miró desafiante. No contesté. Esto no había sido hace más de cuarenta minutos ¿Cómo pudo enterarse tan rápido?—¡Porque sabías lo que los espías serían capaces de hacerles para encontrarnos. Y tu padre está incluido!—levantó la voz. Era la primera vez que lo escuchaba gritar, siempre era muy tranquilo para dirigirse a los demás. Janine, que estaba a su lado, puso sus manos sobre su pecho como cubriéndose de un golpe invisible y las bajó antes de que alguien lo notara—¿Quiénes son los criminales?

Ambos lo eran.

Mi mirada se cruzó con la de Drake, quien tenía la mirada baja y la boca oculta detrás del pañuelo. No entiendo cómo podía ser tan frío con su familia. Lo entiendo que sea así de frío con sus padres, pues lo mismo me pasaba con Patrick, pero Hannah lo quería y lo protegía.

—¿Habías venido a buscar a tu amigo?—preguntó con una simpatía que asustaba—Janine ¿por qué no lo acompañas a verlo?

La mujer con mirada de bruja se colocó su pañuelo y me tomó fuertemente del brazo. Me empujó por la puerta de salida y me golpeó la espalda con su arma para que bajara las escaleras. Ella tenía una cicatriz en el costado derecho de su cuello y ahora que la veía con una remera escotada pude notar que también tenía una cicatriz en su clavícula que tocaba de vez en cuando, por más que ya parecía haber sanado hace años. También había notado que era la que más cerca siempre estaba de Erikson, así como también noté su pose defensiva cuando lo escuchó gritar y levantar las manos.

JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora