Capítulo 28: Los Hermanos Lovren

220 23 7
                                    

Drake Lovren tenía un pasaporte falso y al menos trescientos mil dólares en efectivo. Las serpientes tratarían de huir esta misma noche. Eso significaba que Drake vendría en cualquier momento a buscar su bolso, momento perfecto para atraparlo. Rodeamos la casa y Hannah se quedó adentro como señuelo. Yo me quedé escondido en la habitación de Hannah, contigua a la de Drake. Ella se quedó aguardando allí conmigo.

—¿Desde cuándo eres espía?—preguntó Hannah con curiosidad. También se notaba una pizca de temor en su voz, seguía sin confiar en mí.

—Desde los siete años. Aunque aún no me gradúo así que no, aún no soy completamente espía—respondí natural.

Trataba de ser suave en mis contestaciones, me desagradaba demasiado la idea de que ella me temiese.

—¿Y cómo haces para ser espía?—seguía preguntando.

—En mi caso yo nací siéndolo, porque mis padres lo eran—respondí. Luego me asomé por la ventana y miré hacia el patio. Estaba todo en perfecto silencio. Mis amigos me avisarían en caso de que apareciera el auto de Lovren en la entrada.

—Dijiste que aún no te graduabas ¿acaso asistes a una escuela especial?

—Es una Academia. Empezamos a los siete años y terminamos a los dieciocho.

—¿Yo puedo asistir a esa Academia?—preguntó sonriente.

—No, salvo que tengas algún familiar espía—respondí y se le borró la sonrisa—Y si quieres ser espía tendrás que entrar a la policía primero, como hace toda la gente normal—le lancé una sonrisa de obviedad.

No me la imaginaba siendo espía. O tal vez sí. Hannah era muy inteligente, lo cual, en este trabajo podría resultar mucho más útil que ser fuerte. El único problema con ella es que no tenía la fortaleza mental ni la frialdad que se necesitaba para poder sobrevivir. En la Academia nos enseñaban a no dejarnos llevar por los sentimientos, una de las razones por las cuales estaba prohibido cualquier relación amorosa en una misión.

Hannah se sentó sobre su cama y se quedó mirando la nada.

—¿Por qué en la escuela siempre te apartas?—preguntó—Aquí te veo tan diferente, eres otro.

Dejé la ventana de lado y volteé hacia ella.

—Como me ves aquí es como realmente soy. Olvídate del chico que hasta hace poco conocías porque no existe. No soy simpático, ni tierno, no me considero buena persona y salgo de un problema para meterme en otro—respondí. Mi tono de voz había sido mucho más duro de lo que tenía planeado.

Hannah se había quedado mirándome triste. Ella no sabía de quién se había enamorado y ahora me estaba conociendo. También se estaba decepcionando. Prefería que fuese así, era mucho más fácil que tener que rechazarla. Hannah me agradaba como persona, pero éramos de mundos distintos. Yo no creía en la teoría de que los opuestos se atraen; creía que los iguales se atraen. Yo era problemático y atraía gente problemática, como Madeleine. Pero si yo hubiese sido distinto, tal vez Madeleine no se me hubiese acercado. Solía pasar hasta noches enteras pensando en esta teoría. Cada uno se rodea de gente que, por más que no sean iguales en el pensar, tienen un punto en común. Mi punto clave eran los problemas.

Hannah bajó la mirada hacia el suelo. Me sentía un completo imbécil por hacerla sentir mal. Pero estaba seguro de que cuando me conociera bien ya no le gustaría tanto. Miré hacia todas partes nervioso y decidí sentarme a su lado en la cama.

—Y otra cosa sobre mí es que soy muy malo actuando—añadí, tratando de enmendar las cosas. Ella me miró ceñuda—No fingí ser tu amigo—me expliqué.

JacksonWhere stories live. Discover now