Capítulo 2: La Pelea

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Al salir de la escuela, me sentí libre al fin. Ya eran las vacaciones de invierno y tendría un par de semanas para descansar de la escuela, pero no de la Academia, de eso sólo tenía una semana a partir del lunes. Apenas salí, tomé el tren que me dejaba cerca de la Academia. Tenía que hacer un viaje de cuarenta minutos para llegar, cinco veces por semana. La Academia y la Sede Central eran dos edificios que se encontraban a las afueras de la ciudad, donde sólo hay campo. Noah siempre sube al mismo tren que yo, es casi el único momento del día en que puedo hablar con él.

Hoy tenía una hora de psicología y luego otra hora de combate. Para el final de la clase de combate, me dirigí hacia las gradas y Bill y Lucas ya se encontraban ahí y se reían de algo.

—¡Lee, ven aquí!—me avisó Bill emocionado.

Tomé asiento al lado de ellos mientras le daba un largo sorbo de agua a mi botella.

—¿Qué pasa?—les pregunté.

—¿Qué tal si esta noche vamos a Amadeus? Para empezar las vacaciones—sugirió Lucas.

Amadeus era una de las mejores discotecas para menores de dieciocho de Londres. El lugar era asombroso, las paredes estaban recubiertas por espejos y daba una sensación de que el lugar era enorme, siempre se llenaba y las fiestas eran inolvidables. Así mismo era la discoteca donde corría más alcohol y droga.

—No lo sé—respondí—No tengo ánimo hoy.

—¿Desde cuándo tú no tienes ánimo de chicas?—preguntó Bill irónico—Ven, conozco al dueño del lugar y consigo entradas gratis cuando quiero.

—Y las chicas más buenas están ahí—argumentó Lucas.

—¡Podríamos jugar a la cacería de camellos! ¿Recuerdas? Por los viejos tiempos—dijo Bill. Lo miré irónico, él inventaría cualquier cosa para convencerme.

La cacería de camellos fue el juego más mortal que pudimos haber inventado. De juego nada tenía, lo único que se jugaba ahí eran nuestras vidas. Se le ocurrió a Bill cuando teníamos trece años. Acabábamos de empezar el nivel medio en la Academia y estábamos estudiando las drogas y sus composiciones. A su vez, también estábamos empezando a ir a las discotecas y a Bill y a Lucas se les había dado por consumir éxtasis. Ellos decían que era más divertido porque les daba ganas de bailar y que sentían que "se conectaban con su cuerpo". Por mi parte me parecía una estupidez, prefería ponerle atención a la teoría sobre las drogas y no a la práctica, como ellos hicieron. Un día a Lucas le dio un golpe de calor gracias a esa maldita pastilla que lo hacía querer bailar y desde entonces les agarró miedo y las dejaron. A Bill le afectó mucho este suceso, se asustó de verdad y se fue a buscar al camello que le había vendido la pastilla a Lucas. No sólo lo molió a golpes sino que también hizo que lo capturara la Sede. Cayó toda una banda de vendedores gracias a eso. Bill tenía un puesto más que asegurado en el sector anti narcotráfico cuando ingresara a la Sede, no tenía buen grado académico pero se había ganado la reputación. Ahí nació el famoso juego de la cacería de camellos. Nos metíamos a discotecas, identificábamos a camellos que la Sede andaba buscando, fingíamos comprarles o nos hacíamos pasar por uno, sacábamos información y de a poco iban cayendo uno a uno. Era peligroso y sólo éramos niños, nos estábamos ganando muchos enemigos, recibimos amenazas y golpizas, pero podríamos haber muerto en el intento de jugar a ese estúpido juego heroico.

—Mejor otro día—di como respuesta final.

No volvieron a insistir y yo no volví a mencionar el tema. Usualmente acepto sus invitaciones; pero hoy no me sentía bien. Así me sentía cada vez que se acercaba la navidad, era el peor día del año y ni Cristo me quitaba el malhumor.

JacksonWhere stories live. Discover now