6. Un baile defectuoso

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Me coloqué frente al espejo mientras con una mano alisaba mi vestuario. Llevaba un vestido negro apretado en la cintura, pero suelto en la parte de abajo, cuya espalda estaba descubierta. Para acompañarlo tenía unos tacones del mismo color con una altura considerable. También me había arreglado el cabello, nada muy extravagante.

Mi mamá había insistido en ayudarme con el maquillaje, luego de un par de discusiones había aceptado. Tenía algo de base y rubor, también me había puesto máscara de pestañas y por último los labios de color bordo.

Observé nuevamente el reflejo con el ceño fruncido, solté un largo suspiro mientras pasaba un mechón de cabello rebelde detrás de mi oreja. Tomé el celular para escribirle a Travis, avisándole que ya estaba lista.

Del otro lado de la habitación se escuchaba la guitarra de mi hermano, parecía que la estaba afinando. Killian no iba a la fiesta, sino hasta más tarde a la hora de la presentación, mientras tanto, estaba preparándose para el concierto.

Todo estaba listo para presentarnos, Connor le había pagado al conserje para que haga los arreglos, básicamente controlar las luces y el sonido.

Luego de un rato, la bocina de un auto hizo que brincara sobre mi lugar, con rapidez tomé el bolso que yacía en mi cama y bajé las escaleras para luego salir por la puerta principal.

Travis me esperaba apoyado sobre el vehículo con la vista en su celular escribiendo un mensaje. Hice un ruido para que me notara y el chico levantó la cabeza mirándome, se quedó embobado por unos segundos, detalle que preferí ignorar para saludarlo.

—Estás muy bonita —comentó con una sonrisa para luego rodear el auto y abrir la puerta del copiloto.

—Gracias —respondí tanto al comentario como a la acción. Travis asintió para luego subir por el otro lado del carro y comenzar a conducir en dirección a la escuela—. No crees que se den cuenta... ¿Verdad?

—Nunca nos pasó —contestó pensativo sin dejar de mirar al frente—. Y espero que no nos pase hoy, es como un concierto normal como cualquier otro.

—Pero ahora está ese antipático Alexander Williams, que puede arruinarlo todo —me quejé, cruzándome de brazos mirando por la ventana.

—Todo va a salir bien.

—Eso espero.

Al llegar al lugar, Travis estacionó el auto en el aparcamiento el cual se encontraba repleto de automóviles de otros alumnos. Bajamos del vehículo y nos encaminamos a la entrada. Mi corazón latía con fuerza, sentía como mis manos sudaban, pero no me podía mostrarme nerviosa, nadie tenía que sospechar.

En la entrada había dos guardias que nos revisaron las entradas para luego dejarnos pasar. Me sorprendí al ver el gimnasio decorado con guirnaldas y luces, que casi podían ocultar que era el lugar donde se hacían todos los entrenamientos de baloncesto. En el mismo se habían distribuido mesas con ponche y otros aperitivos, dejando una zona exclusiva -la parte céntrica y el frente del escenario- para bailar, donde se podían ver bastantes alumnos bailando o hablando con sus bebidas.

—¿Realmente me hiciste venir a esto? —alcanzó a susurrar Travis a mi oído, examinando la multitud que había comenzado a bailar.

—Perdón —me disculpé, mirando el gentío con una mueca.

Mientras caminábamos, un cuerpo me empujó hacia atrás por accidente. El chico cabizbajo de cabello castaño que me había chocado levantó la cabeza disculpándose, dejando a la vista su rostro. Alexander Williams llevaba una libreta en la cual había estado escribiendo hacia unos segundos atrás -tal vez por eso me había llevado puesta- y me examinaba tras sus lentes con cara de pocos amigos.

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