Capítulo 69: Sorpresas

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La abuela va con nosotras y se quedará en mi antigua casa hasta después de año nuevo, lo que es fantástico ya que va a ayudar a mamá a organizar todas esas comidas y fiestas de las que siempre ha estado a cargo pero que con su nuevo trabajo, se le está haciendo imposible realizar. Además, sé que después de la muerte de Edith, la abuela quería más que nada venir a acompañar a mamá pero ella no la dejó hacerlo, le pidió que por favor no me dejara sola en Santiago, que me cuidara porque también serían meses difíciles para mí, y mierda, que sí lo fueron.

Estaciono el auto afuera de mi casa para dejarla pero no me bajo a saludar, sé que no debe haber nadie en casa y en mi mente solo está llegar al departamento de Diego, rodearlo con mis brazos y besarlo de una vez por todas. Debe estar agotado, ha estado trabajando demasiado, estoy segura que desde que lo promovieron hace dos meses, no duerme más de dos horas por día pero ahora que estaré todos los días con él, lo obligaré a hacerlo. Además de demostrarle todo el amor que lleva contenido dentro de mí desde la última vez que nos vimos hace un mes.

Espero pacientemente en el pasillo de su edificio esperando a que me abra la puerta y cuando lo hace solo envuelto en una toalla y con el torso lleno de gotitas de agua comprendo por qué tardó tanto en llegar a la puerta. No nos esperaba porque llegamos un día antes al atardecer pero su sonrisa se hace enorme una vez que nos ve.

—¡Pero si son mis dos chicas favoritas! —nos rodea a ambas con sus brazos todavía mojados pero eso ya no importa, estamos donde deberíamos estar. Al fin.

—No pudimos esperar un día más para verte.

—¿No debías ir a revisar tu último examen mañana? ¿Ese del que tenías miedo?

—Sí, pero nos enviaron un correo con las notas y estoy más que aprobada así que pensé que era más necesario para nosotras, venirnos a dormir contigo.

—¿Eso quiere decir que eres libre?

—Sí, y también que soy oficialmente una chica de cuarto año.

—Y yo soy su orgulloso novio —me besa en la frente y ante una mirada enojada de Cassia, besa la suya también antes de tomarla en sus brazos—. No te pongas celosa, ratoncito, también hay besos para ti.

Le llena la cara de besos y mi hija no hace más que reír. Al igual que yo, cuando está con él parece que su mundo vuelve a brillar, es mejor.

—Voy a vestirme y las llevaré a cenar —deja a Cassia en el suelo y ella se va directamente al sillón donde la televisión está encendida. Diego aprovecha su distracción para acercar sus labios a los míos—. ¡Dios! Las extrañaba tanto, me alegro de que estén aquí.

—Nosotras también te extrañamos.

Toma mi cara con delicadeza y pega sus labios a los míos. No sé si fue el mes separados o qué cosa pero mi mente se queda completamente en blanco con su beso. ¡Dios! ¿Cómo es posible que cada vez que me bese no sea capaz de pensar en nada más que en él?

La cena estuvo maravillosa y tal vez hubiese terminando en algo un poco más romántico si ambos no nos encontráramos tan agotados como estábamos. Luego de hacer dormir a Cassia en su habitación —sí, Diego habilitó una habitación especialmente para ella— creo que ambos teníamos la misma idea en mente; desnudarnos y recuperar el tiempo perdido pero una vez que llegamos a la habitación caemos rendidos en la cama. No debo haber dormido más de seis horas en total en esta última semana y esto segura de que el tampoco, además, tenemos tres meses para recuperar el tiempo, una noche no hace la diferencia.

***

Me despierta un beso en la frente y sonrío antes de abrir los ojos, el próximo es en mis labios.

—Buenos días —saludo radiante antes de mirar el reloj y enarcar una ceja—. ¿No deberías estar en el trabajo?

—Me ha dado una intoxicación alimentaria —me guiña uno de sus bellos ojos y estira su mano hacia mí para que la tome—, debe haber sido el sushi de anoche.

—Ni siquiera comimos sushi.

—No, pero eso ellos no lo saben.

—Eres increíble —niego con la cabeza sin poder evitar reír.

—Ven conmigo.

—¿Dónde?

—Bueno, pensé en traerte el desayuno a la cama como suelo hacer pero se me ocurrió otra idea que tal vez te gustará más.

—¿Ah, sí? ¿Y qué idea es esa?

Estira nuevamente su mano y esta vez sí la tomo antes de seguirlo por el departamento. Se detiene ante el ventanal y abre la cortina, en el balcón tiene una mesa armada para los dos, con una preciosa vista al mar de un precioso día.

—Esto es... maravilloso.

—¿Te gusta? —mueve una de las sillas para que yo pueda sentarme y luego se acomoda frente a mí.

—Me encanta.

—Eso está muy bien, porque tengo otra sorpresa para ti.

—¿Otra?

—Sí.

Me da un sobre blanco que estaba encima de la mesa y yo no tardo en abrirlo, no imagino qué pueda ser, es por eso que me muero de la curiosidad. Leo con cuidado para comprenderlo todo y luego lo miro con cara de confusión.

—¿México?

—Hemos tenido un año bastante agotador, así que pensé que sería bueno que nos tomáramos un pequeño descanso lejos de todos por una semana. Cuando acabó nuestro viaje a Bahía Inglesa te dije que sería el primer viaje de muchos que tendríamos los tres y planeo cumplirlo. Además, los compré en la fecha de nuestro primer aniversario, ¿no sería bueno celebrarlo en un lugar así de mágico?

—Esto es... tú eres... —estoy sin palabras, me lanzo a sus brazos sin poder detenerme—... Eres perfecto, Diego Gassmann.

—Intento serlo, pero solo cuando se trata de ti, Elizabeth Grayson.

Cartas a BenjamínWhere stories live. Discover now