chapter four

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Luego de insistir por unos minutos, Jinhwan decidió salir de su dormitorio. 

—Solo porque te amo —se limitó a decir. 

—Bien, ¿qué te gustaría hacer? —pregunté risueña una vez que ya estábamos sentados en el gran sofá de su sala.

—Regresar a mi habitación —dije. Suspiré cansada de su actitud borde hacia mi. 

—Traje algunos apuntes de la universidad, ¿te gustaría leerlos? —le pregunté. Él asintió, intentando controlar su indiferencia. 

—¿Tienes examen? —me preguntó. 

—Si, la próxima semana —le dediqué una sonrisa al ver cómo se estaba esforzando por mantener una conversación amigable. 

Saqué los apuntes acerca de los significados de los sueños y comenzamos a leer. A Jinhwan le interesaba mucho lo que yo aprendía en la universidad. Aún me sorprendía el porqué no había entrado a la carrera de Psicología en lugar de Ingeniería en Computación, carrera la cual obviamente aún no pudo finalizar debido a su enfermedad. 

Pude notar que Jinhwan estaba muy intranquilo y nervioso. Esto último lo comprobé al ver que estaba sudando en demasía, aun cuando el clima no era caluroso. También se removía incómodamente en el sofá y observaba su celular a cada segundo. 

—¿Qué ocurre? —le pregunté. Jinhwan me observó dubitativo unos segundos. 

—Nada. 

—Amor, estás sudando como cerdo y ni siquiera hace calor. ¿Por qué estás nervioso? 

Jinhwan suspiró rendido. Sabe que a mi no me puede engañar.

—Si le digo ¿le dirás a mis padres? 

Una corriente de tristeza inundó cada rincón de mi cuerpo. Un déjà vu me hizo recordar a cuando él me decía lo mismo cuando éramos pequeños al romper algún jarrón costoso de su madre. Solo que ahora las circunstancias eran mucho más diferentes. 

—No —mentí. Él suspiró y luego de algunos segundos en donde luchó contra él mismo para contarme, comenzó a hablar. 

—Desde que desperté comencé a recibir llamadas anónimas. Me decían que ya sabía en donde vivía. Que me tienen vigilado y que pronto vendrán a lastimarme. En las llamadas me decían que había alguien fuera de mi hogar, esperando por mi. Y yo furioso salía para golpearlo. Porque es el colmo que no me dejen estar en mi hogar en paz. Pero cada vez que salía, no había nadie. Seguro se han estado burlando de mi. Mi celular ha sonado todo el maldito día, volviéndome loco. 

Asentí, intentando procesar las palabras de mi novio. Su situación está aún peor de lo que imaginaba. 

—Mientras que estuve aquí ¿tu móvil sonó? 

—Si, cinco veces. ¿Por qué? ¿no lo escuchas? —negué con mi cabeza. Jinhwan suspiró y se echó para atrás, acomodándose en el sillón. Se notaba frustrado.

—Amor, no puedes dejar las medicaciones —dije suavemente, acurrucándome a su lado. 

—Lo sé. Es que son muchas por día. Y si llegó a pasarme puedo tener una intoxicación. Le temo más a eso que a las estúpidas voces en mi cabeza —algo en su tono de voz me decía que eso no era por completo verdad.

—¿Por qué no le permites a tu madre volver a tener el control de los medicamentos? Ella te los dará cuando sea el momento y no correrás el riesgo de excederte —dije acariciando su cabello. 

Tiempo atrás los doctores le dijeron a los padres de Jinhwan que ellos tengan el control de los psicofármacos. Jay toma tanto píldoras como gotas y debe hacerlo varias veces al día a diferentes horarios, por lo tanto es muy difícil recordarlo. Es por eso que la madre era la encargada de hacer que él tome sus medicamentos. Pero tiempo después Jay se hartó de eso, decía que parecía un niño pequeño. Se quejaba que, el día que su madre ya no esté, él sería un inútil y moriría por no saber cómo tomar sus píldoras. Aún así sus padres no permitieron que él tenga el control de tan importante fármaco, hasta que Jinhwan dejó de tomar sus pastillas. Las escondía debajo de su lengua y luego las tiraba. Allí tuvo su primer recaída. Luego de eso sus padres le permitieron tener el control de sus psicofármacos, con la condición de que los tome todos los días, sin falta. Jinhwan hizo caso, hasta ahora. 

—No puedo hacerlo, si ella se entera que no he estado tomándolos se culpará a ella por haberme permitido hacerlo por mi cuenta —sabía que era verdad. La madre de Jinhwan pensará que fue su culpa y no se sentirá mal. 

—¿Y por qué no los tomas? —pregunté. Intentaba entenderlo pero a veces no podía. 

—Ni yo lo sé. Cuando es la hora de hacerlo, algo dentro de mi me dice que no lo haga. Y sé que está mal pero es tan fuerte que... me supera. Y si lo tomo, una voz me dice que tome más de una. Es más, me pide que tome toda la tableta. Pero sé que eso me mataría así que intento controlarme. Pero no sé por cuánto tiempo más me podré controlar. 

Tanto su mirada como su tono de voz eran serios, lo cual me demostraba que por primera vez en días me era completamente sincero. Pero en lugar de aliviarme, me asustó. Comencé a temer por mi novio. Las voces en su cabeza no eran usualmente agresivas y nunca habían atentado en contra de él. O al menos eso nos decía Jinhwan. Ahora no sé qué pensar. En definitiva la mejor opción era hablarlo con sus padres. 

Jinan volteó a verme y, al notar que estaba asustada, me sonrió levemente.

—Te amo demasiado. No sé qué haría sin ti. 

Completamente hipnotizada por su belleza, uní sus labios con los míos. Los besos de Jinhwan nunca se volverían antiguos para mi. Sus labios eran adictivos Y Jinan era un muy buen besador.

Luego de una sesión de besos continuamos leyendo mis apuntes. Si bien amaba pasar tiempo con mi novio, era muy importante que apruebe este examen. 

Luego de diez minutos leyendo, Jinhwan se levantó histérico del sofá.

—Lo siento pero ya no puedo más, necesito atender. El sonido de mi celular hará que mi cabeza explote —dijo y tomó su móvil en sus manos. Atendió. —¿Hola? —se quedó varios minutos con el celular pegado a su oreja. Tomo estaba en silencio. Desde el sofá podía escuchar que nadie había respondido del otro lado de la línea. —Demonios —dijo y corrió hacia la puerta principal de su hogar. 

Me levanté inmediatamente del sofá para seguirlo. Al salir Jinhwan se quedó parado varios segundos afuera, observando a la nada. 

—Amor —le dije. Jinan volteó a observarme. 

—Sé que el celular no está sonado pero yo lo escucho. Escucho ese maldito timbre en mi cabeza y no se apaga. Ahora sigue sonando. No le bastó que atienda. Me siguen molestando —dijo rompiendo en llanto. 

Con el corazón en mis manos me acerqué a él y lo dirigí al sofá. Tomé en mis manos a su celular y lo apagué, tal vez así aquel sonido deja de molestarlo. 

No regresé a leer los apuntes. Me quedé junto a Jinhwan acurrucada en aquel cómodo sofá toda la tarde, haciéndole caricias y besándolo cada vez que podía. Mientras que Jinhwan me hablaba acerca de que el vecino constantemente lo vigila desde su hogar. Dice que varias veces lo ha encontrado observando la casa de Jinhwan gracias al gran ventanal de su dormitorio. Dudo que lo que me diga sea verdad. Esto debe ser una más de sus alucinaciones. Pero en silencio lo escucho. Jay ya ha tenido demasiado desgaste emocional por hoy. 

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esquizofrenia ↬ jay/jinhwan & tu [iKON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora