33. Te quiero, no lo olvides.

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- Para el carro señorito, ya habrá tiempo para esas cosas, ahora vámonos a comer que me muero de hambre.- dije cortándole el rollo. El puso una sonrisa burlona y después bajamos al garaje para ir en coche al restaurante.

Durante el trayecto leí un mensaje de Tyler preguntándome que si me venía bien quedar para empezar a hablar de nuestros proyecto, antes de responderle le pregunté a Anto que a que hora tenía que estar en el aeropuerto.

- A las cinco en punto.- dijo sin desviar la mirada de la carretera.

- ¿Me estas diciendo que solo nos quedan tres horas juntos?

- Me temo que sí amor, y no estoy para nada preparado.- dijo francamente.

- Creo que deberíamos de hacer una cosa Anto, en vez de amargarnos estas tres últimas horas, deberíamos de disfrutarlas al máximo y no pensar en el tiempo, porque al fin y al cabo te vas a acabar yendo, eso no lo podemos cambiar.

- Tienes razón petite, ahora vamos a comernos nuestra pasta favorita y yo por lo menos voy a tomar postre doble, porque estoy seguro de que en Rusia no los voy ni a probar.

Aparcó en la puerta de nuestro restaurante italiano preferido y ambos bajamos del coche a la vez. Mientras Anto hablaba con el metre yo le mande un mensaje a Tyler diciéndole que se viniera a mi casa a eso de las cinco y media.

Nos sentábamos en la mesa que solíamos frecuentar y pedimos lo de siempre.

- He quedado por la tarde con Tyler, para empezar a hablar de la academia.

- Prefiero que este con él por la tarde a que este sola dándole vueltas a la cabeza, te vendrá bien un poco de compañía. Aunque ya sabes que el musculitos ese sigue sin caerme del todo bien.

- Es mi amigo, yo le tengo mucho aprecio. Además, estoy deseando empezar el proyecto.

- Hablando de eso, como bien sabes petite, lo mío es tuyo. Así que si necesitas algún tipo de ayuda econo...

- No hace falta ni que termines la frase.- le interrumpí.- Sabes perfectamente que tengo mi dinero ahorrado de cuando trabajé en la cafetería.

- Lo sé, pero lo digo por si es necesario un poco más ya sabes que puedes contar conmigo. Todo aquello que se trata de ti no tiene precio que no me pueda permitir, así que ya sabes...

- Mira que eres pesado.- dije rodándo los ojos. Cuando por fín llegó la ansiada la disfrutábamos mientras charlabamos de lo increíbles que han sido estas vacaciones. Después de doble ración de tiramisú abandonamos el local con dos kilos más cada uno.

Una vez que llegamos a casa decidimos darnos un baño en la piscina ya que hoy estaba siendo un día realmente caluroso en Madrid. Creó que Antoine había perdido la noción del tiempo,  pero yo sabía perfectamente que en una hora y cuarenta y cinco minutos deberíamos de ir en el coche rumbo al aeropuerto. Cuando salimos del agua decidimos jugar una partidilla al baloncesto, y a pesar de que el bikini no era la mejor equipación, o al menos, no la más segura, nos lo pasamos de maravilla. Ya que la altura de ninguno era lo suficientemente alta para parecerse a la de Michael Jordan Anto me subió en sus hombros y yo intentaba marcar alguna canasta. En el intento de poder medir dos metros no caímos al suelo, el cual agradezco que fuera césped ya que gracias a eso no acabamos en urgencias. A ambos nos dió un ataque de risa del que nos costó salir. También pusimos el temporizador en su móvil e hicimos algunos fotos demasiado graciosas.

Por desgracia tuve que arruinar el momento diciéndole que deberíamos de cambiarnos si no queríamos llegar tarde al aeropuerto. Él miró su reloj de pulsera y puso cara de asombro al mirar la hora, seguramente pensó en lo rápido que había pasado el tiempo.

Amor Por Despiste Where stories live. Discover now