06 [Editado]

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OWEN

Un sonido estridente me hizo despertar casi de inmediato. La alarma del despertador.

Gruñí adormilado y apagué el ruidoso aparato. Un día nuevo estaba iniciando, por lo que me restregué los ojos con mis puños cerrados tratando de alejar el sueño. Solo esperaba que el día fuera mejor que el pasado. El día anterior había sido... interesante. Lo que menos había esperado era que Kara fuera mi nueva alumna... y vecina.

Eso era extraño. Demasiado. ¿Acaso el destino la había puesto frente a mí para hacerle pagar todo lo que me había hecho? ¿O era una simple coincidencia? No lo sabía, pero estaba seguro de que, de alguna manera, iba a sacar provecho de esto, de encontrarnos de nuevo.

Con un suspiro cansado, retiré las sábanas de mi cuerpo y entré a la ducha. El agua fresca pareció relajar un poco la tensión de mis músculos y lo agradecí. Quince minutos después me encontraba poniéndome una camisa oscura y unos pantalones color crema.

Coloqué un poco de café en la cafetera, la prendí y en lo que se preparaba encendí el estéreo y puse la música en un volumen bajo. No quería que la chihuahua rabiosa que tenía como nueva vecina tocara mi puerta a estas horas exigiéndome apagarla mientras espuma escurría de su boca. No estaba de ánimo para tratar con ella.

Cuando faltaba un poco menos de media hora para que las clases empezaran, salí del departamento y vi que ella lo hacía también.

Estaba a punto de decirle algo sarcástico e hiriente cuando elevó su mirada a la mía y vi sus ojos apagados. Parecía cansada, triste, así que me mordí la lengua y mantuve mi boca cerrada. Me dio un brusco asentimiento de cabeza antes de ponerse sus gafas negras, elevar el mentón y bajar las escaleras hacia el estacionamiento.

Fruncí el ceño ante eso. Fue... raro. Parecía como si se hubiera blindado a sí misma ante mis ojos. Como si se hubiera puesto una armadura invisible.

¿Seguramente la estaba pasando mal?

«No me interesa».

Ignoré la punzada de culpabilidad que vino con el pensamiento y seguí mi camino.

***

La universidad se encontraba a menos de veinte minutos de mi departamento, por lo que llegué cuando faltaba un cuarto para la hora siguiente. Me dirigí a firmar mi entrada y luego me encaminé al salón donde algunos alumnos ya se encontraban sentados. Busqué a Kara entre la multitud de rostros, pero no la pude encontrar.

¿Se estaba saltando la clase? ¿Había pedido cambio de salón? No creía que fuera así. Kara no parecía ser una cobarde que huía en vez de enfrentar las cosas. ¿O tal vez eso había cambiado con el tiempo también?

Me dije que debía dejar de pensar en ella. Me concentré en la clase que iba a dar y cuando llegó la hora de empezar, pasé lista y comencé.

—Hoy vamos a ver el balance entre la oferta y la demanda. Supongo que leyeron el tema que les encargué ayer, así que preguntaré al azar.

Tomé la lista y la escaneé con la mirada. Estaba por elegir un nombre cuando escuché un golpe en la puerta que me distrajo. Era Kara.

—Buenos días, profesor, ¿puedo pasar? —inquirió. Sonreí burlón al verla y asentí.

—Adelante.

Kara pasó, tomó asiento y sacó un cuaderno que parecía viejo para luego mirarme; yo aún no había quitado mi vista de ella. Me puse de pie, rodeé mi escritorio y me recargué en el borde cruzando los brazos sobre mi pecho.

Sin ver atrás ✔ (EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora