08 [Editado]

203K 17.5K 2.2K
                                    

OWEN

Cuando llegué a casa después del gimnasio, me sentía agotado física y mentalmente. Las cosas que le dije a Kara, lo que dije de ella... No me sentí bien después de saber que la había herido; al contrario, me sentía como una completa y total basura.

Ese no era yo. Ese no era para nada yo. ¿Qué me estaba pasando?

Me dirigí al estéreo para encenderlo y poner música, pero luego recordé lo mucho que le había molestado a Kara el día anterior. Suspirando, lo encendí a un volumen moderado. Fui a darme una ducha rápida para deshacerme del sudor y el sentimiento de suciedad que me cubrían.

Me volví a preguntar qué me estaba sucediendo. Yo jamás había tratado a una mujer tan mal, ni siquiera cuando se lo merecía, y aunque con Kara era diferente, sentía que era inevitable; como si algo dentro de mí estuviera programado para reaccionar así ante ella.

Terminé de bañarme, me vestí con unos pantalones deportivos y me dirigí a la cocina para ver qué podía comer. Sabía que debía ingerir algo, pero la culpa estaba hecha un nudo en mi estómago, quitándome el hambre. Por un momento pensé en ir a disculparme con Kara, pero lo más probable era que me rompiera la nariz nada más abrir la puerta. O que me pateara en las bolas. Además... estábamos a mano. O eso era lo que quería suponer.

Tantos años de humillación de ella, tanto tiempo planeando mi venganza, alguna forma de hacerle pagar las cosas que me hizo, para que ahora mi conciencia viniera a hacer acto de presencia. Y ni siquiera había hecho algo tan malo, ¿cierto?

Sacudiendo la cabeza cerré la puerta de la nevera y me dirigí a mi habitación antes de perder mi orgullo y dignidad e ir a disculparme con ella.

Me tumbé sobre la cama y puse mi antebrazo sobre mis ojos pensando en este último par de días. Todo me había estado yendo bien, incluso, pensándolo bien, debería agradecerle a Kara. Bueno, no hasta ese extremo, pero si ella nunca me hubiera molestado por mi apariencia, probablemente nunca me hubiese animado a bajar de peso.

Resoplé dándome cuenta de a dónde estaban dirigiéndose mis pensamientos.

¿Darle las gracias a Kara? ¿En serio? ¿Acaso me estaba volviendo loco?

Seguramente había trabajado demasiado duro y se me había zafado un tornillo durante el entrenamiento. Después de que Kara se había ido, Dan me abordó y me dijo que no debía ser un completo imbécil con ella; que, si miraba bien, me daría cuenta de que ella también tenía una vida dura.

Lo mandé a volar y le dije que no se entrometiera. Además, ¿a él qué diablos le importaba lo que yo hiciera o dejara de hacer con Kara? No eran nada. Ni siquiera estaban saliendo. Pero claro, él planeaba meterse en sus pantalones y defenderla podía hacerlo ganar puntos con ella.

El sonido de mi teléfono me sacó de mis cavilaciones. Me puse de pie con rapidez y lo encontré en el bolso trasero de los pantalones que había arrojado sobre el suelo. Menos mal que no se había roto.

Sonreí al ver la foto de una bella rubia sonriéndome desde la pantalla.

—Hola, Lena.

Hola, Owen. ¿Cómo estás? —preguntó con su dulce voz. Sonreí con tristeza y me dejé caer en la cama de nuevo.

—Bueno... bien. —Mi voz sonaba insegura y ella, que me conocía mejor que nadie, lo notó de inmediato.

¿Qué sucede, todo bien?

—Pues así que digas bien, bien... no —admití. Un suspiro se escuchó al otro lado de la línea. Oí voces amortiguadas al otro lado e imaginé que Lena había intentado tapar la bocina.

Sin ver atrás ✔ (EN LIBRERÍAS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora