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A medida que las estrellas se iluminaban en el cielo nocturno, Chat Noir y Ladybug continuaron mirándose, cada uno inmerso en sus pensamientos y emociones. El silencio entre ellos era revelador, cargado de la tensión de una revelación que había sacudido sus cimientos, pero también de la confianza que habían construido a lo largo de su relación.

Finalmente, Chat Noir suspiró y pasó una mano por su cabello desordenado. —Marinette, entiendo tus razones para mantener tu identidad en secreto, pero no puedo evitar sentirme herido por no haber sabido antes. Creí que compartíamos todo como compañeros y amigos.

Marinette bajó la mirada, sintiendo el peso de su error. —Lo siento mucho, Adrien. No fue mi intención lastimarte, pero cometí un error al no decírtelo antes. Me he dado cuenta de que la honestidad es crucial en nuestra relación y no debería haber guardado este secreto.

Chat Noir asintió lentamente, suspirando con resignación. —Sé que no lo hiciste con malicia, Marinette, pero necesito tiempo para procesar esto. Te agradecería que me dieras un poco de espacio mientras trato de comprender mis propios sentimientos.

Marinette asintió, con una expresión comprensiva en su rostro. —Por supuesto, Adrien. Entiendo que esto es mucho para asimilar. Estoy aquí cuando quieras hablar.

A pesar de la tensión, ambos héroes sabían que estaban comprometidos con la causa y con su amistad. Habían enfrentado villanos, desafíos personales y momentos de incertidumbre juntos. Esta nueva prueba no sería diferente, aunque fuera emocional en lugar de física.

Con un asentimiento mutuo, volvieron a transformarse en Adrien y Marinette, listos para regresar a sus vidas diarias. Se despidieron con una sonrisa amable y se dirigieron en direcciones opuestas, cada uno perdido en sus pensamientos.

Adrien había estado atravesando una montaña rusa emocional desde que descubrió la verdadera identidad de Ladybug. Había tomado la decisión de revelar su propio secreto como Chat Noir, pensando ingenuamente que eso fortalecería su vínculo con Marinette. Sin embargo, el shock de darse cuenta de que ella también le había ocultado su identidad como Ladybug lo había sumido en una mezcla abrumadora de traición y confusión.

Noches tras noche, mientras reposaba en su cama, las sombras del pasado se cerraban a su alrededor. Recordaba la manera en que su padre, Gabriel Agreste, había tejido una red de secretos y manipulaciones a su alrededor durante años. Sentía que estaba atrapado en un ciclo familiar que lo dejaba vulnerable y desprotegido.

En una noche particular, Adrien se despertó empapado en sudor después de un sueño vívido. Había soñado con su madre, Emilie Agreste, una figura dulce y amorosa que había fallecido cuando él era niño. En el sueño, ella le había sonreído con ternura y le aseguraba que todo estaría bien. Pero al despertar, la cruda realidad volvía a abrumarlo y el dolor de la pérdida lo inundaba.

Fue entonces cuando Adrien decidió que necesitaba un cambio, una forma de enfrentar sus demonios internos. Comenzó a pasar más tiempo con su hijo Louis, un niño lleno de vitalidad y creatividad que siempre tenía la capacidad de arrancarle una sonrisa. Aunque Louis notaba la tristeza de su padre, hacía todo lo posible por animarlo con ocurrencias y momentos especiales.

—Papá, ¿por qué estás triste? ¿Puedo hacer algo para hacerte sentir mejor? —Preguntó Louis con ojos llenos de preocupación.

Adrien se agachó para estar a la altura de su hijo y le acarició el cabello. —Oh, Louis, no es tu responsabilidad hacerme sentir mejor. Pero tu compañía siempre me alegra el día.

Louis le regaló una tímida sonrisa y lo abrazó. —Siempre estaré aquí contigo, papá.

Mientras Adrien intentaba enfocarse en su hijo, continuaba recibiendo mensajes de Marinette. Notaba en sus palabras la angustia por la distancia entre ellos y la falta de comunicación. Finalmente, un día, Adrien decidió que era hora de enfrentar la situación. Era el momento de hablar y aclarar las cosas de una vez por todas.

Se encontraron en un tranquilo café, y en el instante en que sus miradas se cruzaron, la tensión en el aire se hizo palpable. Sin embargo, ambos estaban decididos a abrirse y afrontar lo que viniera.

—Adrien, lamento mucho no haberte dicho que era Ladybug. Fue un error, y entiendo por qué te sientes lastimado —comenzó Marinette con honestidad.

Adrien suspiró y miró sus manos con pesar. —Me sentí traicionado, Marinette. He pasado por situaciones similares con mi padre y me juré a mí mismo que nunca permitiría que mi relación estuviera basada en secretos y mentiras.

Marinette bajó la mirada, comprendiendo la seriedad de la situación. —Entiendo tu perspectiva, Adrien. Pero también estaba asustada de que si sabías que era Ladybug, te preocuparías aún más por mí durante las batallas.

Adrien asintió lentamente. —Entiendo tus razones, pero eso no justifica que ocultaras algo tan importante. Necesitamos confiar el uno en el otro.

Después de un largo y emotivo intercambio, ambos se dieron cuenta de que no podían vivir separados. Se abrazaron, sintiendo la conexión profunda que siempre había existido entre ellos. A medida que la tarde se desvanecía en la noche, la tensión se transformó en pasión y finalmente cedieron a sus deseos.

En el calor del momento, se dieron cuenta de cuánto se amaban y lo profundamente conectados que estaban. Tras compartir ese momento íntimo, se prometieron ser completamente sinceros y abiertos el uno con el otro. Sabían que había desafíos por delante, pero estaban dispuestos a enfrentarlos juntos, como una pareja que había redescubierto su camino de regreso el uno al otro.

Mi Super Papá  (Adrinette)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora