FRDZ: Friendzone |J.Jungkook

Extra00.•JiEun•.

―¿Tienes una idea de la hora qué es? ―me gritó mi padre. Traté de sentarme sobre el suelo, pero la espalda me dolía demasiado y antes de que pudiese darme cuenta, las lágrimas de miedo corrían limpiamente sobre mis mejillas, silenciosas y traicioneras. Mi cuero cabelludo también dolía, pero quedaba completamente tapado con el resto de la situación.

―Y-Yo...

―Como ibas a saber―comentó al aire con resignación y luego se agachó para quedar a mi altura, golpeando mi frente con un solo dedo―Se te ha intentado de enseñar mil veces y nada entra en esa inútil cabeza.

Su aliento olía a licor y no pude evitar encogerme del asco y arrastrarme unos centímetros hacia atrás.

Entonces el calor se me hizo insoportable, me sentía aprisionada y asfixiada y aunque luchara por un poco de aire fresco sabía que lo último que me convenía hacer ahora era luchar.

―¿Dónde se supone que estabas, mocosa? ―preguntó mi madre de brazos cruzados, justo detrás de mi padre, mirándome desde arriba con desdén y un deje de rechazo.

―Estaba jugando en el bosque con ChaeYoung―me excusé, elevando mi voz para poder ser escuchada, pero aun así parecía inutil―Pero vine antes del atardecer, no es tarde, yo...

―¡Cierra la boca! ―chilló mi madre, obligándome a juntar mis temblorosos labios en una fina y débil línea. Cerró los ojos con molestia y llevó una de sus manos a su sien mientras la masajeaba con insistencia―Tu voz es tan chillona, me fastidias.

"Me fastidias" siempre era lo mismo, todos los días recibía el mismo rechazo y odio por parte de ellos. Nunca podía hacer nada para contentarlos y no entendía por qué sucedía eso. Todos mis profesores decían que había que amar y respetar a nuestros padres, todos mis amigos amaban a sus padres y estos a ellos. ¿Y yo qué? La basura recibía un trato mejor que yo. Lo único que sentía cuando me mencionaban a mis padres era un miedo que me provocaba nauseas, ese era el amor que sentía por ellos.

Asco y temor. Miedo y enojo. Enfado y odio.

Ese era todo mi amor.

Bajé mi mirada con vergüenza mientras trataba de limpiar como podía las lágrimas de mis ojos. Tenía tanto miedo que no podía dejar de temblar, incluso sentía que la voz se me había ido.

―¿Sabes que el atardecer no siempre empieza a las 5 de la tarde? ¿Sabes que cambia debido a las estaciones? ¿Qué mierda te enseñan en la escuela? ―inquirió mi padre con un tono de burla, bajé aún más mi mirada y poco después sentí un golpe en mi barbilla―Mírame cuando te hablo, irrespetuosa.

El golpe fue tal que pude sentir como mi quijada tembló y mi cuello tronó debido al movimiento repentino. Quise abrir la boca para responder, pero cuando lo intenté el dolor se intensificó y solo fui capaz de emitir un sollozo ahogado entre mis labios.

―Tu única obligación es esperarnos con la comida hecha, luego de eso te dejamos sola y en paz todo el día―agregó mi madre―¿Cómo puedes ser tan desconsiderada?

―P-Perdón...―sollocé.

Escuché a mi padre chasquear la lengua, completamente hecho con la situación. Se puso de pie rápidamente a la par que rodeaba mi brazo con su mano y me obligó a incorporarme a pesar de lo mucho que me dolía la espalda. La cabeza me dio vueltas, por lo que, cuando intenté ponerme de pie, uno de estos se dobló haciendo que caiga, pero mi padre ignoró eso, como siempre. Me arrastró hasta mi pequeño cuarto y me tiró sobre el apartado de frazadas donde dormía.

―Quédate ahí y será mejor que mañana no salgas y cumplas con tus únicas tareas―escupió―a esta pocilga le hace falta una limpieza.

Ni siquiera hice el esfuerzo de ponerme de pie o contestar de manera afirmativa. Luego de escuchar como la puerta se deslizaba para cerrarse me acobijé sobre mis mantas a pesar del calor y mordí mis labios para evitar soltar cualquier tipo de sollozo o ruido que pudiese molestarles.