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Luego de unos segundos de solamente tensión, Jisoo decidió hablar e intentar calmar el ambiente.

–Bien.–Respiró profundamente.–Lo primero que debemos hacer es sentarnos y poder hablar civilizadamente. Y tú Lisa, en estas condiciones, no saldrás de aquí.

La pelirroja seguía con la respiración agitada, con sus manos en la cintura, callada, intentando calmarse sin decir ni una palabra.

Jennie tomó la mano de Lisa y la guió hasta el sofá, quedando ambas sentadas al lado de la otra.

–Por favor, hablen con calma. Es lo único que les pido. Sobre todo a ti, Lisa. No hagas una tontería, Jennie te ama mucho y no creo que quiera que te pase algo mal. Las dejaré tranquilas, cualquier cosa pueden llamarme, las quiero niñas.–Jisoo finalizó con una sonrisa, y salió con calma de la casa.

Si no fuera por la dulce morocha que contiene tanta paciencia, dulzura y amor, la situación se habría salido de control hace mucho rato. Jennie sabía que debería agradecerle en cuanto pueda.

Pero ahora la habitación estaba llena de sentimientos fuertes, pesados e intensos. Ninguna sabía que decir.

–Lisa...–Jennie murmuró, llamando a su novia luego de unos minutos de silencio.–Mi padre no merece tu atención, no merece que gastes más fuerzas en él. No vale la pena.

Acariciaba su mejilla con ternura, aún pretendiendo que Lisa se calme.

–No gastaría fuerzas en él jamás, gastaría fuerzas en ti. Todas mis fuerzas si fuera posible. Odio que estes mal, odio que estes triste.–Explicó mientras unía su frente con la de la castaña.

Tomó las manos de Jennie y comenzó a acariciarlas, sintiendo perfectamente las heridas.

–Mira tus pequeñas manos...–Continuaba haciéndoles caricias despacio.–Tu aroma es puramente alcohol, tu voz está quebrada y ronca de tanto llorar. Es simplemente impotencia por no poder hacer nada.

Hubo unos segundos de silencio hasta que Lisa decidió volver a hablar.

–Lo lamento mucho. No era mi intención gritarte y asustarte. Sé que nunca me habías visto así, es una parte de mí que escondo mucho. Perdón, de verdad.

–Detente, no me pidas perdón. El desastre aquí soy yo. No tú.

–No, el desastre aquí es tu padre.–Lisa pudo bromear después de tantas horas, lo que provocó una pequeña risa en Jennie.

–Casi te vas sola y sin tu bastón ¿Sabes lo peligroso que es eso?–Susurró la castaña acercándose al rostro de su novia.–Por favor prométeme que nunca volverás a hacer una tontería como esa.

–Jennie—

–Prométemelo.–Luego de un corto silencio donde Jennie tenia una cara que expresaba un poco de tristeza y preocupación, Lisa habló.

–Te lo prometo.–Ambas sonrieron. Jennie miró a la chica que tenía a centímetros con mucha atención, recorriendo todo su rostro para finalmente parar en sus labios. Sin pensarlo, colocó su mano en el cuello de Lisa y por fin después de tanto tiempo unieron sus labios comenzando un beso lento, que se transformó en uno desesperado en cuestión de segundos. Era como si se estuvieran disculpando con los labios, quienes se movían al compás y con ternura. Era lo único que ambas necesitaban en ese momento.

Lisa llevó sus manos a la cintura de Jennie, apretándola y empujándola hacia adelante para que la mencionada se sentara sobre sus piernas y pudieran continuar el profundo beso con deseo, pasión y varia mezcla de sentimientos. Sus lenguas se encontraban y jugaban a la par que las manos de ambas recorrían el cuerpo de la una y la otra. De un momento a otro la habitación se llenó de ruidos húmedos a causa de los besos y suaves jadeos de vez en cuando.

as she sees | jenlisaWhere stories live. Discover now