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03/05/18

Escuchar el mismo ruido todas las mañanas de lunes a viernes me había dejado de irritar.
Simplemente era un ruido más de los millones que nos rodeaban.

Despertarme temprano también me había dejado de molestar, creo que todo me dejó de molestar. Es como vivir en una constante repetición, donde no sientes nada.

Es como estar programada a hacer todo. Desde despertarme, ir al colegio, comer, llegar a mi casa y finalmente dormir. La vida es algo totalmente estructurada, y en el momento en el que caí en lo que la vida era, mi mundo está sin colores.

A pesar de que ese es mi mayor "problema" (si es que se puede considerar un problema) todavía no les he dicho lo más importante en una presentación.

Soy Jennie Kim, originaria de Gangneung, pero viviendo en Seoul. Tengo diecisiete años, vivo sola en una pensión estudiantil ya que mis padres están en Busan por temas de trabajo.

Ahora mismo estoy yendo al colegio, con un canguro holgado para aparentar un poco más lo flaca que estoy y que no empiezan a bombardear a preguntas, además llevo un jean y los mismos zapatos de siempre con los que camino el mismo recorrido, para subir las mismas escaleras, para hacer lo mismo que hago todos los días.

Pero, esta vez, había un color que llamó mi atención entre todo el edificio blanco.

Unos cabellos pelirrojos que pertenecían a una pálida chica, con manos tan delicadas que sentí que en cualquier momento podrían quebrarse.

Noté que se le estaba complicado subir las escaleras, así que tragué y troté hasta ella. Suavemente eché un suspiro cuando estaba a su lado por el cambio de velocidad que acababa de hacer repentinamente.

Ella seguía sosteniéndose de la baranda de la escalera, y yo la observa. No me sale la voz de la garganta, y es jodidamente molesto.

–¿Tengo algo en la cara a caso?–Preguntó y mi corazón pareció pararse por unos segundos. De acuerdo, no esperaba eso.

–Oh, n-no, no, nada más yo quería ayudar d-digo lo siento si te incomodé, nada, d-debería irme.

Mis problemas de comunicación aparecen otra vez, dejándome en vergüenza como siempre. Me volteé e intenté seguir caminando, pero su dulce voz me detuvo.

–Nah, no te preocupes. Me dio gracia nada más. Aunque... necesito ayuda, es mi primer día y no sé dónde estoy básicamente.–Me comentó sonriendo, llevaba lentes de Sol, y no me atreví a preguntar, pero en mi mente indagó la posibilidad de que podría ser ciega. 

–Ah, sí. Digo, si puedo ayudarte.–Sentí que mis labios se expandieron haciéndome esbozar una sonrisa. Me corrijo, acabo de sentir algo.

–Soy Lisa, Lisa Manoban. Realmente ni siquiera soy de aquí, vengo de Tailandia.–Enredó sus manos y comenzó a jugar con ellas.

–Bienvenida a Corea entonces, la vida aquí...Bueno, tal vez la vida en general.–Reí con un poco de amargura.–Aquí en Seúl todo es  estructurado, un poco opaco y feo. Pero tú podrías encontrar algo que te guste si quieres.–Le estiré mi mano dispuesta a ayudarla a subir las escaleras, ella la tomó y no dio respuesta a mi comentario.

Entramos al gran colegio lleno de caras iguales, y ahí decidí preguntar a donde iba, y por alguna razón, esperaba que le tocará conmigo.

–Voy al salón de Quinto C ¿Sabes donde es?–Preguntó.

–Sí, de hecho, es el mío.–Sonreí, ella guardó el bastón y comenzó a seguirme.

Caminamos el extenso camino hacia mi salón y llegamos. Decidí sentarme al lado de ella pues quise indagar en su personalidad, pero mi inseguridad siempre atacaba a la hora de crear amistades "¿y si le molestos? ¿Si le caigo mal? ¿Si soy pesada?"

as she sees | jenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora