[2: ¿Quién es ella realmente?]

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Ambos llegaron al trabajo juntos y como de costumbre, Levi ya estaba organizando sus papeles, con su característica taza de té. Levantando la vista al escuchar el ruido de la puerta abrirse, Erwin sonrió.

— Buenos días, Levi — saludo Victoria, el chasqueo la lengua y se giro para verla de arriba y abajo.

— Ni tan buenos para ti — respondió frío.

— Levi — dijo Erwin mirándole rápidamente, tomando sus documentos.

— Te hace falta café — dijo rodando los ojos y pasándole unas hojas que ella debía firmar.

— Lo de siempre, ya sabes — el levanto sus cejas mirandola, esperando una repuesta más detallada. Pero esta solo se encaminó a su oficina.

Su "pequeña cueva" era todo lo contrario al apodo que le habían puesto sus empleados y amigos. La oficina era algo grande, con un escritorio negro bastante elegante. Encima de este habían algunos papeles, fotos, y un pequeño porta lápices. Detrás de este estaba su silla, que era a ruedas y bastante cómoda.

A la derecha había una gran estantería llena de reportes, archivos y algunos libros que eran única y solamente para ella, y por las esquinas habían algunas flores de papel que había comprado hace ya un tiempo.

A la izquierda había un amplio sofá negro con cojines blancos y grises. Enfrente de este una mesa de cristal con una pequeña planta que estaba centrada y a los costados de esta dos sofás individuales. Y las paredes que estaban pintadas de color negro, estaban decoradas con cuadros, los cuales eran iluminados por la fuerte y gran luz que colgaba del techo.

Y, a pesar de que su oficina reflejaba la elegancia y la seriedad, un sentimiento de tristeza la indundo por completo.
Odiaba con todas sus fuerzas esta maldita habitación, sobre todo porque le recordaba todos los momentos que paso junto a ella.
Porque le recordaba todas las lagrimas que había derramado. Y porque recordaba aquel triste verano en el que ella se fue.

Las lagrimas no tardaron en salir y un aura triste y melancólica indundo la oficina. Se odiaba tanto... si tan sólo pudiera revivir aquel momento y cambiarlo... quizá las cosas serían diferentes... y quizás Eren y ella estarían juntos...

Una punzada de dolor cruzó su pecho al recordar a Eren... el nisiquiera la recordaba nada acerca de ella y eso le vino como balde de agua fría.
¿Cómo era posible que el no se acordara de (T/N)?¿cómo?... ¿acaso solo ella estaba destinada sufrir? ¿a recordar una y otra vez aquel día?...

Se lo merecía... se merecía sufrir por el resto de su vida.

Las lagrimas se intensificaron, sus ojos estaban irritados, rojos y con grandes ojeras de tanto llorar. Eso era lo unico que hacía desde que ella se fue.
Y sólo habían pasado cuatro meses... cuatro meses de puro dolor y tristeza...
Un sollozo se escapó de sus labios, a la par que la puerta se abría dejando ver el serio rostro de Erwin, y en sus manos traía las tazas de café. Al verla de esa forma, se alarmó.

— ¿Estás bien? ¿Qué pasó? Mírame — dijo acercándose a paso apresurado a ella, tomando sus delicados brazos entre sus manos. Victoria suspiro temblorosa, secando sus lagrimas.

— Erwin... ¿cómo pudiste perdonarme? ¿Porque sigues aquí? — preguntó, tomando aire de forma brusca. El negó repetidas veces sin dejar de verla.

— ¿Que clase de hombre seria si te dejara sola? Victoria tu eres... no puedo dejarte — confesó, aferrándose inconscientemente a ella.

Ella solo lloro con fuerza, aferrándose de nuevo a sus brazos, sintiendo como peor que la mierda. Erwin, un hombre al que no solo lo había traicionado, si no, también lo había humillado y dejado como un tonto frente a sus amigos, la consolaba día y noche como si nada hubiera pasado.

Recuerdos ||Eren Jeager||Where stories live. Discover now