Capítulo 2: Every Act Has It's Consequences.

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Una hora y una ducha después, los músculos te arden y te sientes hinchado debajo de los vaqueros y la sudadera, pero estás bastante más despierto.  

El instituto aún está desierto porque falta como media hora para que empiecen las clases, así que te paseas solo por el pasillo, el macuto pesando en tu hombro, el pelo mojado, pensando en todo y en nada, y en que Kevin les va a hacer la vida imposible en el equipo. En los ejercicios de álgebra que te has olvidado de hacer y en…  

Louis.  

Louis que acaba de aparecer por el pasillo.  

Con su pelo largo descuidado, la sudadera remangada. Los tatuajes de los brazos al aire y la sonrisa retorcida en la boca.  

A veces no sabes si lo hace adrede, lo de parecer un psicópata cabrón y retorcido, o simplemente lo es, pero con los vaqueros rotos, las botas de motero y la chaqueta que normalmente lleva grita por todo lo alto “Meh, meh, meh, peligro, inflamable”  

Te sonríe cuando lo ves y tú solo ruedas los ojos, porque ¿con Louis? El mismo rollo de siempre, apenas te habla, o te mira. Pero siempre está dispuesto a joderte la vida.  

Te apartas hacia la izquierda para tener el camino despejado, pero él se mueve hacia el mismo lado, como si estuviesen jugando con espejos y él intentara imitarte.  

Quiere cabrearte.  

Pero esta mañana ya has hecho tu dosis de ejercicio suficiente y los brazos te duelen de levantar pesas, no tienes ganas de pegarle ningún puñetazo a nadie ni mucho menos de empezar una trifulca.  

Cambias a la derecha y él te imita. Apenas están a tres pasos y te ha bloqueado el camino.  

Te mira desde abajo, es como un palmo más bajo que tú, pero es más amenazante. Es raro. No es más alto que tú, y no es más corpulento. Y desde luego no es por los tatuajes ni las pintas de gamberro.  

Es algo más.  

Es como un aura amenazante que avisa de que está en el límite recomendable de lo que sea que le moleste de la vida. Que está apunto de estallar y sin saber por qué, te vas a cargar los platos rotos.  

Es eso, o quizá solo es la mirada perdida en los ojos azules, irónica y socarrona. Todo junto y solo para ti, porque normalmente pasa de mirar a nadie.  

Está tan cerca de ti que lo puedes oler, y quieres pasar pero te corta el paso de verdad, casi amenazante, con su cuerpo. Abres la boca para decir algo y él solo alza las dejas, riéndose, esperando a ver que tienes que decir.  

Tratándote como a un niño pequeño que está asustado del monstruo bajo su cama.  

—Estás haciéndome perder tiempo, Tomlinson.  

Se aproxima un poco más a ti, y acerca su cara a tu cuello, como olisqueándote. No sabes qué está buscando e instintivamente te echas un poco para atrás.  

All You Are It's On Your Back || Larry StylinsonWhere stories live. Discover now