Capítulo 1: A New Beginning.

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El primer día del nuevo semestre es aburrido.  

Te dan el horario, con cara de malas pulgas, porque la señorita que está en secretaría no parece que conozca ni de lejos el significado de las palabras buen humor. Quizá las conoce por separado pero desde luego no las conoce juntas.  

Lo revisas con desgana mientras caminas hasta tu taquilla y Jade se acerca a ti. La conoces desde que van a preescolar. Tus padres y los suyos se han criado juntos, y ustedes, casi que también.  

—¿Qué te toca a primera?  

Miras otra vez  

—Eeehh… Escritura Creativa.  

—Suena bien —responde ella, metiéndose el pelo detrás de las orejas y sabes que no está coqueteando contigo, pero si no la conocieras, dudarías.  

—¿Qué tienes tú? —preguntas.

—Pff… algebra —rueda los ojos—. Espero aprobar. Esta vez.  

De repente la campana suena y Jade suspira. Se despide haciendo una ola con la mano y tú abres la taquilla, para sacar lo que sea que te vaya a hacer falta en esa nueva clase. Coges el archivador y el estuche rezando para que no te manden demasiado trabajo para casa. El pasillo se va llenando de gente rápidamente, pero sabes que no tardará en despejarse. Después de todo, nadie quiere llegar tarde el primer día.  

Pegas el horario en la puerta de la taquilla y te agachas para meter la mochila y el macuto del equipo de entrenamiento al fondo del todo, para que no te estorbe con lo demás.  

Para cuando te levantas y miras de nuevo, el horario ha desaparecido de la puerta azul metálica.  

Frunces el ceño. Miras a los lados buscando un posible culpable pero no hay nadie cerca, así que por esta vez lo dejas pasar. Cierras, y carpeta en mano, vas hasta la clase 2.2, Escritura Creativa, impartida por el profesor Ruskobetch, conocido cariñosamente por Rusko.  

Cuando llegas a la clase, te encuentras con tu horario. Pegado en el cristal de la puerta, con un garabato que no te molestas ni en leer. Lo arrancas de un tirón y haces una bola con él, listo para tirarlo a la papelera más cercana.  

Quizá debería preocuparte, pero siendo parte del equipo del instituto y pasándote la vida rodeado de los tíos más capullos que te puedas imaginar, había poco que temer de cualquier pardillo que intentara amargarte el primer día de clase.  

Como era de esperar, Rusko les asigna los asientos alfabéticamente. La S te sitúa casi al final de la fila, pero aún queda un asiento detrás.  

Vacío.  

Esperando a ser ocupado, por quién sabes que te perseguirá durante todo lo que queda del resto del semestre.  

Siempre a tu lado, siempre en la mesa de enfrente, o en el asiento de atrás. En el mismo equipo, en los mismos trabajos.  

All You Are It's On Your Back || Larry StylinsonWhere stories live. Discover now