— Lo siento.

— Ven aquí.— Llamó Jungkook

Jimin se acercó y observo a Jungkook abrirle su chaqueta para dejarla a los pies de la cama, Jimin levantó sus brazos cuando Jungkook sacó su polerón dejándolo con una camiseta sin mangas ocultando la mitad de su barriga.

Se levantó quitándose los pantalones y en ropa interior se acostó en la gran cama de Jungkook y el hizo lo mismo. Jimin cerró los ojos sintiendo las caricias muy cariñosas del padre de su bebé. Lentamente acariciando su muslo para subir hasta su cabello y enredarse ahí en las hebras rubias. Podía sentir la respiración tranquila de Jungkook a su lado y eso fue todo para que lo envolviera en una paz completa, sintiéndose amado y protegido a la vez.

Despertó por la tarde sintiendo el luz entrar por la ventana abierta, dejando ver el lindo día de invierno en la helada cuidad de Seúl. Jungkook no se encontraba en la cama, sintiéndose solo, abrazó a la almohada para esperar a Jungkook con la merienda. Era algo en lo cual ya estaba acostumbrado.

Acomodó el almohadón entre sus piernas y siguió durmiendo, hasta que sintió la puerta abriéndose. Jungkook entró a la habitación con una bandeja con un plato de sopa sobre ella y un gran vaso de jugo. Jimin giró en la cama mirando a Jungkook, quien ya se encontraba vestido y formalmente para las clases de matemáticas.

— Puedes quedarte aquí hoy, no hay nadie en el departamento.— Jungkook se acercó dándole un pequeño beso en la frente.— Te traje el almuerzo.

— ¿El almuerzo?— Preguntó confundido.

— Son cinco para las cinco de la tarde.

— Vaya... dormí todo el día.

— Estabas cansado...escuché tus ronquidos toda la tarde.— Río gracioso al recordar nuevamente los ruidos de Jimin al dormir.

— Que yo no ronco.

— Tienes que comer toda esa sopa.— Demandó Jungkook tomando su mochila y su delantal con números bordados.— Te veré más tarde y podremos ver alguna película.

— No quiero que te vayas...— Soltó Jimin derrepente analizando lo egoísta que había sido su comentario.

— Solo serán un par de horas.

— Un par de horas que no estarás a mi lado.

—No seas así...— Se acercó Jungkook dándole un efímero beso en los labios.— Volveré pronto y te consentiré todo lo quieras.

Jimin lo tomó del cuello, uniendo sus bocas en un demandante beso.

— Me tengo que ir.— Jungkook volvió a besarlo.— No hagas tanto esfuerzo al caminar.

— Bien...— Jimin no lo soltó y siguieron besándose con un poco de pasión, fundiéndose aún más sus bocas con desesperación.

Jungkook se zafó de Jimin, antes de que cayera a la cama y no poder salir más de ella. Salió de la habitación arreglando su cabello y aún sintiendo sus labios arder por la mordida que le había dado Jimin. Sonrió abandonando el apartamento y dejando a Jimin acalorado, mientras se daba golpes mentales por no haberse controlado una vez más.

Sus días habían sido algo aburridos ya que cada vez se cansaba con más frecuencia, impidiéndole hacer sus rutinas como por ejemplo acompañar a Jungkook a sus clases o ir a yoga prenatal. Su cuerpo cada vez cambiaba más, poniéndolo triste al observar las estrías que ahora adornaban hasta su trasero. Sus dolores de espalda molestaban, al igual que los dolores de sus pezones. Con cada roce era un pequeño gemido doloroso al usar poleras de un material que no fuese algodón. Con lentitud comió la sabrosa sopa que había preparado Jungkook, el sabía que si no comía, no recibiría dulces cuando Jungkook llegase a casa.
Sin nada más que hacer, bebió todo el jugo de fruta y se levantó suavemente para hacer la cama. Al estar limpia y ordenada la habitación, tomo una camiseta de Jungkook y se la colocó aunque grade le quedase, ocultando su ropa interior. Durmió cinco horas más abrazando la almohada hasta que sintió la voz de Jungkook poniéndolo en alerta y girar por la cama e intentar sentarse sobre el cubrecamas.

Nueve meses [Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora