–¿Y su voz?

–La distorsionaba la máscara, no estoy segura si usaba algo más.

Se quedaron en silencio, quise preguntar porqué pero preferí no hacerlo.

–¿Nos contarías que pasó?

Tomé aire, me sentía un poco más tranquila para hablar de ello.

–Más que nada, fueron golpes, bofetadas porque lo retaba, porque me defendía, porque me quejaba o lloraba... Buscaban cualquier excusa para golpearme.

–Y la razón por la que no quieres que te toquen...

Jugué con mis dedos, intentando no pensar en sus posibles reacciones.

–No tienes que decírnoslo si no quieres. –Intervino Ethan de inmediato.

–Me defendí de dos sujetos que me golpeaban porque él se los ordenó y eso les molestó, no les bastó con golpearme... –Me mordí el labio para controlar su temblor, decirlo en voz alta sólo reafirmaba la realidad. –Me ataron para que no pudiera defenderme e intentó abusar de mí mientras el otro sujeto bebía mi sangre...

Los sentí respirar hondo, estaban tan molestos como estaba yo, quizás lo estaban odiando tanto como lo odio yo.

–Nadie volverá a hacerte daño. –No lo dijo, pero era una promesa.

–Zed. –Le llamó Ethan.

–Ya lo sé, hermano, no necesito que me lo recuerdes.

–¿De qué hablan?

Negaron al mismo tiempo. –No pudimos evitar que algo como eso pasara, pero podemos estar contigo mientras sanan tus heridas.

–Gracias chicos, los quiero mucho.

Después de un rato donde hablamos de todo un poco, Abraham entró pidiendo que nos dejaran solos. Su actitud me pareció extraña, pero no quise preguntar.

–¿Está todo bien?

–¿Por qué no confías en mí?

La pregunta me tomó por sorpresa, en especial porque no entendía de dónde sacaba esa idea.

–¿De qué hablas?

–Zed, Ethan, cualquiera te pregunta sobre lo que pasó allí y les cuentas pero a mí no, ¿por qué?

–Eso no tiene nada que ver con la confianza, Abraham.

Guardó sus manos dentro de sus bolsillos. –¿Entonces?

–No quiero que sigas molesto, que sigas culpándote de cosas que no son tu culpa. Nada de lo que pasó lo podías evitar, pero te aferras a que sí, seguir hablando de ello sólo hará que sigas sintiéndote culpable. –Intenté decirlo de la mejor manera posible, era parte del porqué.

–¿Algún día todo será como antes?

Me mordí el labio, ante su mirada triste, negué. –No hay manera de que yo pueda ser la de antes, Abraham. Todo lo que pasó, no voy a poder olvidarlo y hacer como que nada pasó.

–Yo puedo ayudarte. –Se acercó a grandes zancadas. –Pero no puedo hacerlo sino hablas conmigo, sino puedo estar cerca de ti.

Volví a negar. –No podré olvidarlo aunque me ayudes, con el tiempo quizás aprenda a vivir con esto, pero no lo podré olvidar.

Respiré conteniendo las lágrimas, intentaba mejorar pero cada día siento más y más esa sensación de asfixia que no se va. Cada vez que me miraba al espejo y los golpes no se iban, como sus dedos no desaparecían, menos los recuerdos.

Peligro. |TERMINADA|Where stories live. Discover now