- ¿Qué tal va todo?- pregunté al otro lado de la línea.

- Estoy reventado petite, creo que Simeone me quiere matar un día de estos.- dijo suspirando.- Pero bueno, merecerá la pena. Espero que sepas que te voy a dedicar como mínimo un gol.

- Espero que sea verdad. Nosotros vamos a casa que también estamos cansados.

- He dejado los pases y camisetas en el vestidor.- se oyó cómo alguien le llamaba.- Me tengo que ir petite, no lleguéis tarde. Te quiero.

- Y yo.

Enseguida llegamos a casa, mis amigos fueron a echarse una siesta y yo me quedé en una tumbona leyendo un libro que me envió mi madre.

Cuando se hicieron las siete nos preparamos. Comimos unos sandwiches antes de irnos. Y en un abrir y cerrar de ojos íbamos rumbo al Wanda Metropolitano con un siete a la espalda y una sonrisa de oreja a oreja.

Como era de esperar, el ambientazo se notaba desde la entrada, el estadio estaba abarrotado de aficionados, tanto del Atlético como del Betis. Con nuestros pases entramos enseguida, y desde nuestro sitio gozabamos de las mejores vistas del estadio. Sam y Marta no paraban de hacerse fotos y yo me percaté de que Bea estaba sentada unos asientos a la derecha.

- ¡Hey Elena!- dijo dándome dos besos.

- ¿Cómo estas?

- Muy bien la verdad, pero a ti te veo un poco nerviosa. No te preocupes, yo también me ponía de los nervios al principio, pero nuestros chicos pueden con esto mucha más.- dijo pasando un brazo por mi hombro.

- De eso no cabe duda. Mira, estos son Sam y Marta, unos amigos que han venido a visitarnos. Chicos ella es Bea, la novia de Koke.

- Un placer.- dijo la pareja a la vez. - Te sigo en Instagram, me encantan tus fotos.- añadió Marta como buena fanática de las redes sociales.

- Estoy intentando mejorar mi cuenta, pero no sé si quedará bien. Tengo varias cosas en mente.- le explicó.

Cuando nos fuimos a dar cuenta el partido empezó y todos volvimos a nuestros asientos. No recordaba con la emoción que Sam vivía los partidos, así que os podéis imaginar las risas que nos echamos. Ví a Antoine muy preparado, no paraba de correr de aquí para allá. Se le presentaron varias oportunidades para marcar gol, pero A todas llegó tarde, menos a la tercera, gracias al buen pase de Koke consiguió marcar un golazo por la banda derecha. Un gran sentimiento de euforia creció dentro de mí, vino corriendo a hasta el lateral en el que nos encontrábamos, me apuntó con el dedo y me envió un beso, aclamando la atención de todo el mundo que nos rodeaba. Una carcajada se escapó de mi garganta, le guiñé un ojo y en escasos segundos Sam se avalanzó sobre mí para abrazarme al igual que hizo el resto del equipo con Anto.

El partido siguió y el atleti se confió, haciendo que el Betis marcara su primer gol unos minutos antes del descanso. Sonreí al ver como Antoine animaba a sus compañeros, los cuales se marchaban al vestuario un poco disgustados. Durante el descanso estuvimos haciendo fotos, hablando y cantando con la afición colchonera que no era poca.

Los chicos llegaron con más fuerza que nunca y lo dieron todo en la segunda parte. Haciendo que el equipo rojiblanco sumara dos goles más al marcador. Uno de Koke, ya os podéis imaginar a quien se lo dedicó y el último fue de Saúl, en los últimos minutos de juego. Estuvimos en el Wanda hasta que Antoine salió del vestuario con una sonrisa en la cara. Yo corrí hacia sus brazos, enganché mis manos detrás de su cuello, uní nuestros labios y le dí un beso que sabía a victoria.

- Felicidades cariño, lo habéis hecho genial. Estoy muy orgullosa de ti.- esbozó una sonrisa y escondió su rostro en mi cuello, noté como aspiraba para sentir mi olor.

Amor Por Despiste Donde viven las historias. Descúbrelo ahora