Capítulo 7: Chico Boxers (Boxers Boy)

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Yuuri y Victor regresan del viaje con la hermandad el domingo por la tarde, y la siguiente semana es pura dicha doméstica.

(La nueva cosa favorita de Victor, en particular, son sus tutorías de física.)

—A cambio de toda tu ayuda con la física, te enseñare algo francés. Hay una cosa muy importante que todavía no te he enseñado —le explica a Yuuri, quien hace una mueca de antemano, anticipando una mala broma. Ambos están sentados uno al lado del otro en el escritorio de Victor—. El beso francés.

Yuuri se ríe a su pesar, pero no le concede la lección del beso francés que había estado esperando. —Concéntrate, Victor. Este examen es importante.

—Estoy un cien por ciento concentrado —promete, recostando su cabeza en el hombro de Yuuri y cerrando sus ojos. Desliza una mano por la parte inferior de su remera, sus dedos recorren todo lo largo de aquella zona de piel. Yuuri se estremece a su lado—. Sólo que nunca dije en que estoy concentrado.

—Se supone que debes identificar los joule de energía de cada uno de estos —le recuerda, apuntando la hoja de cálculos.

Victor le besa el cuello, dejando su mano justo donde está dado que a Yuuri no parece importarle. —Eres extraordinariamente duro de distraer, Yuuri. Mientras que tú me distraer a mí sin siquiera intentarlo.

—La diferencia es que tú quieres ser distraído.

Él no lo niega, simplemente se mueve más cerca, prácticamente está a punto de caer de la silla. El sabor de su piel es embriagador, tiene la sensación de que es algo aun peor. La verdad, no le extraña que no pueda concentrarse. Yuuri se gira y lo besa en los labios en cambio, y Victor gime con aprobación, sus labios se abren contra los suyos, y con su mano libre acuna la mejilla de Yuuri.

Y entonces, sin más, Yuuri se aleja. —Un beso por pregunta que respondas bien. ¿Qué tal?

—¿Un beso francés? —sugiere.

—Ya veremos —le provoca Yuuri, aunque es evidente que la sugerencia lo pone nervioso.

A Victor le gusta este juego, así que le sigue la corriente. Le echa un vistazo a su hoja de cálculos, manteniendo su mentón apoyando sobre el hombro de Yuuri, y con su mano todavía sobre su remera. —De acuerdo, este de aquí es cuarenta y cinco.

Obtiene un beso.

Es caliente, cautivante y prolongado. Sus frentes se presionan juntas, Victor le toca su cabello, recorriendo sus dedos suavemente a través de las hebras. Y comienza a ser evidente que Yuuri tampoco quiere alejarse, y Victor sonríe, volviéndolo a besar. —Estás haciendo trampa —le regaña Yuuri, sin tener ninguna intención de detenerlo.

—Respondo muy bien al refuerzo positivo.

—¿Al igual que el perro de Pavlov*?

Victor mantiene su mano sobre su cabello, quitándole algunos mechones de los ojos. —¿Tienes una obsesión con las mascotas de los científicos o algo parecido?

—Siguiente pregunta —prosigue Yuuri, señalando la hoja.

La siguiente pregunta la responde mal, pero se inclina por un beso de todos modos. Yuuri niega con su cabeza, apegándose a las reglas, y le dice la respuesta correcta. Luego, la siguiente la responde bien. Victor cree que ya está mejorando. Se lo dice a Yuuri, y éste ríe y lo vuelve a besar, y una sensación se forma en su pecho, una que no puede definir, que se siente como una mezcla de ingravidez y alegría pura e inmaculada.

Se pregunta si Yuuri también se siente de la misma manera.

Cuando terminan de estudiar física, Victor levanta a Yuuri de su silla e intenta llevarlo a su cama. Sin embargo, el subirlo por las escaleras no sale bien, cosa que Yuuri termina subiendo por su cuenta, insistiendo en que preferiría hacerlo por sí mismo a tener que morir en el intento de Victor, muy a pesar de su lindo gesto. Las manos de Yuuri se aferran a sus costados mientras de nuevo se besan, Victor lo empuja hasta tenerlo recostado, colocando sus rodillas a los lados de las caderas de Yuuri.

Cєnτяιpєταl FoяcεWhere stories live. Discover now