Capítulo 47

19K 1.1K 125
                                    

# POCHÉ
 
Johann llegó unos minutos después de que el doctor ingresara al apartamento. Sin darme mucho tiempo para pensar. Bebí mi taza de café mientras caminaba por la sala tratando de acomodar mis ideas, no estaba segura si era la mejor decisión.
 
—¿Estás segura? —inquirió inseguro Johann. Le había mencionado sobre lo que estaba a punto de hacer, al parecer no estaba de acuerdo conmigo y a decir verdad una parte de mí tampoco lo estaba.
 
—Sí —digo después de un largo silencio. Johann asiente. —Tengo que irme. Dile a Calle que... no, mejor no le digas nada —murmuro después de pensarlo mejor.
 
En cuanto salgo del apartamento el sonido del celular me interrumpe, lo contesto enseguida al ver de quien se trataba.
 
—María José, no sabes lo difícil que es en estos tiempo localizarte —fue lo primero que dijo Verónica sonando indignada.
 
—Lo siento... he estado ocupada —digo en un susurro, mientras me dirijo hacia el elevador y presiono el botón que me dirige al estacionamiento.
 
—¿Todo bien? —pregunta sonando preocupada.
 
—Sí... ¿Qué sucede? —pregunto confundida por su llamada.
 
—Necesito hablar contigo de algo importante —dice cambiando su tono de voz y adoptando una actitud más seria. Pasé una mano por mi cabello despeinándola un poco, algo andaba mal podía sentirlo.
 
—¿Qué pasa? —inquiero de manera apresurada.
 
—No puedo decírtelo por teléfono... —su manera de hablar denotaba preocupación y seriedad. —Es algo serio y complejo. ¿Podemos reunirnos en algún lugar?.
 
—Sí... pero, dime algo más. Me estás  preocupando —escucho algunas voces al otro lado de la línea, pero no puedo entender lo que dicen. —¿Verónica?...
 
—¡Lo entiendo!... —el ruido y las voces continuaba sonado que tuve que apartar el celular del oído con molestia. —Poché, lo siento, tengo que cortar —la escucho resoplar. —Te veo en el centro en el bar de siempre, en una hora.
 
—¡Espera Verónica! —intento replicar pero ni siquiera me dio tiempo.
 
Llego al estacionamiento y me dirijo con prisa y algo confusa hasta el auto por la extraña y repentina llamada. Arranco el auto y piso el acelerador dirigiéndome hacia la salida. No puedo evitar en volver pensar en lo que estoy a punto de hacer, cuestionándome nuevamente si era la mejor decisión o no.
 
Unos minutos después, aparco el coche en la entrada principal de la casa de los Calle. Me tomo unos últimos minutos para estar lo suficientemente segura. Cuando lo estuve bajo del auto y finalmente me planto enfrente de la puerta y toco el timbre. Pasan algunos segundos antes de que se abre la puerta principal, dejándome ver a Ana con una enorme sonrisa.
 
—Buenos días, Ana —la saludo. Ana se abalanza a mis brazos besando mi mejilla. Sonrió ante su gesto, ella se había convertido como una segunda madre para mí.
 
—Mi niña ¿Cómo has estado? —se apresuró en enganchar su brazo con la mía para dirigirme junto con ella dentro de la casa. —Has llegado sin Dani ¿ella está bien? —preguntó preocupada.
 
—Sí, no te preocupes. Calle está bien, ambas lo estamos —contesto con una media sonrisa. —Ella ni siquiera sabe que estoy aquí —confesé con una pequeña risa nerviosa. Ana abrió la boca formando una pequeña o. —He venido hablar con el señor Germán ¿él se encuentra? —explico al notar la expresión de Ana.
 
—Sí. Él está en su oficina —contesta observándome confundida.
 
—¿Puedo...?
 
—Ve —dice con una sonrisa compresiva señalando la puerta de la oficina de su jefe. Asiento y me dirijo con pasos rápidos hacia su oficina, toco un par de veces la puerta antes de escuchar un ''pase'' de su parte, permitiéndome entrar. Germán se encuentra concentrado leyendo algunos papeles.
 
—Hola María José —dice de forma amable, dejando un lado los papeles y dirigiéndome su total atención.
 
—Hola —digo con una leve sonrisa, me mantengo quieta sin saber que hacer o decir. —¿Puedo sentarme?
 
—Por supuesto —señala la silla que está ubicada a lado mío. —¿Mi hija está aquí? —preguntó con entusiasmo.
 
—No. Ella no vino —digo mientras me dejo caer en la silla. —No te preocupes. Johann le está cuidando —murmuro rápidamente al percatarme de su angustia.
 
—Bueno... en ese caso ¿Qué te trae por aquí el día de hoy? —hace una mueca, sé que le hace extraño que estuviera aquí. —¿Sucede algo? —pregunta preocupado esperando mi respuesta.
 
—Vengo a... hablar con usted, de algo urgente —el me mira de una manera amistosa y serio. —Vengo a presentar mi renuncia —mi voz se torna un poco más gruesa mientras le explico, todo gracias a mi nerviosismo.
 
—¿Cómo? —abre y cierra los ojos sorprendido como si no creyera lo que acabo de decirle.
 
—Sé que es algo sorpresivo —Germán asiente. —Pero es una decisión que pensé muncho antes de tomarla.
 
—¿Es por qué mi hija ya no necesita un guardaespaldas? Si es así, no te preocupes jamás ha estado en mis planes despedirte. He pensado en contratar a más personas para la vigilancia de la casa, sé que no es lo mismo pero conservarás tu trabajo.
 
—Gracias por la oferta, pero no lo aceptaré. Y quizás sí, mi decisión fue en parte de que Daniela ya no me necesite como su guardaespaldas. Pero el principal motivo es porque necesito un cambio, en mis planes no está en ser guardaespaldas por siempre —y era verdad, me gustaba cuidar a las personas pero ahora necesitaba disfrutar de mi vida.
 
—Bueno... creo que has tomado una decisión ¿no es así? —asiento. —Está bien, si te puedo ayudar en algo cuentas conmigo para lo que sea —dice con una media sonrisa. —Gracias por cuidar muy bien a mi hija como lo has hecho perfectamente todo este tiempo —Germán extendió su mano.
 
—Creo que usted sabe que esté trabajo dejó hace mucho ser simplemente un trabajo para mí —estreché mi mano con la suya.
 
—Lo sé —él esboza una enorme sonrisa. —Creo que ya no es necesario que Daniela siga viviendo en tu apartamento, es hora de que mi hija regrese a su casa —mi ceño se frunce y parpadeo varias veces apretando mis labios. Mi renuncia era para estar con ella no para estar lejos de ella. Aclaro la garganta dispuesta a negar rotundamente su proposición.
 
—Verás Calle aún no sabe de esto... ya sabes, de mi renuncia —comienzo a explicar intentando que no notara lo nerviosa y ansiosa que estaba, al pensar en cómo sería la reacción de su hija ante mi decisión. —Preferiría darle la noticia ante de que regrese aquí, a su casa —Germán sonrió de manera afectuosa.
 
Salgo de la oficina y en cuanto cierro la puerta, me vi obligada a respirar con profundidad para calmar mis nervios. El haber renunciado a mi puesto había sido muy difícil, pero sabía que esto no era nada comparado a lo que sería en el momento que tenga que hablar con Daniela sobre mi renuncia. Eso sería arriesgado.
 
Saco mi celular de mi bolsillo ubicando el número de quien ahora es mi ex compañero, espero unos segundos pacientemente a que él conteste, cuando finalmente lo hace. Él fue el primero en hablar.
 
—¡Poché! que bueno que llamas. Daniela no ha dejado de preguntar por ti. Se ve molesta —suelto un suspiro y cierro los ojos por un momento. —No sé qué decirle.
 
—¡Ni se te ocurra decirle algo, Johann! Ella... lo sabrá por mí —sacudo la cabeza de forma frenética.
 
—Tenlo por hecho. No tengo que ser muy listo para saber que no le agradará para nada oír la noticia —ruedo los ojos. —¿Ya sabes que va a pasar a partir de ahora?
 
—Su padre quiere que regrese a su casa —digo con un largo suspiro. —Traté de persuadirlo pero creo que no logré nada con ello —murmuro sintiéndome frustrada. —Necesito que cuides a Daniela por unas horas más —mi voz suena a suplica.
 
—Intentas invadir la conversación eh —habló Johann en un tono burlón. Me quedo callada. —¿Poché?
 
—No es eso —digo de forma pensativa. —Tengo que hablar con Verónica.
 
—No creo que sea buena idea que tardes mucho. Daniela pregunta mucho por ti...
 
—Solo será un momento Johann. De toda forma estaré cerca del apartamento, puedes llamarme cuando sientas que ya no puedes más con la presión de Daniela y estaré ahí en cuestión de minutos —ruedo los ojos. —¿Lo puedes hacer? —cuestiono nuevamente.
 
—Lo haré... —escucho otra voz en el fondo y sé perfectamente a quien pertenece. —Daniela quiere... —cuelgo tan rápido que no le di la oportunidad de terminar. Quizás Johann tenía razón, estaba evitando a toda costa hablar con Calle.
 
Mi cabeza daba vuelta, y en cada minuto que pasaba sentía que había cometido un error al actuar sin haber hablado primero con Daniela, después de todo ella merecía saberlo primero. Pero ver aquel beso entre Karol y ella, había nublado completamente mi mente y lo único que sentía en ese momento era la necesidad de salir corriendo del apartamento, al sentirme ridícula por solo pensar en que sería fácil regresar con Calle. Pero en cambio me había quedado con la esperanza de que existiera una explicación. Si Daniela simplemente hubiera dicho lo que había sucedido de verdad, todo hubiera estado bien. Sin embargo, ella decidió ocultarlo. Fue entonces que entendí que fue su falta de sinceridad lo que realmente me dolió más que ver aquel beso.
 
Sacudo la cabeza para deshacerme del recuerdo que me dejó dolorosamente aturdida. Ana se acercó a pasos lentos y me observó con cautela. Estaba tan perdida en mis pensamientos que no  he visto en el momento en que llegó. Su entrecejo se frunció, no sé cuánto tiempo estuvo observándome pero sé que está deduciendo cosas.
 
—¿Estas bien? —preguntó de pronto. Me quedó en silencio en los siguientes segundos sin saber que realmente responder.
 
—No —digo finalmente. —Acabo de renunciar —murmuro y caigo de golpe con la realidad que yo misma ocasione. —¡¿Qué estupidez he hecho?! —exclame. Ana me miró perpleja.
 
—¿Renunciaste? —preguntó sorprendida asegurándose de que realmente había escuchado bien. —¿Por qué renunciaste? —vuelve a preguntar sin comprenderlo.
 
—Es lo mejor —le digo, aunque en realidad solo estoy tratando de convencerme a mí misma de ello.
 
—¿Eso significa que no volveré a verte? —preguntó en voz baja. Mi rostro se contorsiona en un ceño fruncido.
 
—¿Qué? ¡No!. Renuncié a mi trabajo no a ustedes —aseguré. Ana sonrió. Miro la hora en mi celular para asegurarme de que aún tengo suficiente tiempo para llegar a hora al lugar en donde Verónica me había citado. —Tengo que irme.
 
—¿Tan pronto? ¿No puedes quedarte unos minutos más? —niego con la cabeza.
 
—No puedo, quede en ver a una amiga en un bar —Ana entrecerró los ojos mirándome sospechosamente. —No. No es nada de lo que piensas —murmuro rápidamente, estando casi segura de que había pensado en cosas que no eran.
 
—No puedes culparme por eso. Llegas sin Daniela, renuncias a tu trabajo y ahora te vas a encontrar con una amiga en un bar —me mira severa y su tono de reclamo no me pasa por alto. Le doy una media sonrisa mientras niego con la cabeza. Ana era muy leal con Calle.
 
—Tengo que irme Ana. Pero no tienes por qué preocuparte, Verónica es la amiga en que quede ver y ella es la agente que lleva el caso de Daniela. Lo más seguro es que solo hablaremos de trabajo —termino de explicar sólo porque siento una enorme respeto y cariño a la mujer que tengo adelante.

La Guardaespaldas [EDITANDO]Where stories live. Discover now