Capitulo 36: Advertencia

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Capitulo 36: Advertencia


Esa mañana cuando Rochel vio un vehículo parquearse frente a su tienda lo reconoció de inmediato. Ollie se bajaba y se acercaba para entrar a la tienda. Ya adentro, vio a dos clientes en la parte de atrás. Eran la una de la tarde, un horario un poco flojo. Rochel estaba de pie mirándole con los brazos cruzados.

—¿Has venido a hablarme?

—Sí. Donde prefieras, aquí, o puedes venir conmigo.

Rochel miró a una de sus empleadas, la que estaba encargada de la caja, la cual se había quedado babeando mirando a Ollie, y después miró a su jefa.

—Karen, vendré en seguida. —Rochel tomó su cartera y camino hacia la salida, donde Ollie le siguió y le abrió la puerta de su vehículo.

Rochel se subió. No le tenía miedo. Después del todo, nadie la había cuidado más que el mismo Ollie, que inclusive le había pagado un vuelo para huir de la pesadilla y la tormenta que se avecinaba.

Rochelle...

¿Algo en específico quieres contarme?

—Sigues siendo la misma chica que conocí en Francia, la misma actitud, al menos tu personalidad no es una de tus mentiras.

Rochel se provocó por eso, sonriendo. Negó con la cabeza. No estaba segura si eso era de decir gracias o de ignorarle y tomarlo como un ataque.

Ollie siempre la había llamado mentirosa, pero tenía todas las razones para hacerlo. Él había descubierto todas sus mentiras, las de ella y las del señor Jorge, y sin embargo había guardado silencio. Podía ser tan cómplice como ellos dos.

—Supongo que gracias.

—¿Cuál es tu plan ahora? —preguntaba. No había arrancado el vehículo, solo lo había encendido para que el acondicionador enfriara el ambiente. Rochel empezó a sospechar que no irían a ninguna parte.

—¿Mi plan?

—Sí, me ha dicho Erín que planeas volver en dos meses. ¿Te estás volviendo loca?

Rochel lo miró.

—No. Ella me necesita. Solo la ayudaré. Ya no estaré como empleada de la empresa.

—Pues es que eso importa muy poco, tu presencia quita la armonía. Tienes un bebé... un bebé que grita Jorge por todos lados.

—No se lo he mostrado. Mis cuentas en las redes sociales están privadas. —Rochel comentaba seria. Defendía a Emilio con escudo y espada. No toleraba que nadie le hablara sobre cómo cuidarlo, educarlo, o de si debía mostrarlo o no. Ella sabía que era lo mejor.

El bebé ya tenía diez meses de nacido. En esos meses, y junto a su nana, lo había mantenido sobreprotegido. Si había decidido volver era porque Erín la llamaba todos los meses y le recordaba la oferta. Llegó un punto donde se sentía apurada con Erín, ella no entendía el porqué de su sequedad o por qué se estaba distanciando tanto de ella si en primer lugar Erín solo había sido buena con ella.

Erín no podía entender que la razón era simple: Rochel había traicionado su amistad de la peor manera. Un juego que empezó sin ser culpa y se encontraba en él, sin manera de salir por el momento.

Jorge le había puesto el apellido, y además estudiaba en el mismo colegio que había estudiado Jorge, por lo que, Rochel pensaba que la directora del centro educativo sospechaba que ese niño era de Jorge Hernández.

Sobre todo porque el parecido era escalofriante.

Rochel se daba cuenta y lo confirmaba en las visitas quincenales de Jorge al bebé. Era unas visitas que a ella en vez de aliviarle empezaba a sentarle mal. Porque cuando se iba, quedaba un vacío. Ella sabía que Emilio lo podía sentir... el vacío de que su padre ya no estaba.

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