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—Opera y teatro—

—¿Opera?—

—y teatro— repitió William con un tic atacándole el ojo izquierdo por la impaciencia con Natalia.

—Pero... ¿seguro? ¿Opera y teatro? era solo una palabra, estoy segura... ¡Y esas son dos!—

—Sí, Natalia, opera y teatro— rió Mayden ya nervioso también —No os preocupéis, tengo la idea perfecta—

Natalia pasaba su mirada de William a Mayden y viceversa. Por supuesto, la palabra no podía haber sido trabajo o altruismo o Amistad o Historia... alguna de las palabras que les había tocado a los demás. No, tenía que ser Opera y Teatro, la cosa de la que menos sabía. Pero a Mayden parecía gustarle, parecía emocionarlo de hecho.

—Lo tenemos en la bolsa— murmuraba con una graciosa mueca escribiendo lo que harían, o quizá lo estaba dibujando.

Por lo menos ahora no era solo Natalia la que estaba en expectación, William tampoco estaba seguro de dejarle a Mayden la tarea de dirigir el proyecto.
El hermano mayor de William pasaba con regularidad por la habitación, dejando o tomando refacciones de los estantes y aprovechando siempre para llevarse una galleta de las que había en la mesa.

—Que lastima que no haya premio para el mejor grupo— Mayden exclamó llamando la atención de los otros dos niños —porque de entrada nos lo llevamos—
Kirsch estaba en ese momento ahí, sosteniendo unas varillas de acero inoxidable, y se detuvo sin disimulado a escuchar al hiperactivo Maydencito saltarín.

—Les presento a ¡Peter Pan!— Natalia sabía que Mayden estaba algo safado, pero nunca pensó que lo estuviera tanto. Había dibujado la típica escena de los niños volando fuera de la ventana. Había oído de Peter Pan, el cuento de niños y película de Disney, el niño que no deseaba crecer y vivía en el país de nunca jamás con los niños perdidos.
—Será muy sencillo, seremos Peter, Wendy y el capitán garfio

Natalia miró a William —Yo pido ser Garfio— se apresuró a decir este —no es nada personal Natalia, pero no me agradaría que se enteraran mis amigos de que voy a usar mallas—

—Eso nos deja a ti y a mi, Natalia, ¿que te parece? ¿Me contarías un cuento?—

Natalia apreciaba su vida y sabía que a Laura no le haría ninguna gracia. Solo podía mantener la esperanza de que a Mayden no se le ocurriese nada comprometedor para hacer, cosa a la que ella no le molestaría, pero tampoco quería tener problemas.

—No es mala idea— comentó Kirsch introduciéndose en la conversación desde un rincón mordisqueando una galleta. Todos lo miraron —Yo podría ayudarles con los disfraces y sus lineas... ¿Qué? el verano pasado me leí la obra completa, pero si no quieren ayuda lo entenderé—

Salió con indiferencia con otra galleta sin que nadie se lo impidiese ni dijera nada. Pero William fue tras él —no tienen idea de lo que Kevin puede conseguir si se lo propone, es una suerte que se haya ofrecido así como si nada—
Natalia aún confusa miró de nuevo a Mayden, casi siempre encontraba un refugio en el cual poder sentirse tranquila en los ojos de su amigo. Pero esta vez Mayden miraba receloso la puerta por donde Kirsch y William habían desaparecido.

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El hermano mayor de William resultó ser de gran ayuda, parecía ser todo un director de película instruyendo a los niños. El día de la presentación había llegado, y él estaba en la puerta como una madre orgullosa de sus pequeños.

Natalia vestía una pijama como Wendy cuando encontró a Peter en su alcoba. Se veía muy bonita, se lo había dicho Kirsch, pero viniendo de él ese comentario perdía peso.
Había ensayado unas cortas líneas nada reveladoras, pero se le pasó por la cabeza que se olvidaría de todo cuando les tocase su turno.

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—Los siguientes son...— repasa los apuntes con sus ojos miopes —Natalia, Mayden y William.

Inhaló profundamente un par de veces más sólo para dejar ir todo el aire en una exclamación al ver ese auditorio lleno a tope. Mayden estaba a su lado, al igual que William, pero el primero era del único que estaba pendiente por ahora. Le dolían las articulaciones por la posición tan poco ética de quien se levanta de golpe de una improvisada cama, y que decir de sus compañeros. En los ensayos se había estado partiendo de risa por los congelados movimientos que Kirsch les había mandado hacer, eran todo menos teatrales.

Las lineas se dijeron con elocuencia, casi. Aunque William se equivocó de palabra en su único dialogo y Mayden tropezó con su sombra. Todo salió a pedir de boca, hasta que alguien gritó el típico beso. 

—Cierto niños— afirmó la maestra —Wendy y Peter Pan son conocidos por el famoso beso o dedal que la niña le ofrece a Pan.

Sus ojos buscaron rápidamente ayuda en los de su amigo, para descubrirlo muerto de risa. —No importa Nati— le murmuró —Es sólo un juego de niños. Hazlo.

Suspiró, exasperada. En parte emocionada, probaría de nuevo a hacer eso que había querido hacer desde el verano pasado. Pero de igual manera estaba aterrorizada, no sabía besar... ¿Y si hacía el ridículo? antes era más fácil, cuando solo Mayden era su único testigo y cómplice de travesura.

En el público se encontraba Kevin, que le dedicó una mirada que expresaba mucho más de lo que ella podía discernir a su corta edad y un pulgar arriba en señal de aprobación. Volvió a suspirar, todos contenían la respiración con paciencia para el momento en que Wendy le obsequiara el tan esperado dedal al joven aventurero Peter Pan. Solo que Wendy temblaba como una hoja y se encontraba tan ruborizada como un tomate maduro, incapaz de moverse ni un misero centímetro hacia su coprotagonista.

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Tras el penoso contacto, las risas, aplausos y la huída de Natalia, el evento se dio por terminado al fin. Siendo los ganadores el grupo de karen leslie y rafa con su interpretación de los tres cliflados.

—¿Natalia?— Oh no, él otra vez.

La pequeña pre-adolescente estaba escondida, hubiera preferido mil veces haberse roto realmente la pierna cuando Kirsch se lo dijo antes del evento. Así por lo menos se hubiera ahorrado la vergüenza y su perdida de dignidad.
Le había estado huyendo al niño por varios días, no lo podía ver a la cara. ¿La razón? se había dejado llevar con ése beso. Ella no tenía la culpa, lo sabía, pero no dejaba de sentirse responsable de lo que había hecho.

Pero Mayden, pequeño pringao, no paraba de buscarla y llamarla. Esta vez, al fin le había dado alcance, encontrándola sobre el abeto del patio de recreo. Natalia acudía a sus ramas en busca de tranquilidad normalmente, ya que con Laura cerca las cosas se ponían feas.
Si, también su amistad con la rubia había acabado con el contacto que se produjo en aquel evento.
—Nati, si no bajas yo subiré.

Niño obstinado tenía que ser —Dejame en paz Jesús Mayden— resopló con falsa ira. Tal vez si se mostraba un tanto esquiva (aún más) el niño se terminaría cansando de intentar sacarle más de dos o tres monosílabos.

—No hasta que aceptes merendar un polvoron conmigo.

—Me dejarás en paz si lo hago?

—Siempre que quieras.

Ella asintió bufando. Cuando Mayden estaba en la rama contigua a ella, no hizo más que sacar del envoltorio los dos dulces y entregarle una a Natalia. Pero en el momento en que sus dedos se sintieron tanto él como ella tuvieron la misma reacción, mirarse a los ojos.
—¿Porqué continúas buscándome? ¿Porqué estas aquí, Mayden? ¿Porqué no estás con Laura?

El niño, por toda respuesta, estampó sus labios en los de su amiga por más tiempo que las otras veces. Y Natalia no dejó de sentir la misma prohibida sensación de todas las veces, la electricidad y la sensación de ingravidez. Lo era todo y a la vez nada al momento de separarse.
Natalia, ruborizada a todo dar y Mayden con una pequeña sonrisa de lado.
—Quería confirmar mis dudas...

Juegos de Niños (#Maytalia)Where stories live. Discover now