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—¿Y?— cuestionó con los ojos muy abiertos.

—... Bien... Lo ha-haces bien— farfulló apartando su mirada para que Mayden no viera como su rostro se ruborizaba —Voy a por... Helado.. ¿Quieres?—

—Por supuesto— dijo animado.

Natalia fue a la cocina con la mente en blanco y una rara sensación en la boca del estómago. Esa sensación, nunca había sentido eso y quizá tenía ganas de volverlo a sentir. Se quedó espiando a su mejor amigo que veía la TV en su habitación.

Su risa ya no le parecía tan escandalosa. ¿Qué había cambiado? Nada, excepto que ahora sentía cosas que antes no. Y lo peor, cosas no correspondidas.

Regresó con su mejor amigo que al parecer se había olvidado del helado y del beso. Intentó fingir que todo estaba bien y que nada había cambiado y en teoría así era salvo lo que había surgido momentos antes, que quizá solo fue una forma de regar la semilla que ya había sido plantada. Solo descubrió lo que ya estaba ahí.
Logró olvidar todo por un momento y terminó lo que había comenzado. Planearon algo muy lindo y elaborado para ese lunes, sólo quedaba una semana de clases y el chiste era que Mayden y Laura pasaran toda esa semana juntos antes de que Laura se fuera con sus padres a Francia para visitar a sus primos.

Mayden y Natalia saltaron en la cama mientras el niño planeaba precozmente su futura boda. La madre de la niña acabó con la diversión al mandarlos a dormir.

El niño se quedó dormido muy rápido en el colchón que estaba al lado de la cama de su mejor amiga, la cual no podía ni cerrar los ojos.

En su cabeza bailaban las ideas, porque no se podía permitir enamorarse de Mayden. Era la primera vez que besaba, quizá esa era la razón para experimentar tal sensación.

Natalia asomó con suavidad la cabeza fuera de su cobija rosa con estampado de princesa. Mayden roncaba bajito ya por salirse del colchón y quedarse en el piso.

A la niña se le ocurrió una pequeña idea, si el primer beso era el que se sentía así, ¿el segundo sería diferente? Quizá solo estaba tratando de justificar sus impulsos, quería probar de nuevo, eso era seguro.

Bajó sigilosamente de su cama para acercarse al bello durmiente, que por cierto había dejado de roncar.
Lo observó muy de cerca con miedo de que en cualquier momento fuera a despertar.

Pensó que, si Mayden despertaba y la encontraba en medio de algo comprometedor, le mentiría, diría que le pensaba hacer una broma o que iba a golpearlo si seguía roncando.

Sus oscuros ojos se fijaron en los labios de Mayden. Se agachó con muchísimo cuidado hasta ellos cerrando ella misma sus ojos.

Se separó inmediatamente como si hubiera sentido un choque eléctrico. La sensación de la primera vez no se fue, todo lo contrario pareció intensificarse y prolongarse por todo su cuerpo.

Natalia ahora más consternada probó una vez más, y otra vez y otra vez. Y en cada una era igual de increíble.

Sintió un feo malestar en su estómago, ¡Se estaba enamorando de su mejor amigo! O quizá sólo de sus labios... Eso era más que ridículo. Regresó a su cama verdaderamente perturbada.

Esa noche la pequeña niña no pudo descansar mucho ya que sus pensamientos no se lo permitirían.
Todo estaba por cambiar desde ese momento.

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—¡Que emoción Natalia!— chillaba Mayden con un ramo de flores silvestres que Natalia fue a conseguir.

—Hombre, si llegas a ella así de acelerada no creo que te diga que si—

Mayden se detuvo en su puesto un momento mientras era consciente del rubor que subía por sus mejillas. Laura regresaba de la oficina del director por escribir en las paredes, venía molesta, la habían suspendido por levantar la voz y ser insolente con el director.

No había sido su culpa, solo era que había intentado defenderse pero el director lo tomó a mal, quizá también él había tenido un mal día.

Cuando Laura vio a Mayden con el ramo de flores no pudo menos que fastidiarse y no pensó lo que hacía, sólo deseaba romper algo y eso hizo. Las flores cayeron al suelo y la rubia no se fue sin antes pisotearlas.

Natalia, que vio horrorizada la escena desde su escondite, saltó en ayuda de su mejor amigo que comenzaba a llorar mirando las flores desparramadas y pisoteada por el suelo al igual que sus sentimientos.
—Calma Mayden— le dijo abrazándolo —Hay chicas que desearían el lugar de Laura para tener a ti—

—Si? ¿Como cuales?— el silencio de su amiga lo hizo sentir peor —No es nada, Naty— dijo con despecho. —Quizá no le gusto—

—No sabe lo que se pierde— murmuró temerosa soltándolo —Eres un chico fantástico que no necesita una chica para ser feliz—

Mayden sonrió tristemente dándole un beso en la mejilla para agradecérselo.
—Por eso eres mi mejor amiga, Naty, siempre estas ahí para mi—

La niña no sabia como, ni porque, pero esas palabras no fueron gratas para ella. Sintió un feo vacío en la palabra amiga, más tarde se dio cuenta que existía un enorme abismo entre esa palabra y lo que deseaba y sentía por él.

Nada fue igual el resto de la semana, Mayden miraba el asiento vacío de Laura y Natalia lo veía a él. Ella se sentía muy culpable por sentirse así, por sentir más que amistad por su compañero de aventuras.

Mayden se hacía el fuerte, tenía un ego muy grande para su edad y no quería verse débil ante Natalia. Pero era obvio que ya no podía concentrarse ni poner atención.

—¿Que harás en vacaciones?— preguntó inocentemente la niña para intentar hacerlo pensar en algo que no fuera Laura.

—No sé— se limitó a decir con la cabeza gacha.

Natalia odiaba verlo así, era su mejor amigo y además el chico que ahora amaba, porque ya lo había aceptado, no se podía permitir verlo así de mal.

—¿Que opinas de una pijamada en mi casa?—

Por un momento el rostro de Mayden se iluminó en una sonrisa.
—¿El sábado?—

—¡Claro!— ¡lo había conseguido!

—Vale, el sábado, pero esta vez que sea en mi casa vale?—

—¡Vale!—

Se despidieron y Mayden volvió a estamparle un beso en la mejilla antes de escapar riendo. Natalia no supo a que se metía hasta que lo vio irse.

Juegos de Niños (#Maytalia)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora