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No había pasado mucho, sólo lo suficiente para que las clases iniciaran y los tres pre-adolescentes se volviesen a encontrar en el mismo salón de clases. Me gustaría decir que nada cambió entre ellos, pero era evidente al sólo verlos, que su amistad se había roto. Natalia y Mayden apenas hablaban ahora, no porque no quisieran, sino porque Laura se había empeñado en acaparar toda la atención del chico del flequillo.

Pero a Natalia, casi, le daba igual. Porque Mayden estaba más feliz que nunca. Era cierto que ahora ella se la pasaba sola en su rincón favorito, pero no se quejaba, por lo menos no en voz alta. Se forzaba a mirar a la parejilla dispareja con agrado aunque no podía evitar romperse al pensar que... quizá ella podía estar en el lugar de Laura.

—¿Natalia?— llamaba por quinta vez la maestra. Ella alzó la vista, todos sus compañeros (incluyendo a Mayden y a Laura) la miraban fijamente.

—Ah... ¿Qué?— La profesora tuvo que llamar al orden para que los demás niños dejasen de reír estruendosamente.

—¿Alguien desea ayudar a Natalia con esa pregunta?— preguntó en voz alta e inmediatamente la mano de Mayden se alzó en el aire —¿Tú sabes Mayden?—

El pequeño, muy orgulloso contestó la pregunta correctamente. —sesenta y nueve días— luego miró sin disimulo hacia atrás, encontrando los ojos de Natalia —obviamente— La clase volvió a reir, sí, Mayden había adquirido un aire un poco cruel, pero era simplemente porque se sentía tan feliz que quería hacer felices a los demás, aún a costa de Natalia.

—Vaya que has mejorado mucho desde el verano, Mayden— lo alabó la maestra desde detrás de su escritorio —Dejando las protestas y todas esas injusticias detrás, si ven en su indicador de evaluación, verán que para el miércoles siguiente está programada una "Exhibición de estatuas"—

—¿Iremos al museo, profesora?— alzó la voz un chico desde atrás del todo.

—No siku, nosotros seremos las estatuas— le regañó un chico pelirrojo a su lado. No se llevaban muy bien.

—Bien dicho Juan, pero debo recordaros que en esta clase no solo no están permitidos los apodos, tampoco el hablar sin alzar la mano— el rostro del pelirrojo se tornó más rojo que su cabello, Siku rió vengativo —lo mismo aplica para ti— ahora toda la clase rió o en el caso de Natalia, solo sonrió —Siguiendo con el tema, creo que tendré que explicarles de nuevo. En tríos tendrán una palabra y...—

—¿Sólo una?— se quejó una rubia que era sabido que le gustaba el pelirrojo —¿Porqué no una frase?—

La maestra la miró y sabiamente la ignoró, sacando más risas de los compañeros —deberán representar una escena con esa palabra, pero sin moverse, como estatuas. Lo presentaremos a todo el colegio así que les sugiero que lo que inventen hacer, lo hagáis bien. Vale, todos ahora, formarán grupos de tres—

No faltaba el grupito que lo deseaba hacer en cuarteto, ni el marginado que quería hacerlo todo sólo, o la parejita que había hecho oídos sordos a la explicación de la maestra y no aceptaban a nadie más que a ellos dos.

—¡Niños! ¿Han olvidado como contar o qué? ¡no estoy enseñando a niños de primero y lo sabéis!— les vociferaba la maestra empujando a Laura y a Natalia —Hay muy pocas niñas en esta aula, creo que es justo que quede una en cada grupo de niños—

Eso mandó a Laura al grupo de los vagos, sin importarle sus pretextos ni los de Mayden. Natalia, tuvo la suerte de quedar junto al chico del flequillo y William. Era muy notorio que Mayden no estaba de acuerdo, a William le daba igual, pero a Natalia le dolía tremendamente ver a su mejor amigo disgustado, le lastimaba saber que él preferiría a Laura en vez de a ella. A su ex-mejor amiga.

—Vale, este es un proyecto importante, lo dice su indicador de evaluación, por lo que quiero que todos deis vuestro mejor esfuerzo, y por favor, si hacen algo mediocre ni siquiera se presenten a la presentación—

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—Vieja de...—

—Shhh... te oirá—

—Es que no tenéis idea de la rabia que me da— rechinó los dientes Laura. Natalia los escuchaba desde atrás, muy atrás.

—Es sólo un proyecto corto de unos días— le decía extremadamente cariñoso Mayden —Además, en otras materias estamos tú y yo solos—

Natalia reprimía las arcadas, se sentía extraña, prácticamente los estaba espiando. Pero solo quería estar segura de que Mayden estuviera feliz con ella, bueno, esa era su excusa. En el fondo ella realmente sabía que los celos la carcomían y hacían actuar extraño.

—Sí... tenéis razón. Vale, pero de igual manera nos veremos mañana— se despidió como de costumbre, con un tímido beso en la mejilla de Mayden, para luego salir corriendo como loca y riendo como tal.

Natalia, con la sangre hirviéndole de ira, se quedó donde estaba, sobre la rama de un árbol del camino. Pero era tan mala trepando que se resbaló, pero no se lastimó, estaba a poca distancia del suelo. Mayden la miró y, como siempre hacía, le sonrió, está de más decir que hacía poco rato que ya había una expresión de euforia en su juvenil rostro.

—¡Hey Natalia!— se acercó a ella dando saltitos de alegría —¿Qué tal? ¿no es una hermosa tarde?—

Ella se acercó a él de igual manera, derrotada, pero tomándoselo lo más civilizado posible. —Sí... hermosa— siguieron caminando.

—Espera... ¿Me toca contigo el proyecto no?— dijo aún emocionado.

—Sí—

—vale... ¿y que palabra nos dieron?—

—...¡Jope!— murmuró ella. Ahora se daba cuenta de que, por culpa de sus sentimientos, no había puesto atención a la maestra, no tenía idea de que les tocaba hacer.

—A lo mejor William sabe— pensó en voz alta él —¿Te digo que? vamos a su casa, luego llamaremos a nuestros padres, no os preocupéis.—

Natalia iba a protestar, que no podía ir sin permiso, que tenía más tarea y que el proyecto no era sino para la siguiente semana, le iba a decir muchas, innumerables cosas. Pero él la tomó de la mano y nada más le importó.

Juegos de Niños (#Maytalia)Where stories live. Discover now