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Mayden no había logrado mucho con Laura, pero ya sabía que ella lo correspondía lo que era un gran avance. Natalia por otro lado quería intervenir pero a la vez quería que su mejor amigo fuera feliz.
Regresaban de la casa de unos amigos, ya era algo tarde y por eso se empeñaban en pedalear constante y algo rápidamente.

—Sabeis? anoche no logré dormir pensando en eso— dijo pedaleando suavemente por la vereda con Natalia a su lado —o quizá hayan sido las cinco salchichas y la excesiva mayonesa— 

Natalia había estado en silencio, a la sola mención de ese tema siempre se quedaba callada, pero esta vez quiso cambiar de tema —¿Has pensado en que pronto comenzarán las clases?—

Mayden pareció no escucharla, siguió pedaleando con cara meditabunda. Natalia agradecía que fueran pocas las veces en que Mayden se ponía a pensar en Laura, pero lastimosamente cuando ocurría, era difícil sacarlo de su ensoñación.

Las ruedas de la bici de Natalia iban chuecas y no alcanzaban la misma velocidad que la bici de Mayden, además que le había quedado de experiencia el golpe del otro día y ni se atrevía a apretar mucho el paso.
Mayden había sido lo suficientemente atento (a pesar de pasar la mayor parte del tiempo riendo tontamente) para cerciorarse de tal detalle.

—Hey Nati, mira— se detuvo y ella lo imitó mirando hacia donde le señalaba. Un chico uno dos o años mayor que ellos a la orilla del camino, nada más.

—¿y? ¿qué ocurre?—

—Ese chico— le espetó —es kirsch, el hermano de nuestro compañero William, ¿recordáis?—

Natalia recordaba al chico, era alto y con un pelo castaño muy poco arreglado, pero a la vez muy bien cuidado. Vestía como quería con camisas sin mangas y pantalones cortos. Su nombre real era Kevin, pero Kirsch era el sobrenombre con que todos en la escuela lo conocían.
El susodicho, estaba precisamente, arreglando una bicicleta fuera del taller de sus padres, y Natalia pensó en ese instante que era muy mono... Si, era lindo.

—ya... ¿y que con él?—

—Ese tío fue el que me compuso la bici la otra vez— exclamó Mayden sin hacer caso al obvio desinterés de Natalia. —quizá arregle la tuya si se lo pido, nos conoce, sabe que somos compañeros de William—

Natalia se imaginó la vergüenza que sería que dos niños le pudiesen a un chico mayor que ellos un favor que podía rechazar muy fácilmente. Es más, hasta llegó a sentir miedo.

—Mejor vamos a casa— quiso disuadirlo, pero Mayden ya se había acercado a Kirsch con una amplia sonrisa que reflejaba su aún infantil seguridad.

—Hola— saludó con voz demasiado aguda para el momento, recientemente le había estado cambiando la voz, pero ahora no tenía nada que ver la pubertad. Kirsch lo miró y Mayden se apresuró a carraspear —yo... Me preguntaba si podías ayudar a mi amiga... Am... Con su bici—

Natalia observó que, al mirarla, Kirsch mostró unos ojos de un color miel que la hicieron temblar, no sabía si de temor o de curiosidad. El mayor los miró a ambos, alternando entre Natalia y Mayden y por último, a la bici de la niña.
—Déjadla aquí— su voz no era como Natalia se la hubiera imaginado, era sin duda más apagada pero con la misma negligencia que esperaba —luego tendré tiempo, regresen mañana chavales—

Ni Natalia ni Mayden quisieron contradecir a Kirsch, aunque dudaron de él. Cuando ya se iban la niña reaccionó.
—Mayden, espera—

—Lo sé, no me peine esta mañana— gruñó él pasándose la mano por el cabello, otra cosa le ocurría, había tenido un repentino cambio de gustos al peinarse y casi a diario traía un peinado distinto.

—No te iba a decir eso...— se apresuró a decir frunciendo el entrecejo —Bueno, si, quizá... Pero ahora te iba a decir algo más—

—Estoy esperando— con tono impaciente subiendo a su bici.

—Que no voy a poder regresar si no tengo mi bicicleta... —

Mayden se detuvo igual, en eso no habían pensado. Pero él se la llevaba siempre de sabelotodo, aunque realmente se limitaba a improvisar acertadamente.
—Se resuelve fácil— hizo un gesto para restar importancia al asunto —sube, iremos juntos—

—... ¿Ju-juntos?— las mejillas de Natalia se tornaron de pronto de un rosa más intenso.

—¿o prefieres quedarte en casa de Kirsch?—

Natalia se ruborizó al doble. Negó rápidamente, no le quedaba de otra, subió tras Mayden y tuvo que aferrarse a su espalda para no caerse pues no tenía mucho asiento en la bici, y sus raspones ya estaban casi completamente sanos, por lo que no quería hacerse otros nuevos cayéndose. Fue un viaje extremadamente incómodo para ella, al momento de enroscar sus brazos alrededor de Mayden, pudo sentir repentinamente su tibieza y... Protección.
Si su mente se hubiese apartado de esas sensaciones nuevas, se habría dado cuenta de que dejó atrás su cartera y de que estaba a sólo un poco de caerse de nuevo de la bici.

Pero no era la única que estaba experimentado revoluciones de mariposas en el estómago. Mayden se tensó tan pronto Natalia lo abrazó, se habían abrazado antes, sin embargo esta vez era diferente para ambos.

Tardaron más de lo que debieron, pero el niño había aminorado el paso y no era el único que no deseaba terminar con el viaje. Mayden se detuvo frente a la casa de Natalia, pero ella no quería soltarse de él, se sentía tan a gusto abrazándolo, que le era imposible alejarse. Mayden también parecía cómodo porque tampoco dijo nada y no hizo nada por separarse de su contacto. Solo un momento después, cuando se escuchó la voz de la madre de Natalia proviniendo de dentro de su casa, sólo hasta ese momento ella se separó y bajó de la bici.

Como lo esperaba, Mayden también estaba graciosamente rojo y rehuyó su mirada al decirle un simple —hasta mañana— al irse camino arriba, hasta su casa, que quedaba a tres cuadras de la de Natalia.

La niña se quedó de pie otro momento más hasta que un pensamiento la hizo sonreír grandemente. "Mayden también había sentido lo mismo"

Juegos de Niños (#Maytalia)Where stories live. Discover now