UN MISTERIO MAS

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Ignacio Sevillano caminaba de lo más tranquilo en la acera de aquel barrio residencial. Su objetivo era darle las gracias a la hija de su mejor amigo que le había dado aquel trabajo tan providencial cuando estuvo desempleado. Por casi doce años había sido el vigilante de aquella casa de la zona oeste. Pero esos días ya casi terminaban porque su hijo mayor que vivía en Estados Unidos, ya era ciudadano americano y había realizado la gestión para que el hombre migrara a aquel país. Por eso había presentado su renuncia, y ese día al salir del turno nocturno, decidió pasar por la casa de su patrona para agradecerle por aquella oportunidad. El sujeto portaba una mochila aporreada donde llevaba su uniforme, era la viva imagen de la satisfacción. Dobló en una esquina cerca del parque y una vez estuvo frente a la casa de su jefa se detuvo a tocar el timbre que estaba junto al portón de hierro.  

Una mujer asomó desde una de las ventanas de la casa, por su uniforme era claro que pertenecía a la servidumbre. Al cabo de unos minutos la criada llegó hasta el lugar y abrió la puerta.

— ¡Buenas! Soy el vigilante de la casa grande... ¿Quería saber si está su patrona? – inquirió el hombre.

— ¡Uhmm! Ella no está – reveló la chica con desidia.

— ¿Y el patrón?

— Él sí....está en la sala.

— Quisiera hablar con él – solicitó Ignacio.

La mujer cerró la puerta y luego de un rato, regresó. Dejó entrar al hombre mayor y lo escoltó hasta la casa.

Ignacio sabía que no podía hacer una segunda visita porque viajaría al país del norte en un par de días y tenía muchos pendientes que resolver antes de irse. Le daría la razón al esposo de su jefa. Tenía al menos tres años sin ver al sujeto, era consciente que por aquel accidente, él era alguien que no salía mucho. Pero conocía muy bien la vida de aquella familia porque casi todos los fines de semana visitaba al padre de Milagro debido a la amistad de años que los unía.

Al estar frente a aquel joven, este le ofreció que lo acompañara a tomar un café ya que era la bebida que estaba consumiendo en ese momento. Ignacio ni lo dudó porque estaba desvelado y era un gran amante de aquel néctar.

Una vez que el mensaje le fue expresado al esposo de su patrona, continuaron charlando, entonces una pregunta surgió:

— ¿Y quién es la persona que lo va a sustituir, Don Ignacio?

— ¡Ahh! Es un sobrino de mi vecina, un muchacho que se llama Valentín Duarte...me parece que Milagrito lo conoce bien...ella ya habló con él y todo está arreglado. Mañana entraría a vigilar de noche...Él estuvo trabajando de guardia en una fábrica, pero le pagaban una nada....por eso...cuando le dije que yo me iba, él me pidió que lo recomendara... ¡es un muchacho sano y bien portado!...

— Perdone que lo interrumpa, solo quería preguntarle si le dijo que mi amiga estaba llegando a la biblioteca... ¿se acuerda que hablamos hace tiempo de eso? Ella tiene llave....Solo sería para tener informado al nuevo vigilante que esa chica a veces podría aparecer por ahí...

— Don Salva, ¿de qué me está hablando?

La interrupción dejó un poco desconcertado al dueño de la casa.

— ¡De mi amiga...la que llega a la biblioteca! Recuerda que yo llegué a la casa, hace un par de años... y platicamos que esta muchacha estaba autorizada para entrar...

— Yo si me acuerdo de eso, pero la cosa es que jamás apareció nadie...Y cómo usted ya no me dijo nada....pensé que...

— ¿Nadie...dice?

— Sí....A la biblioteca solo llega la niña Violeta y doña Rhia.

Salvador sabía que su hija usaba aquel lugar para hacer algunas tareas. Lo hacía más por la quietud del lugar que por otra cosa. La empleada de la limpieza de la casa antigua realizaba el aseo del sitio al menos una vez por semana. Y Rhia iba en algunas ocasiones a traerle libros variopintos para sus investigaciones o para leer. Por eso la revelación de Ignacio lo dejó paralizado al instante. "La chica del parque" había chateado con él sobre los libros de la biblioteca. Era toda una experta a la hora de expresar el saber arcano de los libros que el hombre investigaba, es más ella le había servido de guía en la función de sistematizar la información.

Debido a que jamás se tomó la molestia de clasificar los libros, a veces era difícil hallarlos. Pero la chica le decía con precisión de topógrafo donde estaba cada volumen y Rhia casi no tardaba nada en hallarlos.

— ¿Pasa algo malo, Don Salva?

— No, tranquilo... Yo le digo a Milagro que usted está por viajar y que vino a agradecerle por todo este tiempo.

Dicho esto el vigilante se despidió del hombre en silla de ruedas. Tuvo la sensación de haber molestado al patrón, pero eso solo ocupó una pequeña porción de sus pensamientos. Luego se acordó que tenía que pagar unas cuentas al centro antes de irse a dormir. Salió de la casa y enfiló hacia la parada de buses más cercana.

Salvador por su lado quedó muy preocupado porque empezó a sospechar que este nuevo elemento estaba relacionado con la situación de Violeta. Trató de calmarse y sin vacilar buscó su celular para llamar a la chica. Ella tenía muchas cosas que explicar.

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