38. "Batalla infinita"

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Pov's Narrador Omnisciente

–¿Keit? ¡¿Keit? –grita alarmada Lyla a través del aparato electrónico, poniéndose a su vez de pie, pues estaba recostada en el sofá.

–Hola, señora McGavern. Espero esté feliz de tener de nuevo a su pequeña. Lástima que necesitamos hacer un trueque. Así que no verá a su hija hoy y quién sabe si la vuelva a ver.

A Lyla le tiemblan las piernas al escuchar las palabras del hombre.

–¡No! ¡Devuelvanme a mi hija! –grita histérica y con lágrimas cayendo por sus mejillas.

Se escucha un silencio del otro lado de la línea telefónica, donde Keitlyn ha sido atacada por un completo desconocido.

Sabe, su hija es bastante ingenua. ¿Quién diría que caería tan fácil en una trampa como esta? –el hombre suelta una carcajada–. Según parece, de tal palo tal astilla, ¿verdad, Lyla?

Lyla no podía creer lo que estaba pasando. Acababa de recuperar a Melody y ahora perdía a Keitlyn.

–No sé a que se refiere –dijo conteniendo el nudo en su garganta.

–¿Ah, no? ¿No recuerdas aquella llamada por la que perdiste al bebé? –Lyla traga grueso–. De nada.

–¡¿Fuiste tú?! –dice hundiéndose más y más.

–Seh. Y la verdad, creo que ese niño hubiera sufrido si hubiera sobrevivido –dice el desconocido provocando que Lyla haga crujir sus dientes.

Ese día había sido uno de los peores en su vida. Ella andaba en auto dirigiéndose a conseguir los resultados del examen que se hacía cada mes por el bien del bebé. Ya había cesado el problema con Lesly o al menos eso pensaba ella, por lo que tenía fe en que su marido la apoyaría en todo y su bebé tendría a un padre excepcional. Vaya error.

Recibió una llamada de un número desconocido y atendió. Al inicio no se escuchaba ninguna voz pero al pasar de los segundos empezó a escucharse una carcajada femenina y autos pasando velozmente a un lado. Cuando la persona contestó, Lyla quedó confundida pero solo por unas milésimas de segundos. Él le había dicho "Mucho cuidado al volante".

El auto chocó contra otro y la bolsa de aire se disparó golpeando su estómago. Sintió como algo perdió su escencia, y rompió a llorar. Había perdido al bebé. Y sabía de quién era la culpa.

Fue al hospital, sacaron los restos del feto y sanaron sus heridas exteriores, aunque las de su corazón no lo harían nunca. Volvió a casa como si nada y decidió ocultar toda la situación.

–Dile a tu jefa que está muerta –dice Lyla entre dientes.

–Y dile a tu esposo... Quiero decir, EX-Esposo que ella lo extraña muchodice en un tono de burla.

El asistente de mi padre Où les histoires vivent. Découvrez maintenant