Capitulo 11

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La expresión de Alejandro era de pánico puro, su tez blanca como la tiza me recordaba las veces que me mire en el espejo después de todas esas personas hacían lo que querían conmigo. Como un fantasma se levantó del sofá y empezó a deambular de un lado a otro, su mano rozaba su cabello y lo tomaba con fuerza, parecía estar controlándose para no golpear algo. Desvió la mirada al techo y suspiro pesadamente. Yo lo entendía, no era información fácil de digerir, pero esa era mi verdad, una verdad que volvía a acosarme tiempo después. Me miro una vez más sentándose de nuevo en el sofá y pregunto

- ¿Por qué ahora? ¿Por qué esperaste tanto para decírmelo? – mi estomago se revolvió antes de contestar

- No lo vi necesario, fue parte de mi pasado y tú... eres mi presente. Me ayudaste a seguir, no quería que te alejaras, que... sintieras asco por mi

- ¿Asco?

- Alejandro, muchas personas me tocaron, me golpearon, me dañaron tanto física como psicológicamente, esa mancha aun me acompaña

Se acerco lentamente a mí y sus ojos me dijeron lo que sus palabras tal vez no podían expresar. Mis lagrimas empezaron a correr por mis mejillas y aterrizaban en mis manos apretadas en mi regazo, apreté mis parpados para detenerlas, quería ser fuerte para él, para su amor, quería que el viera que no me afectaba ya, pero eso era mentira, si me afectaba y mucho. Alejandro me levanto la cara y quede a la altura de sus ojos estaba arrodillado frente a mi

- Nada en este mundo haría que yo sintiera asco por ti, y mucho menos algo que no fue tu culpa

Me beso suavemente en los labios y esa acción tan pequeña pero tan significativa logro derrumbarme, me aferre a él, a su cuerpo, a su bondad y deje salir todos los años de oscuridad que tenía guardado en el fondo de mi corazón, mi llanto arranco todos los recuerdos amargos durante ese tiempo, todo lo que pase, lo podrido que tenía. No sé si gritaba por dentro o mis gritos se escuchaban en el mundo exterior. No sé cuánto tiempo pasamos abrazados arrodillados a mitad de la sala, el pasaba su mano por mi cabello curando una vez más mis heridas abiertas por los recuerdos, mi respiración se calmó y pude hablar una vez mas

- Él ha vuelto – su temblor no paso desapercibido – me está enviando notas, me envió flores, pero aún no ha aparecido para llevarme

- No lo hará – la seguridad en su voz me dijo que no permitiría que pasara, confié en esa verdad, en esa pequeña esperanza y me deje llevar hasta el mundo que existe más allá de los sueños.

Cuando desperté, estaba en mi cama, la luz abundaba en la habitación, el día se sentía fresco y tranquilo. No tenía idea de cómo había llegado allí, pero me sentía extremadamente descansada. El sentimiento de haber contado todo y que la persona que haya escuchado me apoye incondicionalmente, es algo que haría dormir protegida hasta la persona más asustadiza del universo. De pronto me di cuenta, me senté de golpe en el colchón a tiempo de ver a Alejandro entrar con el desayuno.

- ¿Estás bien? ¿Otra pesadilla?

- No – mi sonrisa casi cubría mi rostro – ¿¡Qué te parece!? No tuve pesadillas

Alejandro coloco el desayuno en la mesa de noche y me observo sonriente, sus labios se acercaron a los míos y me beso con la seguridad de que jamás dejaría que me pasara nada. Tal vez el haber confiado en él, el haberle contado todo lo que tenia por dentro, me dio la oportunidad de descansar, como cuando se suelta un bolso lleno de rocas el cual no te dejaba caminar. Disfrute de mi desayuno con Alejandro antes que la realidad se reuniera con nosotros. Alejandro trato de convencerme de no ir a trabajar, pero no podía permanecer escondida con él en casa

- ¿Puedes al menos pedir unos días libres? – me miro suplicante

- Tratare, pero no te prometo nada

Al salir a la calle, la seguridad que tenía me abandonó. Sentía que cada extraño que me cruzara podía tomarme a la fuerza o que me desmayaría y despertaría en algún lugar lejano. Las calles se me hicieron largas y el viaje eterno. Cuando por fin llegue a la oficina, no parecía un día normal, faltaba algo, una vuelta alrededor de mi cubículo antes de ir a hablar con la Sra. Laura me hizo darme cuenta, Verónica no se encontraba, tal vez se le hacia tarde. Al llegar a la oficina de la Sra. Laura me anuncie antes de entrar, estaba hablando por teléfono

- Si... te dije que para la próxima semana... esta bien... - una pausa larga antes de continuar y la mirada de la Sra. Laura me dijo que no estaba feliz – ya te dije que ese asunto se acabó... gracias por nada, se fue sin siquiera avisar... no me importa... está bien adiós – colgó el teléfono con mucha mas fuerza de la necesaria – ¿Qué quieres Angie? – su tono me dijo que tal vez no era el mejor momento para pedir días libres pero ya estaba aquí

- Ehhhh... yo solo – la Sra. Laura me miró fijamente eso me puso en alerta – quería saber si podía tomarme unos días libres... por motivos de salud – tuve que bajar la voz ya que estaba gritando, pasaron algunos minutos sin que me respondiera, pensé que debía salir de allí antes que me despidiera

- Está bien, notifícalo para tu descuento de tu quincena – solté el aire que no sabia que estaba reteniendo – de todos modos, no serás la única

- ¿Disculpé? – dije antes de poder pensar

- Verónica también se fue – la Sra. Laura continuo su trabajo como si nada, aproveche la ocasión para salir de allí antes de que cambiara de opinión

Verónica se había ido, no entendía nada. ¿Qué le había pasado? parecía muy dispuesta a muchas cosas. Cuando llegué a mi escritorio vi que mi teléfono tenia una alerta de mensaje, era de ella. Pero como rayos consiguió mi numero si nunca se lo di. El mensaje decía:

De: Remitente no registrado

Asunto: "Hola preciosa, me tuve que ir antes de lo previsto, pero no creas que me olvidare de ti. Estuve allí por algo importante, pero ya cumplí, por favor necesito que te cuides. No bajes la guardia, no quiero que te pase nada, nos veremos cuando tengamos una nueva oportunidad, nunca me rendiré contigo 😉... besos Verónica"

Pero que rayos significaba esto... ¿qué me cuide? En ese momento me percate de una nota en mi escritorio. La tomé con manos temblorosa y la abrí, en el papel blanco podía leer las mismas palabras...

"QUERIDA PRINCESA"    

Querida Princesa...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora