Capitulo 10

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<<Ese año mi madre había muerto de un infarto a causa de una rabia causada por el hombre que inicio mi mundo de tortura. Después de su muerte, el alcohol domino sus días y las apuestas clandestinas sus noches. La mayoría del tiempo estaba sola en casa, algunas veces llegaba con dinero suficiente para comprar comida, pero en otras, solo caía desmayado en el sofá por culpa de su ambición etílica. Invitaba a hombres a pasar la noche apostando en la sala mientras fumaban habanos caros y estaban acompañados de sus mujeres alquiladas, yo me encerraba en mi habitación para evitar que me vieran. Fueron muchas noches que pase en constante vigilancia de mi puerta y solo deseaba que amaneciera para poder dormir.

Tiempo después se involucró con un hombre de muy malos negocios, perdiendo todo lo que tenía. Nunca se había arriesgado tanto. Había perdido hasta el último centavo, solo le quedaba la casa y... yo. La casa la perdió en el siguiente juego y sin esperar, el mafioso que la gano, fue a reclamar lo que le pertenecía. Esa noche fue la peor de todas, hubo gritos y golpes. Encerrada en mi cuarto, pude escuchar todo lo que le dijeron a mi padre, el suplicaba que le dieran tiempo para conseguir el dinero que debía, pero nunca pensé en lo que pasaría...

- ¿Como piensas pagarme? - decía el mafioso, su voz traspasaba la gruesa madera de mi puerta – no tengo nada que me garantice que encontraras el dinero

- ¡Lo encontrare! solo no me quites la casa, no tengo donde ir y mucho menos donde llevar a mi hija – una pausa seguida de pasos rápidos

- ¿Tú qué?

- Mi... mi hija – mas pasos esta vez por toda la sala no sabia hacia donde se dirigía

- ¿Dónde la tienes?

Arrinconada en la esquina de mi cama me tapaba los oídos con fuerza, podía escuchar como abría y cerraba todas las puertas de camino a mi habitación. Los pasos se detuvieron muy cerca, parecía estar pensando en regresar. Me hice un ovillo abrazando mis piernas y tapando mi boca con mis manos, traté de no moverme en lo absoluto pensando que tal vez con el mínimo movimiento se percatara de que estaba oculta. Temblaba muchísimo, observe su sombra debajo de la puerta, la cerradura se movió. De pronto, un fuerte golpe hizo que la puerta se saliera de su base y se abriera de par en par, cerré los ojos lo más fuerte que pude, luego lo escuche, esa voz que me perseguiría por toda mi vida, en mis pesadillas.

- Ahh mira que tenemos aquí – abrí los ojos y lo vi frente a mí con una sonrisa cínica

El me tomo del brazo muy fuerte haciendo que saliera de la cama, me arrastro hasta la sala donde tenían a mi padre de rodillas apuntado con un arma en su cabeza. Las lágrimas comenzaron a caer de mi rostro sin poder controlarla

- Encontré mi garantía

- ¿¡Qué!? – grito mi padre – no, no puedes llevártela – trato de levantarse, pero lo volvieron a tirar al piso

- ¿Ah no? – el hombre me sacudió de nuevo - Yo lo veo como un trato justo, tú me debes dinero y yo necesito una garantía y aquí esta esta bella señorita que cumplirá con el papel – me sonrió de nuevo a la cara – ¡Saul! – llamo a uno de los hombres que estaba en la puerta – llévala a la camioneta, nos vamos en unos minutos

- Si señor – respondió el otro hombre

Cuando se acercó para tomarme del brazo, tuve la oportunidad de correr, traté de salir a la calle para poder buscar ayuda, pero sentí como me levantaban del piso y llevaban por los aires, otro de los matones me tomo de la cintura y me llevo de nuevo hasta la sala, el mafioso se reía a carcajadas

- ¡No!! ¡Déjenme! – grite y patalee tratando inútilmente de soltarme

- Vaya, vaya ¿qué tenemos aquí? una pequeña fierecilla – el reía incansablemente – sostenla – se dirigió de nuevo a mi padre – tienes una semana, si en ese tiempo no tienes el dinero que me debes...

Volteo a verme

- Me quedare con esta pequeña leona para mí

Sus palabras más que una amenaza parecía una afirmación. Luego de eso golpeo en la cabeza a mi padre y me llevo con él a su camioneta. Mis gritos debieron de escuchase en toda la cuadra, pero nadie salió en mi ayuda. Trate de zafarme del aquel hombre, pero era más grande y más fuerte que yo. Me metieron en la parte de atrás de la camioneta aun gritando y llorando, el mafioso entro luego y me tomo el rostro con la mano haciéndome callar, mis lagrimas aun rodaban por mi rostro

- Shhhh... calma, deja esos gritos de cachorro lastimado si no quieres que me regrese y mate de una vez a tu padre – mi cuerpo tembló – eso solucionaría muchos de mis problemas – me miro de forma lasciva – tu serias un buen pago por esa deuda y sin tu padre pues... todo sería más fácil, así que, ¿te callaras? – asentí – muy bien, buena niña – me soltó y me acaricio la cabeza como si de un cachorro se tratara – vámonos

Por obvias razones mi padre no consiguió el dinero, no lo volví a ver, imagine que lo habían matado para tenerme sin problemas, el mafioso cuyo nombre era Joel me llevo a una casa en la cual había muchas chicas, algunas más grandes que yo, otras de mi edad, no todas eran del país, algunas ni siquiera hablaban la lengua. Me di cuenta que si había algún lugar donde no debía estar, era en esa casa, solo paredes húmedas y suelos fríos. Me arreglaron como una muñeca, me vistieron con diminutas ropas y me llevaron a un gran salón con una tarima.

Muchos hombres y mujeres estaban allí observando, yo lloraba y nadie me hacía caso, solo miraban mi cuerpo como un trozo de carne con el cual van a cenar. El golpe del martillo me estremeció, una mujer de unos 40 años se subió al estrado y grito

- ¡La oferta empieza en 10.000!

Esa fue la sentencia con la que comenzó mi tortura por dos largos años.>>

Querida Princesa...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora