Capitulo 2

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He estado teniendo esas pesadillas con mucha frecuencia últimamente, me dan un mal presentimiento. A veces me levanto llorando o gritando, temblando por completo, viendo sombras donde no las hay. En ocasiones Alejandro no se da cuenta que me levanto a mitad de la noche pero otras, como la noche anterior, es prácticamente imposible de evitar. Me hago a la idea de que estoy estresada y eso en el fondo me hace tener pesadillas o puede ser cualquier otra cosa que estimule los delirios nocturnos, pero se, de alguna manera que no es así. Desayunamos en silencio, unto mi pan con mantequilla mientras miro a Alejandro comer

- Deberías ir a que te vea un doctor - me dice sin levantar la vista de su plato

- ¿Para qué? yo me siento bien

- Angie, eso no es normal - deja su tostada en el plato y me mira serio - las pesadillas van en aumento y no mientas diciendo que no las recuerdas - me lanza cuando intentó replicar - me he dado cuenta cuando te levantas a media noche y te encierras en el baño a llorar

- Son solo malos sueños - suspiro - no hacen daño - me digo esto para contentarlo y para convencerme a mí misma pero, si, hacen daño

- Si lo hacen - dice leyendo mis pensamientos

- Es solo un mal recuerdo ya pasara - le replicó y continuo con mi desayuno esto da a entender a Alejandro que la conversación ha llegado a su fin y no pienso claudicar

Salimos del edificio para ir a nuestros respectivos trabajos, sé que Alejandro está un poco molesto porque no lo quiero contar de mis pesadillas pero no es algo tan fácil de decir. Además que no quiero que se entere de todo lo que me paso, cuando nos conocimos fue algo maravilloso para mí, pero también complicado, tarde muchísimo tiempo en aprender a confiar en él, a saber que no me haría daño, que de verdad me amaba. 

Lo conocí mientras llenaba unas formas para solicitar trabajo en un banco, era la primera vez después de lo que me paso que solicitaba empleo, ya no podía seguir viviendo como estaba necesitaba salir. Estaba en la oficina del gerente llenando las planillas cuando llegó Alejandro cargando unas cajas, en ese momento era mensajero, me asuste tanto al oír su voz que solté en bolígrafo con que estaba escribiendo el cual fue a caer directamente a sus pies. Alejandro dejó las cajas en una mesa cercana, se agacho, tomo el bolígrafo y fue hasta mí. Me encogí tanto en la silla que creí que podría traspasar la pared, agache la vista para que no me viera a la cara

- Oye, ¿estás bien? te ves nerviosa - me pregunto mientras me tendía de nuevo el bolígrafo que estaba usando

- sssii... si, gracias - logré balbucear tomando el bolígrafo

Ese día no pude conseguir el empleo, ya que por culpa de mi miedo no me permitieron quedarme, debía atender público y el solo hecho de hablar con el gerente era traumático para mí. Salí del banco bastante decepcionada de mi misma a punto de estallar en lágrimas cuando lo encontré afuera, estaba apoyado en la puerta del auto que usaba para llevar los pedidos, cuando salí me miró y sonrió. Mi miedo volvió triplicado, pensaba que me habían descubierto una vez más, salí corriendo de allí pero él era insistente

- espera, solo quiero hablar contigo

- ¡déjame sola!, ¡no te me acerques! - le grite mientras corría a toda prisa por la calle, él se quedó allí a unos metros del auto observando cómo corría

Dos días después lo encontré fuera de la residencia para señoritas en la que vivía, estaba muy asustada. Me estaba confirmando que me perseguía, no podía creer que me pasara esto dos veces seguidas, creía haber tomado todas las precauciones. Se acercó a mí rápidamente, imagino que para evitar que escapara, me encontraba atrapada, solo me quedaba la puerta de la residencia o la calle abierta donde él podría seguirme o peor lastimarme, preferí volver pero él se adelantó y se colocó entre la puerta y yo

- Oye, oye calma - trato de tocarme pero lo rechacé de inmediato

- ¿¡Qué quieres de mí!? déjame en paz, ¡no quiero esto de nuevo por favor! - no pude controlarme comencé a llorar desenfrenadamente, me abrace a mi misma como señal de protección

- Oh no, ehhh - no sabia que decir estaba sumamente nervioso - no llores ¡por favor! no creí que seguirte fuera un pecado - sacó de su bolsillo un pañuelo y me lo dio - de verdad no quiero hacerte nada, solo quería hablar contigo - lo mire a la cara por primera vez tenía unos rasgos dulces no parecía que quisiera hacerme daño pero no podía confiar

- Solo... - no logre terminar la frase

- Entiendo, me iré pero acepta esto - me tendió de nuevo el pañuelo, yo lo tomé con mi mano temblorosa y él se fue de nuevo a su camioneta, no sé qué me impulsó en ese momento, no sé si después de tanto tiempo sufriendo mi corazón tenía la esperanza una vez más de confiar en alguien o solo era curiosidad

- ¡Espera! - el grito salió de mi sin poderlo detener, él se giró y me miro tiernamente - ¿porque querías hablar conmigo?

- Dejaste tu bolígrafo cuando huiste de mí el día del banco

- Oh - sentí el calor subir a mis mejillas, me acerque hasta el - ¿viniste hasta aquí solo para eso? sabes que podía conseguir otro ¿no?

- Pues sí - rió - pero yo no volvería a tener la oportunidad de verte - no podía creer lo que escuchaba era tan normal, tan tierno y venía con tanto amor - Soy Alejandro - me dijo

- Angie - le respondí, me miró dulcemente, acercó su mano a mi cara y retrocedí de forma automática, vi la decepción en su rostro pero lo intento una vez más, deje que se acercara y pude sentir como pasaba su pulgar por mi mejilla para limpiar una lágrima. Pude ver de nuevo esa sonrisa.

Ame esa sonrisa desde el principio, esa sonrisa me hizo confiar por primera vez después de tanto tiempo, esa sonrisa me convirtió en lo que soy ahora y es con esa sonrisa con la que me conquistó para que le contara algunas cosas que desee enterrar para siempre. Confié en Alejandro pero no le conté toda la historia, tuve miedo de que me despreciara y sintiera asco por mí, era la primera persona que me demostraba amor sincero y no quería perderlo y ahora estaba enojado porque las pesadillas no me dejaban dormir, tenía sus razones y yo las conocía pero él no conocía las mías. Me aferre a su brazo y pude ver como el enojo desapareció, me sonrió de forma tonta como cuando hace alguna travesura rodeándome el cuello con su brazo. Me dejo en la puerta del trabajo no sin antes despedirse con un beso, este hombre me enamora todos los días, pero es algo más que mis secretos lo que me tiene preocupada.

Querida Princesa...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora