Capitulo 5

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Las cosas en casa no parecía mejorar, mientras más pesadillas tenía, mayor era mi mal humor y mis ganas de salir huyendo. Todas las mañanas tenía que luchar con el despertador para levantarme, su sonido termino por irritarme a tal punto de que lo hice pedazos lanzándolo contra la pared. Alejandro trataba por todos los medios de calmar mi frustración, pero solo terminaba herido por mi culpa. Una mañana en especial, me levante muy temprano. No soportaba estar acostada en la cama sin poder dormir, di un paseo por todo el departamento, estaba cansada y aburrida, termine acostada en el sillón de la sala, volví de nuevo al dormitorio y vi a Alejandro durmiendo plácidamente, eso me molestaba, el hecho de que el pudiera dormir sin inconvenientes. Sabía que no tenía justificación mi pensamiento, pero, no podía evitar sentir que era injusto que el descansara y a mí me costara tanto, una hora después Alejandro se levantó buscándome

- ¿Estás bien? – me pregunto

Ni siquiera me moví. No quería hablar con él, al parecer el sintió mi deseo y se retiró al baño, a los pocos minutos estaba de vuelta, se dirigió a la cocina a preparar el desayuno, fui tras el pero sin ganas de conversar. Alejandro continuo moviéndose alrededor sin decir palabra, me gustaba eso de él, pero ahora me estaba irritando, abrí la alacena para tomar una taza y servirme café, al momento de tomarla se resbalo de mis manos y termino hecha un millón de pedazos en el suelo, la rabia continuo su camino a través de mí y solté un grito desesperado, golpee la pared varias veces, pensé que incluso me había hecho daño en las manos, lagrimas rabiosas salieron de mis ojos sin poder evitarlas. Escuche que los trozos eran movidos del suelo, Alejandro estaba barriendo como si no hubiese pasado el mayor accidente

- ¡Eso es todo! – le grite – ¡solo te vas a parar allí a recoger lo que se cayó! No piensas en lo que siento, en lo que me está pasando, no puedo creer que solo te quedes allí sin dirigirme la palabra, ¿es mi culpa acaso?

Él no se inmuto, termino de recoger los trozos de porcelana y los tiro a la basura. Sirvió en un plato pan con tocino y huevos, tomo una nueva taza de café y sirvió más del oscuro líquido, fue hasta mí y me tomo de los brazos para llevarme a la silla

- ¡Suéltame! No entiendes nada – me retorcí contra su agarre pero fue inútil – ¿por qué me tratas así? ¿!Es que no te importa!? –

Seguí retorciéndome pero el gano la batalla y logro sentarme, las lágrimas corrían a raudales por mis mejillas, no tenía nada de hambre solo quería que Alejandro se enojara y discutiera conmigo, necesitaba drenar mi ira y sentía que solo algo de violencia me haría sentir mejor. Una servilleta paso por mis mejillas.

- No voy a discutir contigo si es lo que quieres – mi corazón salto – se lo que sientes y claro que me importa, pero necesitas sacar lo que te está molestando, estaré aquí el tiempo que necesites para que puedas alejar todos tus fantasmas y mientras esta crisis emocional pasa, soportare tus gritos, enojos y accidentes, ¿sabes por qué? – me miro a los ojos – porque te amo y soy capaz de hacer eso y mucho mas

Mi mal humor quedo a un lado en su lugar se instaló la debilidad y el cansancio que mi cuerpo estaba viviendo. El corazón me latió con fuerza mientras Alejandro cortaba el pan y me daba de comer como si de una niña se tratase, todo lo que le dije y él no me discutió, no se molestó. Me sentía la persona más horrible del mundo por tratarlo mal sin razón alguna.

- Lo siento – mis palabras salieron junto con otras lagrimas pero estas eran de arrepentimiento y amor

- Lo sé – limpio mi rostro de nuevo – comamos ¿si? – asentí y deje que me consintiera

Alejandro me convenció de comer el desayuno. Me llevo al baño y me ayudo a ducharme, masajeo mi cuerpo hasta que este se sintió ligero y limpio. Trato de hacerme el amor pero no pude, el me entendió un vez más. Lavo mi cabello y lo enjuago con suavidad. Una vez que me vestí salí al trabajo no sin antes escuchar de nuevo el sermón de que debería ver a un psicólogo o me volvería loca. Alejandro también me dijo que solicitara unos días de descanso en el trabajo para poder relájame un poco más, me prometió llevarme a un lugar alejado para que me sintiera tranquila. La idea me tentó por mucho, pero, hablar con la Sra. Laura de unas vacaciones no planeadas no la haría muy feliz. La idea vago por mi mente mientras llegaba al trabajo. Una vez en mi cubículo estaba casi completamente convencida de que era lo mejor que podía hacer, una semana lejos de todo me ayudaría a tratar estas pesadillas y el insomnio. Decidí plantearle la idea a la Sra. Laura y aprovechando que Verónica no había llegado fui hasta su oficina. La puerta estaba entre abierta y pude escuchar la voz de la Sra. Laura mientras amenazaba a otra persona

- Te lo advierto, me prometieron más que eso – la Sra. Laura parecía enojada

- Estoy aquí por algo no para complacerte a ti – era la voz de Verónica lo que escuchaba - eso no era parte del trato

- No me importa, te quiero en mi casa... esta noche, a menos que quieras que llame...

- ¿Me amenazas? – interrumpió Verónica - ¿No crees que tú tienes más que perder que yo? Piénsalo bien

- A quien crees que le van a creer... te lo advierto... esta noche

Escuche un golpe en el escritorio y pasos de tacones. Antes de darme cuenta corrí a mi cubículo. No sabía que pasaba dentro de esa oficina y no estaba segura de querer enterarme. Verónica llego a los pocos minutos su cara enojada no mentía algo haba pasado. Antes de poder preguntar algo su teléfono sonó

- ¿Si? – respondió ella dándome una señal de que esperara un minuto – ¿tengo que hacerlo? – se alejó aún más y no pude escuchar el resto de la conversación

- ¿Todo bien? – pregunte cuando termino con la curiosidad colgando de mi lengua

- Si. No permitas que eso me aleje ¿Comenzamos?

No entendí ese último comentario pero sí que era el final de interrogatorio, comenzamos a trabajar y no permitió que le preguntara algo más. Pero su mano en mi rodilla acariciando de arriba a abajo no pasó desapercibida.    

Querida Princesa...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora