Capitulo 3

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Llego al trabajo como todos los lunes, paso por la cocina por mi café habitual y me dirijo a mi escritorio, dejo el vaso con el café sobre él y me inclino en mi silla. Suspiro pesadamente mientras miro el cielo raso, estoy cansada de las pesadillas, no me dejan dormir y la preocupación de Alejandro, aunque justificada solo me hace el trabajo más difícil. Continuo definiendo los diseños del cielo raso mientras mi equipo termina de iniciar mi sesión cuando escucho mi nombre

- Angie - es Laura la gerente, me siento correctamente – ¿podrías venir un segundo?

La sigo a través de los cubículos del cuadrante, nos detenemos delante de su oficina ella abre la puerta y entra sin perder el tiempo.

- Angie, ella es Verónica – me señala a una chica alta de cabello largo que está en la esquina de la oficina imagino que esperando - estará trabajando con nosotros a partir de hoy - Observo a la chica que esta a mi lado, me sonríe y asiente con la cabeza – te llame ya que requiero tu ayuda, Samanta esta de vacaciones y no tengo a nadie que pueda darle a Verónica la inducción necesaria, lo haría yo misma, pero tengo varias juntas esta semana a la que no puedo faltar

- Está bien Sra. Laura ¿qué es lo que debo hacer?

- Lo básico, mostrarle lo que hacen ustedes, como atender las llamadas y lo que tiene que hacer con ellas, por ahora no estará atendiendo al cliente directamente así que no debes preocuparte por eso

- Muy bien – la chica a mi lado se volvió blanca, quise preguntarle si estaba bien, pero me contuve

- Ahh, Laura... ¿atenderé personas? – la Sra. Laura la miro severamente, se quitó las gafas de montura que usaba para leer

- Si Verónica, el hecho de que este haciéndole un favor a tu madre al incluirte en esta planilla no quieres decir que vas a tener un trato especial y aquí soy la Sra. Laura para ti

- Oh, está bien, lo siento – Verónica bajo la mirada, la Sra. Laura se dirigió de nuevo a mi

- Muchas gracias Angie, por favor cualquier cosa que haga que no te parezca me avisas, ya pueden retirarse

Salimos de la oficina, Verónica me sigue de regreso a mi cubículo, cuando llegamos me doy cuenta que hay una segunda silla

- Bueno supongo que es para ti – Verónica me miro sin entender – no importa, siéntate

Ella hace lo que le digo, observa el pequeño recuadro que nos rodea, yo tomo mi lugar frente al ordenador. La verdad es que estoy nerviosa, no se que se supone que le tengo que mostrar, nunca había hecho esto, pero si cuide de muchas chicas. Mi mente viaja por una fracción de segundo a ese lugar, el llanto de las nuevas, los gritos y el sabor de la sangre, oigo un sonido distante y salgo de mi recuerdo, es Verónica la que me habla parece estar explicándome algo, pero solo observo sus labios moverse

- ¿Disculpa? - le digo para interrumpirla – no estaba escuchando

- Oh, lo siento, te decía que debe parecerte extraño la forma en que Lau... perdón la Sra. Laura me hablo – sus mejillas se llenan de un rubor suave

- La verdad es que si, pero entendí lo suficiente. ¿Has trabajado alguna vez?

- ¡No! Mi madre nunca quiso que lo hiciera

- ¿Y qué edad tienes?

- Pues 24 – sonrió de manera inocente - es que mi padre era una persona adinerada y nunca nos falto nada, pero hace un tiempo el, pues digamos que ya no es como antes así que mi madre y yo tuvimos que empezar a trabajar para poder sostenernos – se detuvo un segundo para recordar – disculpa imagino que no te interesa eso

La mire con un sentimiento en la garganta, me recordó a mí misma antes de Alejandro, tímida, asustadiza y muy sumisa, sobre todo eso sumisa.

- Bueno puedes contarme lo que gustes, pero ahora tenemos que trabajar o si no la Sra. Laura nos gritara a ambas – ella me sonrió, así que comencé a explicarle lo que debía hacer

La mañana de trabajo termino sin inconvenientes. A pesar de que Verónica nunca había trabajado aprendió muy rápido lo que tenía que hacer, a la hora del almuerzo me comento que su padre las había abandonado así que su madre le pidió a la Sra. Laura que le diera trabajo a Verónica, al perecer eran amigas desde hace mucho, pero a la Sra. Laura no le hizo gracia que su madre y su padre se dejaran y culpa de eso a Verónica

- Creo que si es mi culpa – me dijo mientras comíamos

- ¿Por qué lo dices?

- Mi padre se entero de algunas cosas de mi que no le gustaron, mi madre me defendió y él se fue – se encogió de hombros y continuo con su comida

El resto de la tarde paso igual de rápido, converse mucho con Verónica era una chica que a penas estaba conociendo el mundo, pero había algo en ella que aun no me terminaba de explicar, si tuviera que adivinar diría que esta esperando enamorarse para casarse y ser una mujer trofeo ya que a eso estaba acostumbrada antes de que su padre se fuera. Me gusto mucho su personalidad a pesar de todo, parecía sincera y divertida, tal vez había conseguido una amiga sin darme cuenta, hace mucho que no tenía una de verdad debería intentarlo con ella, cuando la jornada termino bajamos a planta me despedí de Verónica en la puerta del edificio.

- Gracias por ayudarme hoy, espero que la Sra. Laura me deje estar a tu lado cuando comience el trabajo

- Yo también – le sonreí – bueno ya debo irme tengo varias cosas que hacer

- Si, hasta mañana – se acerco y deposito un beso muy cerca de mis labios - adiós – fue lo ultimo que dijo antes de caminar a la calle contraria a mi camino, me toque la comisura de la boca, aun tibia por el beso. Debió haber sido un error, pero casi me besa.

Cuando llegué a casa le conté a Alejandro de Verónica mientras hacíamos la cena.

- Parece una chica dulce, pero siento que hay algo mas

- ¿Mas? ¿Como qué? ¿Un tercer ojo? – decía mientras picaba los pimientos para la carne

- JA, JA, ¡no tonto! ¿Algo oculta? – me subí a la mesa de la cocina, Alejandro dejo lo que hacia y fue hasta donde estaba sentada, abrió mis piernas y me abrazo

- Bueno, pregúntale tal vez asesinó a su padre y lo enterró en el patio trasero

- Claro y la mejor amiga de su mamá la está escondiendo mientras todo se calma ¿no es así?

- Si – ambos nos reímos, nos encantaba inventar esa clase de historias de la nada, pero a pesar de la broma aun sentía curiosidad por la historia de Verónica

Esa noche las pesadillas volvieron. 

Querida Princesa...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora