Lo que significa ser un héroe [Katsuki Bakugo x OC]

Capítulo 7

—Bakugō-kun...

Susurraba ella con cada una de sus caricias, sintiendo su delicado cuerpo apretado contra él mientras sus manos se movían codiciosas por su suave figura. Ella era exquisita, sus labios sabían dulces y su aliento agitado lo calentaba de forma arrolladora, consiguiendo que sólo dejara de devorarla cuando ella se apartaba para suspirar su nombre.

—Kiyama, te deseo...

Le confesó en voz alta por si acaso no había quedado clara su necesidad, apretando con lujuria las nalgas de la chica para acercarla aún más contra él y pudiera notar su potente erección que ya estaba doliendo por el afán de adentrarse en ella.

—Bakugō-kun... eres cálido...

El joven hundió su rostro entre sus pechos y aspiró su aroma delicioso, empezando a pasar la lengua por encima de sus cúspides dirigiendo ahora sus manos para desabrochar su sostén, pues de su camisa ya no había ni rastro. La prenda cayó con lentitud pero él no tuvo mucho tiempo para admirar su anatomía, pues su boca se dirigió inmediatamente a uno de los pezones para succionarlo a gusto. También sabía dulce. Toda ella era dulce.

—Bakugō-kun... gracias...

El chico elevó su rostro para mirarla un poco confundido por aquellas palabras, quedándose embelesado con la mirada tierna que ella le daba. Era hermosa, como un ángel, un ángel al que deseaba poseer con todas sus fuerzas.

—Kiyama, te necesito...

Le suplicó entre grandes jadeos al sentir cómo ella enterraba el rostro en cuello con delicadeza y sus senos rozaban su pecho desnudo, enviando latigazos de placer directo a su entrepierna. Lo que sentía era demasiado fuerte, demasiado intenso como para que pudiera controlarse por más tiempo.

Dirigiendo entonces sus manos por debajo de la falta de la chica, tomó los dos pequeños moños que ataban su delicada pantaleta y los deshizo de un sólo movimiento, liberando su intimidad en ese instante.

—Mnth mierda, no aguanto más.

Declaró el rubio separándola un poco para poder liberar su miembro de sus ya demasiado incómodos pantalones y la hacía levantarse un poco para poder acomodarla justo sobre su polla.

—Bakugō-kun...

—Kiyama, desde hace tiempo he querido hacer esto.

Y diciendo estas palabras la empujó hacia abajo para penetrarla de una sola estocada, enviando una poderosa corriente de placer que lo recorrió hasta la última célula de su ser.

•••

Katsuki despertó de golpe en medio de un audible jadeo, sudando a montones y con el corazón latiendo desbocado en su pecho.

—Pero qué mierda!? —Exclamó mientras tomaba aire a bocanadas y se daba cuenta dónde estaba, levantándose de un salto de la cama mirando los carteles que tenía pegados en las paredes de su habitación.