004.

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Sentí a Jesse aminorar el ritmo de sus embestidas y, cuando abrí los ojos para reprocharle, pensando que era uno de sus juegos, me quedé de piedra cuando vi a mis padres en la puerta mirándonos. Mi madre se había tapado la boca y mi padre me miraba muy enfadado.

En ese momento no supe qué esperar de ellos.

Empujé a Jesse para apartarlo de mí y, cogiendo mis pantalones del suelo junto a mis bragas, me vestí lo más rápido y decentemente que pude. No quería hablar en caso de que se pusieran a gritarme.

—Scarlet Faye, tu madre y yo habíamos estado hablando para darte un ultimátum, pero esta es la gota que colma el vaso —dijo mi padre con un tono frío y duro que no le había escuchado nunca, ni siquiera la semana anterior cuando mencionaron lo del internado—. Así que te lo vamos a poner fácil, vas a coger tus cosas y te vas a ir, o llamaremos a la policía.

Se me llenaron los ojos de lágrimas, pero parpadeando rápido un par de veces las aparté de mis ojos. Me había sorprendido el hecho de que se hubiera tomado la molestia de hablarme a mí solo para echarme de casa y que no hubiera hecho caso de Jesse, que seguía ahí y se había puesto la ropa bien. De reojo vi que apretaba los puños a ambos lados de su cuerpo.

Entonces todo pasó muy rápido. Mi madre ya estaba gritando y, cuando miré al suelo, mi padre estaba atizando a Jesse y estrangulándolo, hasta el punto de que ya estaba rojo como un tomate e intentando gritar.

—¡Desgraciado! ¡Mira lo que has hecho de mi hija!

Yo no podía moverme, no sabía qué hacer. Hasta que reaccioné y empecé a tirar de mi madre, gritándole que hiciera parar a mi padre. Pero ella solo se quedó allí gritando y sin hacer nada.

Volví a mirar y esta vez Jesse le atizaba a mi padre y sentí a mi madre empujarme para tirar de la camiseta de Jesse.

—¡Degenerado! ¡Has hecho de mi hija una fulana! ¡Mereces todo lo malo que te pase!

Yo miraba atónita la escena y sin saber qué que hacer. Si esto seguía así, los vecinos no tardarían en despertarse por el jaleo y llamarían a la policía.

Entonces no vi otra salida, por mucho que me arrepintiese más tarde y me doliera.

Fui al cuarto de baño corriendo y cogí las tijeras de la bolsa con las que me había cortado el pelo. Cuando volví a la habitación, los papeles se habían vuelto a invertir. Esta vez mi padre atizaba a Jesse y mi madre le daba patadas, haciendo que se encogiera y solo se dedicara a aguantar los golpes como pudiera.

Respirando, seguía sin poder creerme lo que estaba a punto de hacer.

Tire de la camisa de mi madre hasta que la tuve de espaldas contra mi pecho y empecé a gritar.

—¡Suéltalo!

Mi padre no me hizo caso hasta que mi madre empezó a llamarlo entre sollozos. Entonces cuando se dio la vuelta, a punto de reprenderla por interrumpir su « acto de justicia», vi el momento en el que se dio cuenta de lo que su propia hija estaba haciendo por la expresión de su rostro.

No pude evitar las lágrimas que me caían por las mejillas.

—No quiero hacer daño a mamá, pero suéltalo —le dije entre sollozos y sosteniendo tan firmemente como podía la tijera en su cuello.

—Scarlett, mírate, defendiendo a un–

—¡Que te calles y lo sueltes! —chillé por encima de su voz. Él reaccionó y se quedó callado mirándome fijamente. Como esperando que entrara en razón e hiciera lo que él consideraba correcto.

Pero no me iba a echar atrás ahora.

—Déjalo ir —musité rompiendo el silencio repentino que había inundado la habitación—. Déjanos ir —hice hincapié para que se diera cuenta del pequeño, pero notable, cambio.

#2 Implicit. ©Место, где живут истории. Откройте их для себя