014.

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Sabía que me estaba apresurando al pensar eso, pero sus últimas palabras antes de irse me habían dejado entre una neblina de dudas en la que me cuestionaba todas y cada una de las palabras que me había dicho, desde el primer momento en el que nos conocimos. De hecho, me había contado tantas cosas que habían resultado ser mentira, que ya no sabía qué creer de él.

Me quedé pensativa sobre si debía abrirles la puerta o no. Tenía miedo porque no sabía realmente a qué venían. ¿Querían matar a Jesse? ¿Hablar con él? ¿Irse con él? Y lo peor es que no sabía dónde me dejaba a mí todo eso.

Esta vez me sacó de mis pensamientos unos golpes en la puerta. Y los gritos de Jason me sobrecogieron.

—¡Jesse, abre la puta puerta! Sabemos que estás ahí dentro.

Miré a todos lados sin saber bien si debería esconderme o decirles que Jesse no estaba. Me decanté por la segunda opción. Si lo querían a él, a mí me dejarían en paz. Abrí la puerta despacio, una rendija mínima para que me escucharan.

—Jesse no está, se fue antes y no me dijo dónde —una vez que hablé, intenté cerrar la puerta, pero Jason puso la mano sobre ésta y empezó a empujar hacia dentro, mientras que yo intentaba resistir y que no la abriese, pero era más fuerte que yo.

—De eso nada, guapa, me interesas más tú y te tengo aquí en bandeja —dio un empujón final a la puerta y me vi corriendo por el estrecho apartamento hasta que casi conseguí entrar a la habitación, pero un tirón de pelos me tenía en el suelo y quejándome en voz alta.

Mis manos instintivamente se iban a mi pelo para intentar aflojar el agarre al que me tenía sometida. Los ojos los tenía cerrados apretados porque me era imposible soportar el dolor. Me escocían los ojos por las lágrimas que estaba conteniendo, pero si seguía tirando así, no tardarían mucho en caer.

Me sentía humillada. Mucho más sabiendo que toda mi historia con Jesse había sido una trampa para ratones en la que había caído como una tonta. Esto sólo añadía más humillación a todo.

Ni me molesté en suplicarle a Jason que me soltara porque sabía que no tenía mucho sentido hacerlo y que empeoraría todo. Si después de esto tenía pensado matarme, realmente se lo agradecería porque me estaría haciendo un favor. Acabar conmigo sería acabar con todo de una vez.

Escapar había sido mi primera opción, pero, viendo que eso estaba fuera de mi alcance ahora, suponía que morir, aunque fuera de esta forma, acabaría con el dolor y las mentiras. Lo mejor de todo es que no tendría que mover un solo dedo.

—Al fin tengo a la zorrita donde quiero —me susurró Jason, pegando su... asquerosa barba a mi cara. No pude apartarme porque apretó mucho más el agarre en mi pelo, apenas sentía el cuero cabelludo—. Ahora no se te ocurrirá decirme que no a nada, si no quieres morir.

No dije nada. No tenía ni las fuerzas ni las ganas de otro enfrentamiento, de otro cruce de palabras crueles, cada cual más hiriente.

Lo sentí moverse detrás de mí y supuse que estaba buscando algo. Tal vez alguna pertenencia de Jesse que pudiera robar. Sentí cómo tiraba de mis manos, uniéndolas a mi espalda y noté cómo rodeaba mis muñecas con un trozo de tela, parecía una camiseta.

Me dejé hacer, sabiendo que no tenía sentido oponerme. Jason iba armado y me podría hacer todo el daño que quisiera, además de que estaba atada de manos y eso me impediría moverme y anticiparme a sus movimientos. Y tenía que recordar que él no venía solo. No sabía dónde estaba esa mujer que venía con él, pero tampoco estaba segura de querer verla muy cerca de mí.

Tenía un mal presentimiento respecto a todo esto. Me arrepentía de haber abierto la puerta. Mi impulsividad algún día iba a matarme, aunque a lo mejor ese día ya había llegado.

#2 Implicit. ©Where stories live. Discover now