Capítulo 12.

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Dos semanas después.

Ya casi comenzando el verano, todo Kattegat se veía complacido por las cosechas y la frecuente lluvia que no dejaba que la tierra se reseque, teniendo así abundante alimento para el pueblo.

La temperatura no subía mucho, como máximo alcanzaba a los veinte grados y eso era común en aquél gélido lugar.

Transcurrido el tiempo, el pequeño Ivar ya le iba tomando el ritmo a la vida pagana. Su hermano aún no se mostraba con mucha confianza, pero le permitía acompañarlo a pescar.

Como ambos eran hijos del conde, únicos herederos, era riesgoso el que estén solos, así que Athelstan tuvo que acompañarles a pedido del conde.

El pelinegro se mostraba un poco desinteresado, tanto que no había escuchado las múltiples veces en las que Bjorn en le llamaba torpe en la conversación que mantenía con su hermano.

Pensaba en Ragnar, éste había tenido la urgencia de quedarse solo con sus esposas aquella mañana, llamándole con insistencia para que acompañe a los chicos al lago a pescar.

Sabía que no estaba en ningún derecho de reclamar algo, pero aún así, no podía evitar aquél malestar en su pecho.

Descontento y sin ganas de cuestionarse mucho, suspiró, viendo los grandes peces que habían pescado los niños.

Les miró con atención, para bien o para mal, ambos eran la viva imagen de Ragnar, aunque uno sea castaño y el otro rubio, sus facciones estaban talladas al igual que su progenitor.

Sabía que había poder en aquellos corazones y que al ser hijos de un alfa tan grande y con tanto poder, llegarían muy lejos.

Ivar estaba dejando crecer su cabello como su tío Rollo y ciertamente le quedaba muy bien, parecía alguien diferente.

Bjorn le llamó para que vaya juntando los pescados en la cubeta y él obedeció, así que con paciencia se levantó y fue tomándolos del suelo.

Agradecía no vivir más en aquella casa ya que el pescado no era su comida favorita y sabía que los niños querrían cenar lo que habían pescado en esa tarde.

Ahora que lo pensaba, debía de comprar más carne y maíz, además, no le vendría mal una gallina.

Ya cuando los Ragnarson's se aburrieron de pescar, les pidió casi suplicante que le acompañen al mercado.

Ivar aceptó al momento, pero Bjorn hizo mala cara, aunque finalmente se rindió.

Caminaron hasta el pueblo lentamente, viendo como el sol comenzaba a caer, llegaron justo a tiempo antes de que la gente empiece a irse.

Athelstan compró varios atados de maiz, algunas carnes frescas que debía de poner a secar con sal y finalmente una gallina. Ésta fue cargada por Bjorn, quien la quiso sujetar en primer instante.

Agradeció a los niños por acompañarlos hasta su casa, como el perímetro de su cabaña estaba limitado por una cerca de madera lo suficientemente alta para que la gallina no pueda escapar, la dejó en libertad.

Cuando el sol casi no alumbraba, -caminó junto a los Ragnarson's hasta llegar a la gran casa del conde, donde todas las puertas y ventanas estaban cerradas.

Supuso que cualquier conveniente que hayan tenido, ya a esa hora se habría resuelto, así que con decisión tocó la puerta de entrada.

Más no hubo respuesta y le pareció extraño. Intentó dos veces más y tampoco tuvo éxito.

Mirando a su alrededor, vio entre las pocas personas que pasaban por ahí, notando que eran guardias.

Preocupado, se acercó a preguntarles si habían visto a su señor y éstos afirmaron que pasó todo el día encerrado en la casa con sus esposas.

Mi Alfa Vikingo.Where stories live. Discover now