Capítulo 22.

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Una intranquilidad enorme le abarcó con gran facilidad cuando divisó que aquella cantidad de barcos siquiera se asemejaba a la que había partido.

No sabía qué había pasado, no tenía conocimiento del resultado de la afamada lucha, y el estado del pueblo no era el mejor en aquellos momentos para que se decidieran volver.

La cantidad de culpa irremediable lo golpeó de lleno, sintiendo a su vez las patadas de su cachorro en su interior, quien parecía saber lo que sucedía.

Se quiso esconder de la vergüenza, no sabía qué decirle a su alfa. ¿Cómo le explicaría que en su corta ausencia de semanas había llevado abajo a toda Kattegat?

De igual manera, las ganas de verle y sentir su fresco olor seguían intactas, teniendo aún más fuerzas que su pena ante su falta de liderazgo.

Impaciente, no pudo evitar que una vez el primer y más grande barco haya abordado, su corazón latiera y que un torbellino de emociones le inundaran.

Entre tanta gente feliz por haber llegado a casa buscó a su alfa. No podía sentirle el aroma y mucho menos verle, pero sabía de antemano que él estaba junto a aquella tripulación.

Un tanto angustiado al no poder encontrarlo, preguntó por él. Rollo, quien pasaba por su lado, le informó que estaba con Bjorn, que bajaría en unos instantes.

¡El joven Bjorn! Se había olvidado completamente de él, ¿cómo había sido capaz?

Quería preguntarle cómo le había ido en el enfrentamiento, esperando a que le responda con mala cara y tono cortante, que había dado una lucha digna.

Se frotó sus manos con ansias hasta que finalmente le pudo divisar.

Su belleza parecía haber aumentado con creces en el corto lapso de tiempo en el que se encontró ausente, o al menos le parecía a él, quien lo había extrañado tanto.

Pero cuando se percató de la situación, supo que había un problema.

En el rostro de Lothbrok no había una sonrisa. Su semblante serio daba a entender que no estaba feliz, y aquellos ojos tristes lo confirmaban. Notó que, en sus brazos cargaba al rubio muchacho, quien tenía los ojos cerrados y su cabeza hacia atrás, inconsciente.

No entendía mucho. Él estaba seguro de que el pequeño Ragnarsson bajaría del barco con el mentón en alto, siendo acompañado de su ágil espada y fiel escudo regalado por Ecbert.

No lo esperaba moribundo en los brazos de su padre, claro que no.

Se acercó hacia ellos con velocidad, intentando calmar la necesidad de tener el calor de su alfa y resolver las incógnitas que se habían creado en su mente. Con la preocupación a flor de piel notó que los ojos de su hombre estaban aguados y que, parecía contener las lágrimas.

Quiso chillar de dolor al verle en tal estado, pero prefirió no hacerlo, simplemente lo alteraría más.

-¿Qué pasó? -Su voz salió con debilidad, temiendo por la respuesta a su pregunta.-

Éste pareció apenas darse cuenta de su presencia, reprimiendo un gemido de desesperación.

Suspiró para luego inhalar con fuerzas, intentando llenar sus pulmones del aroma de su omega para calmar el huracán que sentía dentro.

-Bjorn no ha despertado aún-Susurró. El azul marino de sus ojos en aquél entonces se encontraba opacado por la amargura que los eclipsaba. Su voz salió igual de reacia, dejando que sus sentimientos sean notables.-

Aquellos labios rosados se curvaban hacia abajo en una mueca de puro dolor, e incluso sus brazos parecían no tener la fuerza suficiente para sostener el cuerpo de su hijo.

Mi Alfa Vikingo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora