Departamento -M

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Raphael miró a su alrededor, parpadeó confundido, se había quedado pensando y al parecer sus ideas los llevaron más allá de lo que quisiera admitir.

Sacudió la cabeza borrando cualquier pensamiento que cruzaba por su cabeza y avanzó, dejando en la banda transportadora lo que iba a llevar.

- ¿Será todo?- preguntó la muchacha regordeta, enlistando la comida.

- Si- respondió, agradeció y se marchó a su departamento.

En el trayecto de veinte minutos, que era lo que le llevaba llegar a su edificio, escuchó la radio.

Siempre odiaba esa hora.

Todos los días, sin falta, había un especial de canciones románticas. No recordaba, más bien no quería recordar porque odiaba su transmisión.

Bufó cuando esa canción sonó.

Queriendo romper el reproductor de música se detuvo finalmente a unos minutos de su destino.

Había dejado sus manos sobre el volante, poniendo su cabeza entre sus brazos.

Sollozó sin quererlo.

Esa maldita canción siempre le recordaba a su ex.

¿Cuan tiempo más necesitaría para sanarse?

¿Cuantas noches en vela más necesitaría para poder volver a dormir sin sentirse solo?

¿Cuándo volvería a sentir el amor?

Solo era cuestión de tiempo se dijo.

Pero incluso el mismo tiempo se marchitaba y se pudría -como el amor que alguna vez le juró-

Después de haber limpiado sus lágrimas continuó su viaje.

Bajó del auto, dejándolo en el estacionamiento del edificio.

Estaba comenzando a cansarse. La idea de llegar a su hogar ya no le agradaba en absoluto. Por eso desde hace días el trabajo se había vuelto su hogar, pero gracias a la insistencia de una de sus compañeras tuvo que volver a casa.

Escucho el ting del elevador y caminó sin ganas hasta su puerta arrastrando los pies como si eso fuese tan difícil que necesitara de todas sus energías.

Levantó la mirada cuando escuchó movimiento frente a él.

Un chico poco menor que él se agachó a tomar una caja de cartón, entre las cosas que allí habían pudo ver conexiones y discos de acetato, además de libros y empaques de videojuegos.

El muchacho alzó la mirada y le sonrió apenado notando de su presencia.

Raphael inclinó suavemente la cabeza sonriendo también, sintiendo su corazón latir tan fuerte contra su caja torácica.

El chico de cabello revuelto y lentes se giró para meterse de nuevo a el departamento.

Raphael se quedó parado.

Su respiración era irregular, sentía las manos temblar, como cuando estabas a punto de entregar una prueba a la cual no habías estudiado.

Raphael no sabía como expresarse respecto a lo que le estaba pasando, solo que sentía que era lo indicado.

Talvez ya era tiempo.

No era una coincidencia ver que el departamento que estaba en venta desde hace un año se había vendido, ni mucho menos que aquel muchacho lo mirase justo cuando acababa de salir.

No. Eso no era una coincidencia.

Entró después de varios minutos, le había costado procesar la sonrisa que le había regalado y ver el brillo de sus ojos debajo de esas gafas le habían quitado la respiración.

- Talvez luego le hable- susurró para sí mismo mientras dejaba las cosas que recién había comprado y cosas de su oficina.

Caminó a la cocina con intensión de acomodar todo en su lugar, pero se dió cuenta de algo importante.

Le faltaba el azúcar.

¿Cómo tomaría su café de las mañanas sin azúcar?

Bueno, talvez la idea de pedir una taza de azúcar no era tan cliché después de todo.

Si. Nada era una coincidencia.

One Shots SaphaelWhere stories live. Discover now