Sí -M

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La relación entre Simon y Raphael estaba en el punto más alto y exquisito.

Sus amigos habían sido testigos de la manera en la que se miraban y de las tiernas muestras de cariño que se daban.

La madre de Simon a pesar de estar sorprendida por la sexualidad de su hijo sonrió como nunca y le abrazó como cuando era un niño y tenía miedo de dormir sólo en una noche tormentosa, aunque ahora era un joven maduro que buscaba la manera de vivir junto al amor de su vida.

Raphael acunó entre sus brazos a su pequeña hermana quien sonreía al enterarse de su decisión.

El estaba enamorado de un maravilloso hombre.

Le encantaba como sus ojos brillaban de la emoción al ver películas de ciencia ficción y la manera en la que movía nerviosamente sus manos cuando tenía una presentación en el club, amaba sus ojos y su cabello despeinado al despertar.

Amaba en como sus ojos dicen los que sus labios callan al ser besados.

Entonces acepta a Simon en las buenas y en las malas- dice pacientemente el hombre.

Si- su voz es audible y clara, sus manos tiemblan, y entre las suyas hacen lo mismo las del contrario.

Tan pronto como acepta, la playa se llena de aplausos y grititos de emoción.

El juez les permite besarse y lo hacen, lentamente sin prisas.

La comida y celebración ocurren sin incidentes, y la fiesta comienza a tomar lugar entre la arena.

El cielo cumple con un hermoso espectáculo y la música suena armoniosa con las olas que chocan en la costa.

Su mejor amiga le da la noticia de que está esperando un bebé y este le abraza con cariño, llenándola de buenos deseos para ella, su esposo y el futuro integrante de su pequeña familia que apenas comienza.

Al llegar la madrugada están los dos en la parte más alta del edificio donde se quedarán, la vista es agradable y es un lugar solitario.

Se sientan en las sillas plegables y continúan viendo hacia el frente, ya se han cambiado y sólo esperan un poco más para poder descansar.

Queman bombones en la fogata y cantan una canción que Simon compuso para Raphael.

Cuando por fin yacen en la cama y su techo es el mismo cielo que les permite ver las estrellas, estas  brillan como los latidos de su corazón con tanta fuerza e intensidad, incluso parpadean como los latidos de sus emocionados corazones.

Gracias por estar conmigo Simon- dice a la vez que mira esos ojos que le vuelven loco.

Gracias a tí- le responde de la misma manera el menor antes de volver a besarlo con pasión.

Y así una vez más las estrellas fueron testigos del amor que les consumía hasta reducirlos en cenizas.

Se amaban y eso era lo que importaba.

One Shots SaphaelWhere stories live. Discover now