XV. ¿Cuál es mi hogar?

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Lysandro

Actualidad


     Camino a casa de Leigh y Rosalya, espero no haber sido demasiado impulsivo al besar de ese modo la frente de Lynn. Quisiera creer que ella esperaba que hiciera otro tipo de movimiento, pero seguramente esos eran solo mis deseos de volver a acariciarla y sentir su cuerpo contra el mío. Nadie podrá llegar a tocar mi corazón como ella lo ha logrado.

Hago sonar el timbre, a pesar de que Leigh me obsequió un juego de llaves cuando se mudó, decidí hoy que estoy solo con Rosa no usarlas. De alguna forma no creo que este piso sea mi hogar para que pueda entrar y salir del modo que me plazca.

—Lysandrito, bienvenido de nuevo. Debería ya haber salido para encontrarme con Lynn y Alex en el centro comercial, pero no quería hacerlo sin antes despedirme de ti y poder hablar un poco. Desde que volviste, no tuvimos oportunidad de hacerlo.

—Lo siento, fue una visita totalmente improvisada y rápida —digo, sabiendo que no era verdad.

—¿Realmente piensas que creeré eso? Hoy Leigh me llamó y confesó que habló contigo, que pensabas venir para el concierto y que él aprovechó ese momento para decirte lo de Lynn —me atrapó. Nunca miento y evidentemente debo seguir por ese camino.

—Sí, fue así, pero no te enojes con él. De todos modos no sabía si ella iría al concierto o si la vería allí —intento mantener la calma que suelen adjudicarme, espero que no esté enojada.

—Lamento no comentarte nada antes —sus facciones se suavizaron—. Cuando Lynn y tú cortaron, con Leigh te vimos realmente mal, pero este último año te encuentro más animado, escribiendo y activo, y no quería que volvieras a estar como en el pasado.

—Créeme que lo entendí bien cuando hablé con él, sé que no hiciste nada con malas intenciones.

—Parece que esta vez me equivoqué y estuvo bien que pudieran volver a verse —me dice, es raro que admita algo así—. Cuando Lynn me habló porque regresaría a la ciudad, me sorprendí, y en el momento en que nos vimos si bien preguntó por ti, no insistió con que los pusiera en contacto. Por eso asumí que tal vez era mejor dejarlo todo como estaba ahora que ambos parecían seguir distintos caminos.

—Rosa, no debes explicarme nada. En serio que no estoy molesto contigo —espero con esto poder aliviarla, pareciera sentirse culpable.

—Gracias, siempre eres muy comprensivo. ¿Y cómo fue todo con ella? —cambia de tema—. Sé que en breves sabré su opinión, pero me gustaría que me dijeras algo tú también.

—Estuvo bien, realmente pudimos decirnos cosas que teníamos guardadas, ambos estábamos cargando con culpas que, ahora aclaradas, no nos acompañarán más.

—¿Y qué es lo que esperas que suceda de aquí en adelante? —interroga.

—Espero poder sentirme bien.

—Ese no es el tipo de respuesta que deseaba oír, ¿lo sabes? —comenta frustrada—, pero está bien, no te robo más tiempo que ya debo irme. ¡Buen viaje! Avísanos cuando llegues al campo —se despide de mí y sale corriendo tras agarrar el paraguas para encontrarse con Lynn.

¿Qué espero? Ni siquiera yo quiero contestar a esa pregunta. A veces es preferible no adentrarse a buscar respuestas, no sea cosa me dañe, al igual que se golpean las frutas al caer.


Estoy de vuelta en el campo y me siento un extraño, aparece una sensación de no pertenencia que no había vuelto a invadirme desde que era un niño. A mi mente regresa la voz de Castiel diciéndome que debería considerar dejar el campo por un tiempo y también está ella: Lynn, el reencontrarme con sus sonrisas, sus lágrimas, su cabello ahora largo mecido por el viento. Debo distraerme antes de que la situación empeore, por esta razón voy a ver hacia los conejos y jugar con ellos, recordando al acariciar sus cuerpos aterciopelados, mi promesa. Tomo varias fotos de los pequeños que mañana mismo le enviaré a Lynn.

Los recuerdos con ella no desaparecen, y no sería honesto conmigo si creyera que lo harán, por eso tomaré a los mismos como inspiración para escribir lo que viví en nuestros encuentros. Busco por todos lados, en cada uno de mis bolsillos, en recovecos de mi bolso, pero no aparece.

 ¿Dónde dejé mi libreta?

Hay amores que el tiempo no borra | Lysandro & SucretteWhere stories live. Discover now