¿Principio?

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  Desde que tengo memoria siento dentro mío como una constante lucha entre dos personas, es difícil de explicar, pero lo voy a intentar: ¿Alguna vez vieron en las caricaturas como hay un ángel y un demonio a cada lado del personaje que intenta decidir entre "lo bueno" y "lo malo"? Bueno, en mi cabeza son dos demonios, y al medio estoy yo, intentando decidir entre que es "malo y que es "peor". 

Suena extremista, pero es así como lo percibo, voy de pozo en pozo y no encuentro una salida. 

Desde muy joven, en mi infancia, supe que algo no estaba bien conmigo

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Desde muy joven, en mi infancia, supe que algo no estaba bien conmigo. Supe que era diferente, o por lo menos que mi mente funcionaba de una manera poco usual. Sentía felicidad pero no propia, sino "de rebote" por eventos o situaciones de personas allegadas a mí, sinceramente, no me acuerdo la última que pude sentir felicidad por mí misma.

Lloraba mucho en la escuela, no soportaba muchas veces no sentirme como el resto (por supuesto nunca lo dije). Me acuerdo de mi maestra de grado diciéndome con 8 años "llorando no solucionas nada", como si poniendo una sonrisa solucionaras todos los problemas. 

Veía a mi alrededor que todos eran felices, y me acostumbré a que entonces yo también debía ser feliz, porque sino ¿cómo me sentía yo? 

Aprendí que a los demás les gustaba la "yo sonriente" y lo volví costumbre, sonreía y me reía a carcajadas, forjé un personaje de mi misma, uno que complacía, que era aceptado. Gracias a eso formé amistades, tuve amores y desamores como una persona normal, hasta llegué a creer que era feliz por momentos, que por ahí esos pensamientos aislados eran algo del pasado. 

Hasta que a los os 15 años perdí a una persona muy importante para mí, y aunque no lo crean, ese dolor lo sentía inclusive cuando todavía la tenía conmigo, mi cuerpo y mente sufrían sabiendo que ese momento iba a llegar, "la lloré por adelantado", un par de años por adelantado

 Ese dolor insoportable en el pecho y el nudo en la garganta lo había pasado muchas noches en mi pieza compartida con mi hermano, en silencio. Me resultó familiar, y lo abracé como se abraza a un amigo que no ves en un tiempo, pero nunca más se fué.

En esos años me presentaron al alcohol, gran error. 

Al principio me divertía con mis amigas, nos reíamos por los efectos que tenía en nosotras cuando íbamos a bailar y las cosas que nos hacía hacer, y que comentábamos el lunes en clase sin ningún tipo pudor. Pero después a uno de los demonios de mi cabeza le pareció divertido juntarlo con la tristeza, a ver qué pasaba. El resultado fué volver más de una vez a mi casa a escondidas para que no se me notara las cantidades enormes que había ingerido, a tomar durante la semana, pasé de bebidas preparadas a sólo bebidas blancas (vodka, gin,tequila,etc), de beber un vaso o dos, a las botellas enteras.

Pasé de no querer sentir nada, a querer sentir algo.



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