Capitulo 33

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Silas

No hay excusas cuando quieres hacer feliz a alguien, no hay limitaciones y mucho menos para mi, esa palabra no existe en mi diccionario personal.

Laura y Avalene corren entre los viñedos de Amelia están siempre seguidas por Mila y Theo, creo que la hermana de Sasha ama trabajar para nosotros, ya la hemos llevado a España, ahora está en Italia y bueno, ni contar a todos los lugares a los que va.

Ella dice que Amelia es mejor jefa en el hospital que en casa y yo ni opino.

Hablando de Amelia, me preocupa bastante como está, se aleja, se esconde en la bodega de su abuelo, toca el violín y la guitarra entre los viñedos, acaricia a Theo y todo eso, pero con nosotros es como si estuviera ausente y me inquieta su actitud.

Es un problema darte cuenta de cuanto quieres a alguien porque todo lo que le ocurra te afecta, quieres estar junto a esa persona siempre y yo quiero abrazarla, cuando entro en la recámara a dormir ella no está y cuando me despierto tampoco. No desayuna con nosotros y cuando compartimos un mismo espacio, ella no dice nada.

Laura está preocupada, Ava un poco triste y yo desesperado.

¡Ah!, no olvidemos que aquí tenemos dos semanas y que ya han pasado once meses desde que vivimos juntos.

Amelia solo estuvo en esta misma situacion cuando Monique vivía con nosotros y la verdad, esto es aun mas preocupante por lo que ya no más.

- Disculpe.- Digo en italiano a una de las chicas del servicio.- ¿Ha visto a Amelia?

Ella asiente y me señala una bodega al otro lado de los viñedos que ahora estan siendo una nueva vez sembrado.

- Gracias.- Digo y empiezo a trotar hasta la bodega.

Es una estructura de ladrillo rojo alta y grande, las puertas de granero me dan acceso al lugar repleto de barriles de madera, el olor característico de la uva y la Toscana reina en el lugar, al otro lado de la estancia hay una escalera en caracol de madera, se que ella está allí.

Me encamino hasta allá y mientras me acerco escucho los acordes de un violín melancolico, triste y se que es ella, mi corazón se estruja.

¿Cómo puede estar tan triste?

Sin tocar abro la puerta despacio, ella está de espaldas a mi y de frente a un ventanal de cristal con vista a todo el terreno que es mas de 150 acres de tierra que en su mayor parte estan siendo utilizados para la viña, otros para las plantaciones agricolas y una casa enorme muy al estilo italiano.

Amelia, como todos los dias hasta ahora, viste una pieza en blanco muy boho, luce preciosa con el pero eso solo refleja que aun está mas triste, lo demuestra con los acordes que hace sonar en el violín que le regaló su abuelo y que hasta hace una semana ha sido su mejor amigo.

Me apoyo en la puerta para observarla, es una diosa pero una triste, no es la mujer de la que se estoy colado y medio, Amelia es muchas cosas para mi y bueno, aunque se que no es tiempo para hablar de esto pero diganme, ¿Quien le dice a mi mente que deje de repetir lo mucho que me importa?.

- ¿Qué haces allí?.- Me sorprende su voz.- ¿Cuanto tiempo llevas aqui?

- Bueno, vine a buscar a mi esposa, ¿Acaso no puedo?.- Me cruzo de brazos y ella se gira a verme.- ¿Qué te pasa?

Deja el violín en el estuche y se sienta en la silla de su abuelo, allí hay una botella de vino descolchada y una copa a la mitad, ¿Está tomando? ¿Desde cuando Amelia toma alcochol si no es en la comida?

Amelia; anoche soñé contigoWhere stories live. Discover now