• PROLOGO.

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Todas las noches eran lo mismo para él. Este había sido su destino a partir de los trece años. Esta no era una noche distinta a las anteriores, por supuesto, coloco su usual maquillaje, su usual vestimenta y su usual colonia. Salió del camerino y mientras más se acercaba por el pasillo hacia el salón principal, más fuerte podía escuchar la música y palabrería.

Cuando los reflectores y el olor a cigarrillo y alcohol le golpearon, sus ojos observaron hacia los lados, resignándose a la vida que tenía que llevar.

Su cuerpo se movió al ritmo de la música, mientras intentaba ignorar toda clase de vulgaridades que oía al público gritarle. A pesar de los años, aún no terminaba por acostumbrarse a aquello, y mantener su falsa sonrisa durante horas comenzaba a cansarle.

Fajos de dinero le eran aventados y solo podía contar los segundos para que la pieza terminara. Cuando la música término, bajó de aquel metal y con su sonrisa imborrable se inclino en agradecimiento hacia el público. Pero cuando volvió a elevar la mirada para marchase, fue cuando lo vio.

A diferencia del resto de hombres que le rodeaban sedientos de tener una noche con él y que se peleaban por estar en la primera fila, él estaba ahí, en la última mesa del fondo. Vestía un elegante traje mientras bebía de su copa, sin apartar la mirada penetrante de él. No parecía para nada la clase de sujeto que visitase lugares como este, y al mirar a sus costados confirmo que sus pensamientos eran los correctos. Al parecer esos dos amigos escandalosos que estaban a sus costados eran quienes lo habían arrastrado. Parecían intentar hablar con él, pero el pelinegro estaba demasiado ocupado mirando al chico sobre el escenario.

Girando sobre sus talones, el chico de delicado cuerpo salió del escenario sintiendo como su corazón estaba a mil por hora.

A partir de esa noche, sus noches parecieron cambiar un poco.

Él se había vuelto un cliente frecuente, a veces aparecía acompañado de los dos chicos de siempre, a veces iba solo. Siempre vestía de traje mientras bebía de su copa de vino en la mesa del fondo. El más bajo había comenzando todos los días a anhelar con nerviosismo a que cayera la noche para poder verle. Se esforzaba más en su rutina de baile y de vez en cuando, cuando su mirada chocaba con la de aquel desconocido sentía sus mejillas arder.

Sin embargo, ya había pasado más de un mes y aquel sujeto alto de pelo negro no parecía hacer ni el mas mínimo intento por acercársele. Poco a poco sus esperanzas se iban apagando, probablemente por la situación en la que estaba aquel chico ni siquiera se le acercaba porque le encontraba repugnante. Y no lo culparía, por supuesto que no. ¿Quién quiere estar con alguien que se dedica a entregar su cuerpo todas las noches a distintos hombres para poder sobrevivir en esta vida de mierda?

Era un viernes por la noche, en la que, al igual que las noches anteriores repitió su rutina de siempre. Claro que el sujeto estaba de nuevo ahí, en el fondo, viéndole como siempre. Movía su cuerpo de la manera más sensual que podía asegurándose de que él lo mirase, como siempre. La música termino y él como era de costumbre salió del escenario.

Se dirigió hacia el baño y lavo su cara para deshacerse de todo rastro de maquillaje. Se quito su incomoda ropa y se puso un simple pans. Tomó su mochila y saco un cigarrillo junto con un encendedor mientras se dirigía a la salida trasera del lugar.

Coloco el cigarro entre sus labios y con su pulgar intento sacar fuego al encendedor mientras distraídamente abría la puerta para salir.

-Mierda –murmuró al percatarse de que su encendedor no encendía, probablemente se le había acabado el gas. Aún así, siguió insistiendo con su pulgar.

El frío de la noche le golpeo en el cuerpo cuando salió del lugar y cuando se dio por rendido con su encendedor decidió guardarlo en su bolsillo y finalmente elevo la mirada hacia el callejón.

Un grito ahogado salió de sus labios cuando sus ojos se encontraron con un fuerte y alto cuerpo delante de él. Inmediatamente lo reconoció, era el sujeto de la mesa del fondo, era mucho más alto estando así de cerca de él.

El pelinegro lo miró con ojos penetrantes y sin decir ninguna palabra, de su bolsillo saco un encendedor y lo dirigió hacia el cigarrillo del más bajo, se lo encendió.

-Es una linda noche... -murmuro el pelinegro mientras retrocedía un paso y cerraba sus ojos inhalando el frío viento de aquella noche.

Sus labios que curvaban delicadamente en una bella sonrisa, y cuando volvió a abrir los ojos buscaron los contrarios.

-Sabes, en el cielo las estrellas están brillando –el más bajo, que hasta entonces se había mantenido inmóvil en estado de shock, se movió un poco y elevo su mirada al cielo. Era una noche particularmente repleta de estrellas, sin embargo su ceño se frunció ante el extraño comentario de algo obvio que había hecho el pelinegro, el pelinegro a su lado suspiro escandalosamente haciendo que volviese a dirigir su atención a él, y lo estaba volviendo a mirar con esa delicada y a la vez divertida sonrisa, tenía la mejor sonrisa que alguna vez hubiese visto –Las estrellas están brillando, y creo que es por ti.


Y bueno, aquí tenemos el prologo de I'm sorry. I love you, la segunda temporada de "30 Días". Así que si no has leído "30 días" te recomiendo abandonar esta lectura. 

I'm sorry. I love you (HunHan 2° Temp)Where stories live. Discover now