Diecisiete

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Los días pasaron uno tras otro como copos de nieve. Ahora yo tenía a la abuela Aileen, que había sido despojada de su leche... Y bueno solamente a ella. Seguía sin entender qué había pasado. Un día estábamos divirtiéndonos en el club y al siguiente ya no éramos amigas. ¿Había sido que la regañaron demasiado? No lo creo, ella contestó en cuando le envié el primer mensaje a la mañana siguiente.

¿O podía ser que sí? ¿Qué había pasado? ¿Qué sucedió?

Envié mil y un mensajes que requerían de una contestación. Fui el mismo número de veces a su casa y siempre parecía ocupada.

La vida sin ella era difícil, volvía a ser como cuando llegué a Edimburgo: todo parecía ajeno.

Comenzaba a desesperarme con más y más facilidad. Pensé que podría resistir, pero ese pensamiento se esfumó secuestrando a su vez a mi paciencia. Decidí ponerle alto a todo eso y caminé decidida hacia el supermercado con la idea de que no me iría de ahí hasta tener una explicación.

Entonces la vi, llenando su ridículo carrito de compras con leche. Dios, ¿cómo pude hacerme amiga de ella? Caminé con la mirada más firme hasta que logré alcanzar su hombro para que volteara.

—¿Me recuerdas?

—Hola —contestó ella de la manera más seca.

—Gwynaeth, ¿qué pasa? —pregunté desesperada.

—Nada.

—¡Dime qué pasa! —En ese momento la cara de la chica se encendió y sus ojos sacaron chispas.

—¿Me preguntas qué pasa? ¡¿Qué pasa!? Te diré lo que pasa... Fui traicionada.

—¿Traicionada? —Gwynaeth comenzó a empujar el carrito fuera del súper, yo, por supuesto, la seguí—. ¡Gwynaeth!

—¡Sí, sí, traicionada!

—Pero, ¿por qué?.... ¡Dime!

—¡Sabías que sólo él me gustaba! ¡Sabías que sería mi primer novio!

—¿De qué demonios hablas? —En ese momento me vino a la mente la única variable que pudiese interferir de alguna manera con nuestra amistad—. ¿Es Ávalon?

—¡Claro que es Ávalon! ¿Quién va a ser? —respondió furiosa.

—Pero qué pasa, no entiendo nada.

—No lo entenderías

—¡Dime, Gwynaeth!

Por un momento nos quedamos mirándonos desafiantes ¿Qué pude haber hecho yo para que algo saliera mal con Ávalon?

—¡Dime! Por favor —supliqué con un tono mucho más bajo en la última frase.

—Él me dijo que... —se detuvo un momento porque sintió que el llanto la asaltaba—. Me dijo que fuiste muy grosero con él.

—¿Sólo eso?

—¡No es sólo eso, Lindsay! —En ese momento una lágrima se le escapó y comenzó a sollozar—. Él quería estar conmigo el día del club. Dijo que le pareció el momento ideal para conocernos más, pero me vio. ¡Me vio con ese tipo!

—¿Con el que bailaste?

—¡No! Con el que TÚ me hiciste bailar —expresó con fuerza.

Comenzó a desbordarse en llanto y caminó hacia la calle. Tardé un momento en procesarlo pero cuando entendí de qué se trataba todo esto, corrí lo más rápido que pude para alcanzarla.

—¿Ese idiota no quiere salir contigo por eso?

—¡Él no es ningún idiota! —Volteó enojada

—¡Lo es Gwynaeth! Tú crees que es maravilloso porque es el primer chico con el que sales, pero en realidad es una basura.

—¿Por qué siempre te crees saberlo todo?

Me dio un empujón y se lo devolví inmediatamente.

—¡Porque tú eres una pobre ilusa! ¡La persona que cualquiera podría engañar! No hay que ser demasiado listo para saberlo.

Corrí furiosa de regreso al supermercado sin dar tiempo a Gwynaeth a decir cualquier cosa. Harry me vio entrar y solo desvío la mirada como adivinando lo que había sucedido.

No quería tomar el autobús de regreso porque me sentía demasiado enojada y pensé que una caminata ayudaría. Desgraciadamente, eso no sucedió

Entré a la sala azotando las puertas y dando las pisoteados más fuertes que podía. La abuela Aileen se sobresaltó desde el principio y me seguía con la mirada desde su sillón favorito.

—Cariño, ¿está todo bien?

—¡Déjame sola!

—Sólo quería saber si estabas bien

—¡Que sí, sí! ¡Lárgate!

Cerré la puerta con fuerza y no pasó ni un segundo para que mis lágrimas comenzaran a brotar. ¡Era horrible! Esa estúpida de Gwynaeth no quería verme nunca y tal vez era eso lo que me dolía. Jalé mis cabellos con fuerza para tratar de detener mis lágrimas. ¡No podía dejar que esto me venciera! ¡No quería! ¡No quería llorar! Tan terrible sentir eso... sentir que... quería huir de inmediato.

En un abrir y cerrar de ojos volví a destruir el cuarto que tanto me había costado reconstruir. Nadie podía entender lo que se sentía ser yo. ¡Nadie! Y así se me fue la noche nuevamente acompañada por el latido de la soledad... La soledad profunda. 

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-Sweethazelnut.

Libélula: En busca de buenos amigos. ✨Where stories live. Discover now